La revolución, el cambio, la lucha precisan un estado de optimismo,de una alegría, de una fuerza que yo ,ahora mismo, no poseo. La apatía, la desilusión, el pesimismo son los grandes enemigos de la revolución. La pasión es al revolucionario como la luz a la mañana. Mi herencia libertaria me empuja hacia la revuelta, pero una oscura tristeza y un extraño pesimismo se han empeñado en habitar en mí y me obligan a refugiarme de la desolada intemperie que percibo. No confío, no me fío, no tengo esperanza;y sin fe, sin esperanza y sin confianza no puede haber revolución…aunque me pese.
“Amb el somriure, la revolta.
Així t’espero i t’imagino
i en l’horitzó de la mirada
el gest utòpic que et reclama.”
L. LLach
(Marisa Peña)
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