Algunos analistas indican que protestas universitarias por reforma a educación superior, pueden ser un primer eco.
NO DEJA de llamar la atención que mientras el llamado fenómeno de los “indignados”, es decir movilizaciones masivas de jóvenes protestando por las crisis políticas, sociales y económicas en sus respectivas naciones, se riega como pólvora, en Colombia no haya tenido el menor eco.
¿A qué se debe esa pasividad? Los analistas políticos y conceptos de sociólogos señalan tres elementos básicos en el caso colombiano. En primer lugar, que la cultura e interés de los jóvenes en la política es mucho menor que el que existe en países europeos como España o la misma Francia.
Una prueba evidente de ello fue lo que ocurrió el año pasado con la llamada “ola verde” que surgió en torno a la candidatura presidencial de Antanas Mockus. El entusiasmo juvenil sobre esa opción política se tramitó a través del Internet, pero a la hora de la verdad no se reflejó en las urnas. No hay que olvidar que después de las elecciones el chiste más repetido fue que Mockus había “ganado en el departamento de Facebook pero no más…”.
Un segundo elemento que resaltan los analistas se basa en que, afortunadamente, la crisis económica en Colombia no ha llegado a los límites graves que se han registrado en Europa, en donde el desempleo se ha duplicado en los últimos años y los gobiernos se han visto obligados a drásticos recortes de ayudas y subsidios sociales, afectando de manera sensible el estatus de calidad de vida de las clases medias, que es, precisamente, el rango poblacional mayoritario en donde se ubican gran parte de los llamados “indignados”.
Es claro, por ejemplo, que dentro del plan de ajuste de los países de la Unión Europea, tras las debacles de Grecia, Irlanda y Portugal, y las sombras que se ciernen sobre España e Italia, las estrategias de salvavidas han obligado a todas las naciones comunitarias a apretarse el cinturón, reduciendo drásticamente el déficit fiscal vía recorte de subsidios, exenciones tributarias y otros incentivos, sobre todo en el rango de educación y primer empleo, que llevan muchos años en vigencia.
El tema migratorio también juega un papel importante en estas olas de protestas. El desespero juvenil europeo por no conseguir trabajo, opciones de progreso o ver marchitar privilegios y ayudas estatales tiene, casi por acto reflejo, como válvula de desahogo primaria culpar a los miles de extranjeros que han llegado a sus respectivos países y hoy ocupan plazas de trabajo tanto de mano de obra calificada como no calificada.
Una de las mayores preocupaciones de las autoridades del viejo continente tiene que ver con la forma en que estos movimientos de protesta juvenil hacen eco a las tesis extremitas y radicales de grupúsculos de extrema derecha que culpan de todos los males europeos a los inmigrantes.
En Colombia, obviamente, no hay tal alud de ciudadanos extranjeros ni éstos han desplazado a los trabajadores locales.
Pero…
Sin embargo, hay analistas y observadores que consideran que en nuestro país el movimiento de los “indignados” es posible y que, en realidad, no se ha presentado porque no ha existido un motivo lo suficientemente general, grave y vinculante que obligue a los jóvenes a movilizarse a nivel nacional.
“… Recuerde lo que pasó cuando se anunciaron las bases del proyecto de reforma a la educación y la interpretación sindical y de organizaciones de estudiantes universitarias en torno a que la iniciativa abría la puerta a la privatización de la educación superior pública… Miles de estudiantes salieron a las calles en todo el país, tal como hoy ocurre en Chile, por ejemplo… Le aseguró que cuando el proyecto empiece a ser debatido y aprobado en el Congreso, esa movilización se repetirá y eso bien puede encajar en el fenómeno de indignados…”, precisó un experimentado sociólogo, que pidió la reserva de su nombre por cuanto es docente en una universidad pública.
Fuente: El Nuevo Siglo
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