domingo, 4 de diciembre de 2011

SER PALESTINO ES UN ACTO DE RESISTENCIA


Amira es una refugiada palestina residente en Madrid. Con ocasión del Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino reivindica su condición y la causa de su pueblo, "cercado en una prisión que se llama Gaza".

2008. Una joven con pasaporte español espera que los guardias fronterizos de Israel revisen su documentación. "Adónde vas?" "Voy a Safad" "¿Adónde?"
"A Safad" "Nunca he oido esa ciudad". "Está en Palestina. Un Estado que existía antes de que naciera el tuyo".


Año 2011, pocos días antes de la jornada Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. En un bar del centro de Madrid, Amira reconstruye la primera visita a su tierra. Los ojos claros y el pelo rubio ceniza la alejan del estereotipo occidental de la mujer árabe. Su pasaporte, el que pasó entre las manos de los guardias israelíes, dice que es española. "No me considero española, soy antes que todo refugiada palestina, hija de refugiado palestino", explica.

Amira nació en España hace 28 años, de madre extremeña y padre palestino. La familia de su padre, originaria de Safad, en el norte de Palestina (hoy, en hebráico, Tzfat) huyó del país en 1948, a comienzos de la ocupación. Eran los años de las violencias en las aldeas por parte de Irgun, Haganah o del Grupo Stern. Formaciones paramilitares sionistas que los ingleses, que en aquellos años ejercían su mandato colonial sobre palestina, llamaban terroristas. Los árabes les llamaban ocupadores; la nueva población ebráica de Palestina les llamaba salvadores, combatientes por la libertad. Nomenclatura aparte, consiguieron que miles de familias abandonaran Palestina, la del padre de Amira entre ellas. "Fue un abandono con la idea de volver, llevándose la llave de casa". La llave que hoy es símbolo de un pueblo compuesto por la mitad de refugiados, casi cinco millones de personas en el mundo según la estimación de las Naciones Unidas de 2009.

Hija de refugiado, Amira se considera "ante todo refugiada Palestina", una connotación que las naciones Unidas reconocen a los descendientes de los refugiados. Sentirse Palestina es sentirse parte de un Estado que no existe de forma oficial: "es sentir la pertenencia a una tierra ocupada militarmente", explica Amira. "Las consecuencias de la ocupación son borrarte la identidad a nivel cultural, a nivel social", lo que obliga a "agarrarse a la memoria para no perderla". Desde que era pequeña, en España, en una época en la que "no había tanta multiculturalidad como ahora" siempre fue tratada como española. "Hasta que yo misma me di cuenta de mis orígenes", cuenta recordando los silencios que llenaban su casa cuando en la radio, siempre encendida, se informaba sobre Palestina.


Pero a través de las historias que contaba su padre, de la mezcla de "crecer aquí en España, pero tener una educación cultural de allí", fue llenando el "vacío" que le procuraba su situación. Hasta el día en que llegó a Palestina por primera vez. "Ya en la aduana te das cuenta de que te tratan como palestina, cuando dividen en dos salas quien tenga origen árabe y quien no", recuerda.
Y también el impacto con la propia tierra fue consecuencia de la ocupación. "Cuando llegas sientes que esa es tu tierra y te la han robado. Que han borrado a tu pueblo del mapa. Que hay una situación de apartheid, de racismo y temor al árabe", argumenta.

En su vida diaria en Madrid, donde estudia Relaciones Internacionales después de una carrera de Derecho, a Amira no le hacen falta fechas para recordar a su pueblo, que este martes hace memoria de la aprobación en la ONU de la "resolución 181". "Esta chapa es la de Handala", explica enseñando la pequeña representación de un niño descalzo, de espaldas, que un cómic convirtió en el símbolo de los refugiados palestinos. La lleva en su monedero, lo que la hace menos visible de la kufiyya que lleva al cuello. "Decir 'yo soy palestina' es un acto resistencia, una protesta contra la ocupación", explica.

A 65 años de la resolución que dispuso la creación de un "estado judío" y de un "estado árabe", aprobada el 29 de noviembre de 1947, Palestina queda a la espera de un reconocimiento como Estado por parte de la ONU. En el Consejo de Seguridad, tanto Israel como Estados Unidos han dejado claro que no van a permitir la declaración de un Estado Palestino. "Por supuesto sería un reconocimiento muy importante", admite Amira. Pero antes de seguir alude al muro de 730 kilómteros que divide el país, a la "cárcel llamada Gaza que tiene a un millón y medio de personas que no pueden salir ni entrar" y que no tienen el control de su agua o de su electricidad. Además del congelamiento de ganancias por impuestos y aduanas en nombre de los palestinos que el estado Israelí ha vuelto a aplicar como represalia a mediados de este mes. Ante la situación y las resoluciones de la ONU de las que Israel ha hecho papel mojado en decenas de ocasiones, Amira invita a la reflexión: "¿De qué Estado estamos hablando?"
http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=36511&utm_source=Newsletter&utm_campaign=b2afd52d3b-Newsletter_03_de_Diciembre_2011&utm_medium=email







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