domingo, 28 de noviembre de 2010

FMI no vuelvas. Ellos te perdonaron, el pueblo no

Dos hechos dos, colocados en semanas diferentes, presentados como cosas separadas, puestos en fuentes

distintas, no necesariamente están distantes entre si. Por el contrario si fueron preparados por los mismos cocineros y como platos de un mismo menú lo más probable es que sean parte de una vieja receta servida en porciones más pequeñas para que parezcan de la "neuvelle cuisine".


Durante años desde el kirchnerismo se planteó que la deuda con el Club de París no sería renegociada en la medida en que las revisiones del FMI fueran el principal requisito exigido por ese grupo para llevar adelante un plan de pagos.

Así, la no intervención del Fondo fue la principal bandera del oficialismo y esa posición fue la que hoy se presentó públicamente como triunfadora al -supuestamente- conseguir la adhesión de los acreedores a estos principios.

Unos días más tarde a la hora de fundamentar a favor del arreglo, el ministro Boudou aclaró que el 49% de lo adeudado al club corresponde a préstamos anteriores al 83, un 9% a la administración alfonsinista y el 42% restante a Menem y De la Rúa. O sea que dicho al pasar y sin demasiados detenimientos ideológicos Boudou puso en cifras lo que todos sabemos: casi la mitad de lo que exigen los prestamistas corresponde a créditos otorgados a la pasada dictadura militar. Dinero, que claramente fue utilizado por un régimen ilegal para sostener su modelo de corrupción, represión, muerte y destrucción del aparato productivo nacional.

Esa deuda, lo dijimos antes y lo repetimos ahora, es odiosa, no se puede ni se debe pagar. No importa cuántas veces la haya aceptado Alfonsín ni las oportunidades en que las ratificaron el Congreso o Menem o De la Rúa. Esa deuda es ilegal e ilegítima de origen y es imposible pagarla sin violar expresamente las normas de éste país. Tomar esos asientos contables como buenos es igual que aceptar como válidos los DNI falsificados por los apropiadores de los hijos e hijas de desaparecidos y eso es indefendible ante cualquier estrado judicial aquí o en el extranjero.

Pero no contentos con abrirle las puertas a este nuevo robo descarado, del cual algunos comerán una tajada, una semana después de anunciar el arreglo con el Club de París, se invitó al Fondo Monetario Internacional a confeccionar un nuevo índice de precios para el Indec. Esta decisión, presentada como independiente de la noticia anterior es parte de una ajustada trama y -como decíamos más arriba- de un mismo menú, porque el gobierno alemán, voz cantante de los socios parisinos, exigió señales claras de que la relación con el FMI empezaría a normalizarse a la brevedad.

Y la señal llegó de la mano de medidos festejos de los inversores especulativos que empiezan a ver a nuestro país como un refugio para su capital, bastante vapuleado por la crisis mundial, y el retorno de una plaza que supo garantizar en el pasado tasas extraordinarias de ganancias a la timba financiera.

Argentina comienza así su reingreso al "concierto de las naciones serias" igual de desprotegida que antes, sin legislaciones que frenen los capitales golondrinas, con un sistema bancario más proclive a la bicicleta que al crédito, con una ley de entidades financieras que sancionó la dictadura neoliberal y con una clase dirigente conformada en su gran mayoría por elementos que han sido empleados o cómplices de la banca internacional por décadas.

Ahora vuelven los técnicos del FMI y recorrerán oficinas que no les son ajenas, reconocerán las nuevas y viejas caras del Indec, repartirán consejos y entregarán directivas. No importa que Argentina sea uno de los países latinoamericanos con más y mejores especialistas en el área de estadísticas, ahora el Fondo traerá sus equipos para meter mano y constituirse otra vez en la garantía de que los acreedores podrán seguir ordeñando la vaca, ahora en sus años gordos.

Cuando en el 2006 nos liberamos del Fondo solo patalearon los que veían al mismo como su amo, millones de argentinos en cambio festejamos, convencidos de que ese organismo había sido una de las herramientas más efectivas para saquear nuestro país. Hoy, esa misma conciencia popular sigue viva y a la corta o a la larga será el motor que servirá para romper el círculo de mentiras posibilistas con que se pretende que volvamos a aceptar como un "mal menor" el retorno de los promotores del ajuste perpetuo.

larunfla.blogspot.com

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