ARGENTINA
La posibilidad de ingresar a una universidad pública y gratuita es un lujo que no todos pueden darse. Juan Carlos Carranza
La gratuidad hace tiempo que no es sinónimo de inclusión o de igualdad de oportunidades. En algún momento, las casas de estudios estatales permitieron que los hijos de la clase obrera obtuvieran un título de grado.
Pero hoy, el acceso a la educación superior se ha vuelto inalcanzable para los sectores sociales más vulnerables y, paradójicamente, quienes acceden a la universidad pública y gratuita son los hijos de las clases media y media alta
Y no se trata sólo de un factor económico. El sistema educativo fracasa mucho antes, pero sus efectos se ponen en evidencia en la educación superior.
Lo normal es que un joven de un hogar humilde no tenga en su horizonte estudiar una carrera universitaria, entre varias cosas porque su familia no tiene un mínimo “entorno de educabilidad” (léase, biblioteca, computadora o padres que hayan tenido experiencias educativas superiores), como le gusta definir esta situación a Hugo Juri, ex ministro de Educación de la Nación.
El programa de distribución de netbooks que implementó el Gobierno nacional para los estudiantes de las escuelas secundarias más desfavorecidas da la razón a este diagnóstico y es un punto de partida para salvar inequidades.
El otro motor transformador lo constituyen las becas. Lo ideal sería que cada vez haya más fondos para este rubro, porque la brecha aún es grande.
Rendimiento. El buen rendimiento académico que muestran los becarios de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) debería servir de ejemplo como la oportunidad que no se desaprovecha.
Esto se relaciona con el rendimiento académico de aquellos estudiantes que sí pueden costearse los estudios universitarios y, sin embargo, muestran una trayectoria académica paupérrima.
No hay que olvidar que las universidades públicas y gratuitas están sostenidas por todos los sectores sociales, incluso por aquellos que no participan de este beneficio.
“Quiero ser alguien y para eso hay que estudiar”, dice Mariano, uno de los becarios de la UNC. Y su conciencia sobre la importancia del estudio hoy está recompensada.
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