Una encuesta realizada en Brasil a las vísperas de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se dio el último deciembre en Copenhague, concluyó que solamente 5% de los brasileños ven el calentamiento global como el gran problema del mundo. Una parte aún más chica de la población, alrededor del 1%, cree que la preservación de la biodiversidad debe ser priorizada por las políticas públicas. Urgente de verdad, dice el sondeo, es combatir la pobreza, la violencia y el hambre.
Los resultados del levantamiento reflejan el raciocinio que anima a los gobiernos de la llamada izquierda suramericana a la hora de sopesar las necesidades aparentemente contradictorias de preservación ambiental y crecimiento económico.
Desde la victoria de Hugo Chávez en Venezuela, el 1998, hasta la de Fernando Lugo en Paraguay, el 2008, la ola electoral que condujo al poder candidatos de origen popular e ideales socialistas tenía como objetivo poner un freno a las reformas neoliberales. El Estado anhelaba, así, reducir la dependencia externa y retomar el control de la economía.
“Había esperanzas de que la nueva izquierda promocionara cambios sustanciales en el modelo de desarollo, hasta entonces basado en la exportación de productos primarios”, recuerda Eduardo Gudynas, experto del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), en Montevideo.
Ello no ocurrió. Al revés, la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que los productos primarios todavía corresponden a más de la mitad de las ventas externas de las naciones ahora dirigidas por gobiernos dichos progresistas. Encabezan las listas de exportaciones recursos minerales, como el cobre y el petróleo, y grandes monocultivos, con relieve para la soja.
Brasil es el país menos dependiente de los productos primarios, pero aún así sostiene el 51% de su economía con las distintas formas del extractivismo. Ya Venezuela, por ejemplo, apoya el 80% de su balanza de pagos sobre las rentas petroleras.
Eduardo Gudynas subraya que los nuevos gobiernos suramericanos no apenas han hecho hincapié sobre las actividades primarias como también abrieron nuevos campos de operación extractivista y agroindustrial. “Es el caso de la minería en Ecuador, el apoyo a un nuevo ciclo en la explotación del hierro en Bolivia y el fuerte protagonismo estatal en promocionar el crecimiento minero en Brasil y Argentina, mientras la izquierda uruguaya se lanza a la prospección de petróleo”, explica.
El punto neurálgico
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1 comentario:
Sobre el cura chanta, para no hacer más papelones escribiendo estupideces sobre este bochorno mundial:
http://luisaguerowagner.zoomblog.com
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