jueves, 16 de junio de 2011

Pakistán agranda la brecha con EE UU

En una nueva muestra de la precariedad de las relaciones entre Washington e Islamabad, la controvertida agencia de inteligencia del país asiático ha detenido a cinco informantes de la CIA de origen paquistaní que tuvieron un papel decisivo en la caza de Osama bin Laden. La noticia, difundida ayer por 'The New York Times', que citaba fuentes oficiales estadounidenses, hace especial hincapié en la figura de un militar de alto rango que anotaba las matrículas de los vehículos que visitaban la finca del líder de Al-Qaida en Abbottabad.

Noor Bibi muestra las fotos de su marido y su hijo,
detenidos por ayudar a EE UU a localizar a Bin Laden
Islamabad reaccionó ayer en un escueto comunicado argumentando que la noticia es «falsa e infundada» y que ningún soldado de su Ejército estaría implicado en la operación divulgada por el rotativo neoyorquino. Como muestra de que la brecha de confianza entre ambos países es cada vez más profunda, el Pentágono ha tenido que cancelar recientemente un ambicioso plan dirigido a entrenar tropas paramilitares paquistaníes para combatir a Al-Qaida y a los talibanes en las peligrosas áreas tribales del noroeste del país asiático. Con todo, lo peor es que el enfrentamiento se produce en un momento en que la Administración Obama necesita el apoyo urgente de su aliado para concretar su estrategia de retirada en el vecino Afganistán.
Nada se sabe del paradero de los detenidos, si bien el director de la CIA, Leon Panetta, planteó la cuestión a las autoridades paquistaníes en la visita que realizó la semana pasada a Islamabad para entrevistarse con militares y miembros de los servicios secretos. Como se ha visto ahora y han comprobado antes otros altos responsables del Gobierno de EE UU como la secretaria de Estado, Hillary Clinton, o el responsable de Defensa, Robert Gates, la tarea de crear una relación leal y duradera es poco menos que imposible.
Todo ha ido de mal en peor desde la operación que la CIA desplegó el pasado 2 de mayo que permitió dar captura y muerte del líder de la organización terrorista. La ejecución de Bin Laden y otros ataques de milicianos de Al-Qaida en Pakistán han supuesto un duro golpe para el Ejército del país. Fuentes oficiales estadounidenses y expertos internacionales coinciden en afirmar que atraviesa la peor crisis de confianza en décadas. Pese a este último varapalo, las autoridades estadounidenses no han dejado de buscar vías de entendimiento.
Lazos vitales
«Tenemos una fuerte relación con nuestros colegas paquistaníes y trabajamos juntos para que siga funcionando», declaró Marie Harf, portavoz de la CIA. En términos parecidos, el embajador estadounidense en Islamabad, Husain Haqqani, ha tratado de suavizar las tensiones entre la agencia de inteligencia de EE UU y la del país asiático. «Es vital mantener los lazos de cooperación en la lucha contra el terrorismo», destacó.
Más allá de estas voluntariosas declaraciones, en las últimas semanas el Ejército de Pakistán se ha ido distanciando del norteamericano y de los operativos organizados para cazar terroristas. Esto ha enfurecido a muchos en Washington, donde creen que la muerte de Bin Laden ha sacudido a Al-Qaida y que hay una gran oportunidad para debilitar aún más la organización terrorista con más incursiones armadas y ataques aéreos.
Algunos analistas estiman que fue precisamente la CIA quien propinó un duro golpe a las relaciones cuando agentes bajo su jurisdicción asesinaron a dos ciudadanos paquistaníes en las calles de Lahore en enero. Desde entonces, Islamabad se ha mostrado muy reacia a que se lleven a cabo operaciones conjuntas con la inteligencia americana. Asimismo, la concesión de visados a funcionarios de la CIA para operar en Pakistán ha sido notablemente reducida, al tiempo que ha impuesto mayores restricciones a los vuelos no tripulados causantes de decenas de víctimas civiles
Fuente: La Verdad.es

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