sábado, 5 de febrero de 2011

La ideología de Izquierda y el programa de la refundación - Marco Burgos

Ser de izquierda significa muchas cosas. El “Che” hablaba hace más de 50 años que se trataba de construir un “hombre nuevo”, lo que implica que tenemos que hablar necesariamente también de “mujer nueva”, como parte de ese cambio de inclusión total.


Ser de izquierda significaba ante todo en esos años “tener siempre presente a los otros”; hoy es aún más integral porque no sólo significa conciencia plena de las necesidades de los otros, sino también del ambiente, de todo el universo que nos rodea y de nuestra total integración al ecosistema universal.
 
Ser de izquierda significa la construcción e internalización de valores, creencias y concepciones de la vida y la muerte absolutamente respetuosas y amigables con todos los demás seres, sin importar ninguna distinción y sin importar si existen hoy o si existirán en el futuro.


Para nuestro querido “Che” se trataba de un producto, de un resultado que iba dándose poco a poco, a la par de los cambios de toda una sociedad, no sólo a nivel nacional sino también internacional.

Ser de izquierda se diferencia de ser de derecha en muchas cosas, pero quizás la más importante es que la gente de derecha crea valores y comprensiones de la vida en función de sus intereses particulares y personales. Lo importante es su disfrute personal y el logro de sus “éxitos” sin aceptar responsabilidad sobre el efecto que puedan tener estas acciones sobre los demás y sobre el ambiente.

Así lo he entendido yo y por eso a lo largo de mi vida he podido identificarme con las ideas, valores y aspiraciones de la izquierda aún cuando siempre he estado muy lejos de la aspiración de ese maravilloso hombre y mujer nueva que salía imaginada de las letras de un “Che” querido y que han propuesto cientos de otros personajes insignes de la historia a lo largo de toda la ruta de la humanidad.
 
La gente de derecha dice “por qué yo tengo que pagar la educación y la salud de otros”; la gente de izquierda dice “todos tenemos los mismos derechos y obligaciones y debemos procurar el bienestar y el disfrute de la felicidad por igual.”; la gente de derecha dice “el cambio climático no importa; cada quién debe ver como se enfrenta a él y tendrán que sobrevivir los más aptos”; la gente de izquierda piensa “si todos hacemos las cosas bien y nos ponemos de acuerdo en protegernos, podemos salvar las generaciones futuras de todos los seres del planeta.”


Por eso es que la militancia de la izquierda siempre ha sido tan “bochinchera” y hermosamente rebelde, porque se organiza y trabaja para cambiar las cosas, para mejorarlas, para abrir las puertas y ventanas para otros, porque se maravilla y lucha por los pequeños avances escritos en convenios, leyes, constituciones, acuerdos, participación y democracia profunda, etc., que nos permiten integrarnos, tolerarnos, hermanarnos y como dirían los grandiosos franceses, igualarnos y fraternizarnos.

Por eso la militancia en la derecha es tan diferente. Se juntan para sacar provecho personal, para beneficiarse inmediatamente de las oportunidades que se les presentan. Sus líderes son los más adinerados y “exitosos”, odian el control, las normas y las leyes y promulgan el “dejar hacer y el dejar pasar”.

Las hondureñas y hondureños de izquierda, que aspiramos a una sociedad feliz y segura, igualitaria y tolerante, gentil y educada, prospera y reluciente para todos sin excepción, tenemos que entender algo sencillo: Todo eso es el resultado de una lucha de décadas, es el resultado de valores institucionalizados y tatuados en las almas y cuerpos, es el resultado de la ciencia y la educación. Por eso lo importante ahora, hoy, en este momento, es construir los programas, dictar las tareas, hacer los planes de acción, para poder iniciar ese cambio, que es la aspiración de todos.

No le pidamos a todos el mismo “tono de rojo”, cuando todo lo que tenemos ahora ha sido construido con las manos y las mentes egoístas de seres de derecha, de personas que ven el amor a otros como una dádiva que se deposita en un recipiente de plástico en un supermercado.

Las izquierda y todos los izquierdistas debemos ser más prácticos, dejar de señalarnos por diferencias insignificantes y sentarnos a construir entre todos un programa, un plan de acción que nos lleve a estar mejor en el próximo futuro. Que mejor si ese programa nos encamina hacia la refundación que deseamos que sin duda incluye tantas cosas apenas imaginadas como la construcción de una cultura hondureña, llena de pinceladas de ese “hombre y mujer nuevos” que están esperando ha ser diseñados.

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