Mientras miles de personas inundan las calles de Hong Kong exigiendo elecciones libres en el año 2017, la prensa internacional entra en su modus operandi habitual, describiendo la lucha como un duelo entre un estado totalitario y sus ciudadanos que desean ser libres. Mientras tanto la izquierda se silencisa sobre el asunto. No es clara incapacidad paraentnuncia criticaChina.
Mientras tanto historias sobre Ocupy Central ocupan portadas en los medios tradicionales, teniendo la C y la CNN publicó artículos y relatos sobre "Cómo entender la cuestión", sin hacer ningú esfuerzo para identificar las causas económicas e la insatisfacción. La BBC ha llegado a cuestionar si el futuro de Hong Kong como centro financiero sería "amenazado" -dando una idea de cuáles son las prioridades del "estblecimiento" global.
Independientemente de lo que la BBC quiere que el mundo crea, Occupy Central no es tanto una lucha por la democracia como es una lucha por la injusticia social. Es cierti que los habitantes de Hong Kong están descontentos con interferencia de Pekín en asuntos internos, es la cuestión de la inmigración desde China Hong Kong, libertad de la prensa o el programa de Educación de propaganda nacionalista "moral y nacional". Estos temas, aunque graves, están desapareciendo en comparación con la creciente dificultad de las realidades de la vida cotidian en Hong Kong. Cómo recuerda el profesor de la Universida de la ciudad de Hong Kong, profesor Toby Carroll, uno de cada 5 Hong Konguianos viven por debajo de la línea de la pobreza, en un momento cuando la desigualdad ha alcanzado niveles entre los más altos del mundo. Los salarios no han recido junto con la inflaición -es decir, cayó en términos reales. El salario mínimo, sólo introducido en 2010, vale HK§ 28 (§3.60) por hora, un poco por debajo del valor de los Estados Unidos. No hay ninguna negociación coletiva, sin prestaciones por desempleo o pensiones. El número de horas trabajadas es aproimadamente de 49 horas semanales. Precios de la vivienda están entre las más altas del mundo.
Incluso la revista The Economist libera puso a Hong Kong en la parte superior de su crónica de los empresarios bien contetado políticamnte en el mundo con oportunidades de ser exitosos.
La lista de quién habló en contra de Occupy Center es particularmente reveladora: La oligarquía Li Ka-shing, el HSBC, la cuarta firma de contabilidad en el mundo y algunos otros actores del sector privado el tema principal en la administración de CY Leung no es el hecho de que no fue elegido democráticamente, sino que sirve a dos grupos principales: Beijing en una mano y las élites locales por la otra -en otras palabras, lejos de la democracia y su representación. No es difícil ver por qué grandes empresas y los oligarcs están aterrorizados por Occupy Center: Cualquier movimiento hacia una verdadera democrcia los haría peder poder y su dominio del territorio. Al status quo por el contrario, le sirve muy bien.
Hong Konguianos no somos un grupo ideológico. Nunca votamos en 17 años como colonia de China, o debajo de un siglo de régimen olonial británico antes. Fuimos colonizados y nos manteníamos tranquilos porque podímos vivir bien de manera general. Pero en el momento en que la clse media trabajadora comenzó a sentir la apertur las clases dominantes comienzan a entende que no deben dejar que otros compartn "la torta". La batalla por la democracia no es una batalla por el voto, sino una lucha por una democracia real: el derecho del pueblo a gobernarse a sí mismos. El voto es simplemente un punto de partida para un largo proceso de reforma que lleva a las élites de poder de Hong Kong y China y, por primera vez, en manos de la gente común.
Ming Chun Tang es un escritor, nacido en Hong Kong. Artículo extraído de
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