La pobreza no tiene “apellidos” ni “prefijos” - Daniel Kaplún

El tema de la pobreza en España ha ido cobrando creciente presencia en los medios de comunicació y en el debate público, como lógico efecto de su crecimiento exponencial a consecuencia de la crisis ecnómica que padecemos (la mayoría de los españoles) desde hace ya no menos de 6 años.
Esa presencia se ha visto frecuentemente seguida o precedida (respectivamente) de "apellidos" o de "prefijos" que la acompañan: pobreza "infantil", pobreza "energética"..., por otro lado el "umbral" de la pobreza, o sea el "riesgo" de la pobreza...
Estas forma de "apellidar" o "prefijar" a la pobreza parecen poner el foco en un solo y único síntoma, como si la pobreza 'energética' por ejemlo consistiese  únicamente en que se carece de recursos para caldear o iluminar la vivienda, pero sí se tiene para divertire, deplazarse, alimentarse adecuadamente o incluso llevar una vida social plena: en definitiva, todo aquello que nos permite vivir dignamente como seres humanos (y consiguientemente sociales). O como si (aún más absurdo) la pobreza "infantil" afectase únicamente a los niños, mientras los padres disfrutan de los bienes y servicios básicos, pero se lo negasen a sus hijos
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