martes, 20 de septiembre de 2011

Primavera estudiantil y otoño de impunidad. Por Roger Rodríguez

Crónica desde Chile en el 38º aniversario del Golpe de Estado.

En el entorno del 38º aniversario del golpe de Estado que derrocó a Allende, en Santiago de Chile se sucedieron manifestaciones estudiantiles, encuentros regionales por los derechos humanos y manifestaciones duramente reprimidas por los Carabineros. Oculta tras la cordillera de los Andes, la realidad chilena oscila entre una luminosa primavera estudiantil y el otoño de una impunidad que no termina de deshojarse.Santiago tiene un dulce y primaveral aroma a álamos. Encerrada entre los picos de la cordillera y las sierras de la costa, que lo separan del porteño Valparaíso, a la ciudad no llega la humeda brisa de la costa y acumula el smog de sus grandes industrias. Las frías mañanas de setiembre se calientan con el sol de mediodía hasta que vuelven a bajar las temperaturas en la tardecita. Son tiempos de las clásicas afonías de estación…
Sin embargo, en Chile, desde hace ya cuatro meses hay una primavera estudiantil y una afonía por protestas que a muchos les recuerda aquellos días en que, dos décadas atrás, la juventud floreció en contra del régimen dictatorial y se rechazó en plebiscito una reforma constitucional que hubiera perpetuado al general Augusto Pinochet en el poder. Aquel “No” emitido el 5 de octubre de 1988 tenía un clima de movilización similar al que hoy viven los trasandinos.
El jueves 8 de setiembre en todas las ciudades de Chile hubo movilizaciones estudiantiles. Sólo en Santiago las protestas se mantuvieron en suspenso. Los jóvenes dirigentes de las principales universidades mantenían dinámicos debates sobre cómo responder a un cronograma de negociación propuesto por el gobierno luego de tres meses de reclamos. Las diferencias tácticas fueron alentadas con subjetividad por los medios de comunicación que informaban sobre el comienzo de una crisis gremial.

Esa mañana en Plaza Italia, un grupo de jóvenes enmascarados realizó una concentración no autorizada (en Chile aún hay que pedir permiso para protestar o para entregar una carta a las autoridades) que fue duramente reprimida por la fuerza de carabineros. Reclamaban justicia por la muerte del joven Manuel Gutiérrez, asesinado por la represión en una manifestación estudiantil de agosto. Las imágenes de pedradas, coches lanza aguas, gases lacrimógenos, corridas y caos se exhibían en los noticieros junto a una apresurada decisión de los docentes de rechazar la propuesta de negociación del gobierno que implicaba un largo y semanal cronograma de discusión.
La Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), reclama gratuidad y calidad en una Enseñanza que sólo recibe un 0,5% de Producto Bruto Interno (PBI) del país, frente a un 15 % que se destina a las Fuerzas Armadas. Se invierte 30 veces más en represión que en educación. El problema existe desde tiempos de Pinochet y no se cambió en los gobiernos dela Concertaciónencabezados por los socialistas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet

La enseñanza, totalmente privatizada, se convirtió en un negocio lucrativo gracias a un sistema de subsidios del Estado, que permite un sistema de especulación por el que quienes pretenden la carrera universitaria deben pagar mensualidades de 400 dólares en una sociedad con un salario promedio de 750 dólares. Más de la mitad de los estudiantes no pueden terminar su carrera y sus familias quedan endeudadas. El 80 % de los universitarios no llega a titularse.
El viernes 9, en la ocupada Universidad de Santiago de Chile (la vieja Universidad Técnica del Estado, UTE, como le siguen llamando los chilenos) se realizó un homenaje al cantante Víctor Jara en el mes aniversario de su asesinato por el régimen militar. En el gigantesco campus coexistieron los estudiantes “en toma” y los miembros de las delegaciones que asistieron al 3º Encuentro Latinoamericano por Memoria, Verdad y Justicia, para debatir –como antes lo habían hecho en Buenos Aires y Montevideo- sobre la impunidad regional de las violaciones a los derechos humanos durante las dictaduras.

En salones contiguos del centro de conferencias, debatían los activistas sociales y los estudiantes. Unos, analizando lo que perdura de un pasado reciente. Otros, elaborando tácticas para elaborarse un futuro. Ambos, coincidiendo en que hay que modificar el presente. Por momentos, era tentador ir a escuchar al vecino. Los jóvenes estudiantes chilenos no desconocen el origen de sus problemas y son duramente críticos con la transición que siguió a la dictadura. El titulo “Justicia en transición” de la reunión latinoamericana les llamaba la atención… “Justicia es lo que necesitamos todos”, comentó uno de los ocupantes.
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http://www.estaesmia.com/index.php/archives/779











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