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miércoles, 8 de septiembre de 2010

La catástrofe de los organismos modificados genéticamente en Estados Unidos, una lección para el mundo

F. William Engdahl
Global Research

Los no elegidos potentados de la Comisión de la Unión Europea en Bruselas han tratado de invalidar recientemente lo que repetidamente ha demostrado ser la abrumadora oposición de la población de la UE a que se propaguen los organismos modificados genéticamente (OMG) por la agricultura de la UE. El presidente de la Comisión de la UE tiene ahora un contable maltés como comisionado de sanidad y medio ambiente para dar el visto bueno a la adopción de los OMG. El anterior comisionado de medio ambiente de la UE procedente de Gracia se oponían ferozmente a los OMG. El gobierno chino también ha señalado que puede aprobar una variedad de arroz OMG. Antes de que las cosas vayan demasiado lejos, harían bien en observar atentamente el mayor laboratorio de OMG del mundo, Estados Unidos. Ahí los cultivos OMG son todo menos beneficiosos. Todo lo contrario.

Lo que se elimina cuidadosamente de la propaganda de Monsanto y de otras agroindustrias a la hora de promocionar cultivos modificados genéticamente como una alternativa a los cultivos convencionales es el hecho de que en todo el mundo hasta el presente las cultivos de OMG han sido manipulados y patentados sólo por dos razones: la primera, ser resistentes o “tolerantes” al patentado herbicida químico glifosato altamente tóxico que Monsanto y los demás obligan a comprar a los agricultores como condición para comprar sus patentadas semillas. La segunda característica es que las semillas OMG han sido modificadas genéticamente para resistir a insectos específicos. Contrariamente a los mitos de relaciones públicas promovidos en su propio interés, no existe una sola semilla OMG que proporcione un mayor rendimiento en la cosecha que las convencionales, ninguna que requiera menos herbicidas químicos tóxicos, por la simple razón de que no hay beneficio en ello.

La plaga de las super-semillas gigantes

Como ha señalado el destacado opositor a los OMG y biólogo, el dr. Mae-Wan Ho del Instituto de Ciencia de Londres, las compañías como Monsanto incorporan a sus semillas una tolerancia a los herbicidas gracias a una forma de insensibilidad al glifosato del gen codificado para el enzima atacado por el herbicida. El enzima deriva de la bacteria del suelo Agrobacterium tumefaciens. La resistencia a los insectos se debe a una o más toxinas derivadas de la bacteria del suelo Bt (Bacillus thuringiensis). Hacia 1997 Estados Unidos empezó a cultivar a gran escala plantes OMG por motivos comerciales. En este momento las cosechas de OMG ocupan entre el 85% y el 91% de las zonas plantadas con los principales cultivos de Estados Unidos, soja, maíz y algodón, en casi 171 millones de acres.

Según Ho, está a punto de estallar la bomba de relojería ecológica asociada a los OMG. Al cabo de varios años de aplicación constante de herbicidas patentados de glifosato, como el muy famoso Roundup de Monsanto, han evolucionado nuevas “super malas hierbas” resistentes a los herbicidas como una respuesta de la naturaleza ante los intentos del hombre de violarla. Para controlar a las super malas hierbas se necesita mucho más, no menos, herbicida.
ABC Television, una importante cadena nacional de televisión estadounidense, elaboró hace poco un documental sobre las super malas hierbas titulado “No se puede acabar con las super malas hierbas” [1].

Entrevistaron a agricultores y científicos de toda Arkansas que describían los campos invadidos por gigantescas malas hierbas de Amaranthus palmeri que podían soportar todas las pulverizaciones de glifosato que les hicieran los agricultores. Entrevistaron a un agricultor que había gastado 400.000 € en solo tres meses en un intento frustrado de acabar con las malas hierbas.

Las nuevas super malas hierbas son tan robustas que las cosechadoras no pueden cosechar los campos y las herramientas manuales se rompen al tratar de cortarlas. Sólo en Arkansas esta nueva plaga biológica mutante ha invadido al menos 400.000 hectáreas de soja y algodón. No se dispone de datos detallados de otras zonas agrícolas pero se cree que son similares. Se ha informado de que el pro-OMG y pro-agroindustria Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha mentido acerca del verdadero estado de las cosechas estadounidenses, en parte para ocultar la nefasta situación y para evitar que estalle una revuelta contra los OMG en el mayor mercado de estos del mundo. Una variedad de super mala hierba, la Amaranthus palmeri, puede alcanzar hasta 2,4 metros de altura, soporta fuertes calores y prolongadas sequías, y produce miles de semillas con un sistema de raíces que agota los nutrientes de los campos. Si se la deja crecer libremente, ocupa todo un campo em un año. Algunos agricultores se han visto obligados a abandonar sus tierras. Hasta el momento, además de en Arkansas, también en Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Tennessee, Kentucky, Nuevo México, Mississippi y más recientemente, en Alabama y Missouri se ha detectado la invasión de Amaranthus palmeri en regiones de cultivos de OMG.

Los especialistas en malas hierbas de la Universidad de Georgia calculan que sólo dos plantas de Amaranthus palmeri por cada 6 metros de largo en las filas de algodón pueden reducir el rendimiento en al menos un 23%. Una sola planta de mala hierba puede producir 450.000 semillas [2].

Se está encubriendo el peligro de la toxicidad del Roundup

El glifosato es el herbicida más utilizado en Estados Unidos y en todo el mundo. Patentado y vendido por Monsanto desde la década de 1970 bajo el nombre comercial de Roundup, es un componente obligatorio al comprar las semillas OMG de Monsanto. Usted no tiene usted más que ir a la tienda de jardinería local, pedirlo y leer la etiqueta cuidadosamente.
Como detallo en mi libro, Seeds of Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation, unas compañías que eran fundamentalmente compañías químicas (Monsanto Chemicals, DuPont and Dow Chemicals) desarrollaron en la década de 1970 las cosechas OMG y las semillas patentadas, con un importante apoyo financiero de la pro-eugenista Fundación Rockefeller. Las tres compañías se vieron implicadas tanto en el escándalo del muy tóxico Agente Naranja utilizado en Vietnam, como en el de la dioxina en la década de 1970, y mintieron para ocultar el verdadero daño infligido tanto a sus propios empleados como a poblaciones civiles y militares expuestos a ellos.

Sus semillas OMG patentadas se consideraron un medio inteligente de obligar a comprar cada vez más sus productos químicos agrícolas, como el Roundup. Los agricultores tenían que firmar un contrato con Monsanto en el que se estipulaba que sólo se podía usar el pesticida Roundup de Monsanto. De esta manera los agricultores están atrapados y obligados a comprar nuevas semillas de Monsanto en cada cosecha, además del tóxico glifosato.

En un equipo dirigido por el biólogo molecular Gilles-Eric Seralini, la Universidad de Caen, Francia, realizó un estudio que demuestra que el Roundup contenía un ingrediente, el polyethoxylated tallowamine, o POEA. El equipo de Seralini demostró que el POEA en el Roundup era incluso más mortífero para los embriones humanos y para las células de la placenta o del cordón umbilical que el propio glifosato. Aparte del glifosaro, Monsanto se niega a dar a conocer detalles del contenido de su Roundup alegado que es objeto de una patente [3] .
El estudio Seralini encontró que los ingredientes inertes del Roundup amplifican los efectos tóxicos sobre las células humanas, ¡incluso en concentraciones mucho más diluidas que las utilizadas en granjas y pastos! El equipo francés estudió múltiples concentraciones de Roundup, desde la dosis típica de cultivos o pastos hasta concentraciones 100.000 veces más diluidas que los productos que se venden en el mercado. Los investigadores encontraron que era dañino para las células en todas las concentraciones.
La propaganda del glifosato y del Roundup señala que son “menos tóxicos que la sal de mesa” en un panfleto del Instituto de Biotecnología que promueve las cosechas de OMG como ‘combatientes de las malas hierbas’. Trece años de cosechas de OMG en Estados Unidos han aumentado el uso total de pesticidas en 318 millones de libras en vez de reducirlo como prometían los Cuatro Jinetes del Apocalipsis OMG. La carga extra de enfermedades en la nación a causa de ello es considerable.

En todo caso, tras la introducción comercial de las semillas OMG de Monsanto en Estados Unidos, el uso de glifosato ha aumentado más del 1.500% entre 1994 y 2005. En Estados Unidos se utilizan al año aproximadamente 100 millones de libras de glifosato en pastos y granjas, y en los últimos 13 años se han utilizado en más de mil millones de acres. Según se ha informado, cuando se le preguntó al director de desarrollo técnico de Monsanto, Rick Cole, afirmó que los problemas eran “manejables”. Aconseja a los agricultores alternar cosechas y utilizar diferentes tipos de herbicidas elaborados anteriormente por Monsanto. Monsanto está animando a los agricultores a mezclar glifosato con otros herbicidas, como el 2,4-D, prohibido en Suecia, Dinamarca y Noruega por su relación con el cáncer y con daños reproductivos y neurológicos. El 2,4-D es un componente del Agente Naranja, producido por Monsanto para ser utilizado en Vietnam en la década de los 1960.
Los agriculores estadounidenses se cambia a los cultivos biológicos

Según se informa, en todo Estados Unidos los agricultores están volviendo a los cultivos tradicionales no OMG. Según un nuevo informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, las ventas al por mayor de comida orgánica aumentaron hasta 21.100 millones de dólares en 2008 desde los 3.600 millones en 1997[4]. El mercado es tan floreciente que las granjas orgánicas a veces compiten por producir una oferta suficiente capaz de seguir el rápido ascenso de demanda de los consumidores, lo que lleva a una escasez periódica de productos orgánicos.

La nueva coalición liberal-conservadora en el Reino Unido está apoyando enérgicamente que se levante la prohibición de facto de los OMG en este país. El Consejero Científico Jefe de Reino Unido, Prof. John Beddington, escribió recientemente un artículo en el que erróneamente afirmaba: “La próxima década verá el desarrollo de combinaciones de rasgos deseables y la introducción de nuevas características como la tolerancia a la sequía. Para mitad de siglo puede que sean factibles opciones más radicales relacionadas con rasgos altamente poligénicos”. Continuaba prometiendo “animales clonados con una inmunidad innata a las enfermedades gracias a la ingeniería genética” y más cosas. Muchas gracias, pero creo que podemos prescindir de eso.

Un reciente estudio de la Universidad Estatal de Iowa y del Departamento de Agricultura de Estados Unidos que evalúa los resultados en granjas durante los tres años de transición que cuesta cambiar de producción convencional a producción orgánica certificada demostraba unas ventajas notables de la agricultura orgánica sobre las cosechas OMG e incluso sobre las cosechas convencionales no OMG. En un experimento que ha durado cuatro años (tres de transición y el primer año orgánico) el estudio demuestra que aunque los rendimientos cayeron inicialmente, se equipararon en el tercer año y para el cuarto los rendimientos superaron a los convencionales tanto para la soja como para el maíz.

Del mismo modo, se ha publicado recientemente la Evaluación Internacional de Conocimientos Agrícolas, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (IAASTD, en sus siglas en inglés), [que es] el resultado de tres años de deliberaciones por parte de 400 científicos y representantes no gubernamentales procedentes de 110 países de todo el mundo. Llega a la conclusión de la agricultura orgánica a pequeña escala es la vía que hay que seguir para luchar contra el hambre, las desigualdades sociales y los desastres medioambientales [5]. Como argumenta el dr Ho, se necesita urgentemente un cambio fundamental en la práctica agrícola antes de que la catástrofe agrícola se extienda más a través de Alemania y el resto de la UE hasta el resto del mundo [6].

Notas:
[1] Super weed can’t be killed, abc news, 6 de octubre de 2009. Véase también, Jeff Hampton, N.C. farmers battle herbicide-resistant weeds, The Virginian-Pilot, 19 de julio de 2009, http://hamptonroads.com/2009/07/nc-farmers-battle-herbicideresistant-weeds
[2] Clea Caulcutt, ‘Superweed’ explosion threatens Monsanto heartlands, Clea Caulcutt, 19 de abril de 2009, http://www.france24.com/en/20090418-superweed-explosion-threatens-monsanto-heartlands-genetically-modified-US-crops
[3] N. Benachour and G-E. Seralini, Glyphosate Formulations Induce Apoptosis and Necrosis in Human Umbilical, Embryonic, and Placental Cells, Chem. Res. Toxicol., Article DOI: 10.1021/tx800218n
Fecha de publicación (en la web): 23 de diciembre de 2008.
[4] Carolyn Dimitri y Lydia Oberholtzer, Marketing U.S. organic foods: recent trends from farms to consumers, USDA Economic Research Service, septiembre de 2009, http://www.ers.usda.gov/Publications/EIB58/
[5] International Assessment of Agricultural Knowledge, Science and Technology for Development, IAASTD, 2008, http://www.agassessment.org/index.cfm?Page=Press_Materials&ItemID=11
[6] Ho MW.UK Food Standards Agency study proves organic food is better. Science in Society 44, 32-33, 2009.
F. William Engdahl es autor de Seeds of Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation.
Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=20675

miércoles, 10 de marzo de 2010

Uruguay: el cambio hacia la agroecología es una opción de supervivencia

"Para realmente tener un verdadero ordenamiento territorial sustentable, se requiere un trabajo conjunto, para garantizar un camino que nos conduzca a lograr: soberanía alimentaria a través de sistemas de producción local con base agroecológica, la diversidad y no monocultivos, la descentralización y no la concentración, permitiendo el acceso al agua, a las semillas, a la tierra y al uso de energías renovables diversas".

La globalización neoliberal, las políticas de apertura comercial de nuestras economías y mercados, el continuo y creciente ajuste estructural, junto con el desembarco de las grandes corporaciones agroalimentarias, nos han impuesto sus leyes y sus reglas que pasan por expoliar la naturaleza, crear desequilibrios, generar enfermedades y hambre, a costa de multiplicar sus ganancias y de hegemonizar las cadenas globales de mercancías de forma integrada, es decir, controlar la producción de materias primas, su procesamiento, su comercialización y el consumo.

Tales son las razones por las cuales estamos ante una hecatombe medioambiental caracterizada por la acelerada deforestación, la erosión de tierras, el crecimiento exacerbado de las ciudades (por emigración rural, entre otras causas), la sobreexplotación de los recursos naturales y el aumento de la inequidad.

No es posible transformar la naturaleza en bienes y servicios eternamente, como lo requiere este modelo globalizado e insustentable. La apropiación de recursos naturales con el fin de convertirlos en mercancías, tiene como única finalidad incrementar la ganancia y el lucro, y comienza a ser cada vez más resistida por los pueblos.

Soberanía para la supervivencia

La soberanía alimentaria no se refiere únicamente a la producción de alimentos para evitar el hambre de la población, sino que también implica asegurar que los alimentos sean óptimos para la salud biológica, mental y espiritual del ser humano. En este sentido, es preciso promover un cambio paradigmático en la forma en que se produce el alimento, cómo se distribuye e intercambia, la forma en la que se consume y la manera en la cual el consumidor se relaciona con el proceso de producción.

Si un país no puede decidir sobre la forma de producción de sus alimentos, entonces está muy lejos de tener soberanía alimentaria.

El avance de la “frontera agrícola” impulsado por los agrocombustibles es un atentado contra la soberanía alimentaria de los países del Sur, ya que la tierra para la producción agrícola se está utilizando en forma creciente para alimentar autos. La cantidad de cereales que se necesita para llenar un tanque de casi 100 litros con etanol una sola vez, alcanza para alimentar a una persona durante todo un año. La producción de agrocombustibles incide en forma directa sobre los consumidores, al aumentar el costo de los alimentos.

De todas las actividades humanas, la agropecuaria es la que se aplica a una mayor superficie, lo que nos involucra en un conflicto creciente entre las formas y estilos de hacer agricultura, la satisfacción de las necesidades básicas y la sustentabilidad del ambiente natural.

Más productividad y más pobreza

El control sobre nuestras semillas por parte de las grandes transnacionales como Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer, Dow, Basf, es el primer paso hacia la pérdida de la soberanía alimentaria, debido al cambio de su lógica de producción.

“El capitalismo aprovecha los desastres que provoca para generar nuevos negocios y como éstos generan nuevos desastres, entonces habrá nuevos negocios” (Ribeiro, 2007).

La agropecuaria se encuentra en una estrecha interdependencia con la naturaleza. El sector agropecuario continúa siendo el principal motor exportador del país. Más del 85 por ciento de las exportaciones tiene ese origen: carne, lana, lácteos, cereales, oleaginosos, cítricos, miel, vinos, arroz y madera. Si bien todos aceptan esta importancia económica, todavía son pocos los que se percatan de que este sector está inserto en un sistema ecológico. Nuestras riquezas como país agropecuario y turístico se sustentan en la naturaleza. Este marco determina limitaciones a la producción y al turismo.

En nuestro país existen datos de que si bien aumentó la productividad, ésta produjo una fuerte degradación de los suelos, problemas con el agua (por contaminación orgánica, por nitratos, como por disponibilidad) y aplicación indiscriminada y en aumento de agrotóxicos.

Los pretendidos aumentos de productividad de los modernos paquetes tecnológicos se logran a partir de enormes aportes adicionales de energía y materia. De esta manera cada kilogramo extra que se obtiene desde la tierra requiere proporcionalmente más y más aportes, de donde la eficiencia de todo el proceso, en vez de crecer, se reduce. Si bien los rendimientos por hectárea aumentan, ello requiere insumos cada vez más caros, intensivos, sofisticados y muchas veces contaminantes. Buena parte de estos impactos ambientales pasan desapercibidos por su carácter difuso, tal como sucede con la erosión o la alteración de los ciclos hidrológicos, lo que hace que sea difícil ponerlos en evidencia.

Sin embargo, un correcto balance de la productividad agropecuaria debería incluir esos costos ambientales, ya que posiblemente muchas actividades que hoy se definen como rentables en realidad estarían generando déficits económicos que son trasladados al Estado o el resto de la sociedad. Asimismo, se está agudizando la concentración de la tenencia de la tierra, la extranjerización de la misma, la compra de agroindustrias nacionales por parte de capitales extranjeros y la disputa de los recursos naturales de nuestro país por las grandes potencias mundiales y sus megaempresas. En menos de seis años el 24 por ciento de la tierra del país cambió de manos, principalmente en beneficio de extranjeros. Desde 2000 hasta el primer semestre de 2006 se vendieron en Uruguay 3,9 millones de hectáreas que representaron casi el 24 por ciento de la superficie del país.

Al igual que en el caso de los monocultivos de eucaliptos, pinos, caña de azúcar, soja y otros, el problema no es el árbol o la leguminosa o la gramínea, sino el modelo tecnológico productivo en el que se lo implanta. Todos estos cultivos y plantaciones tienen en común los problemas que causan: lesionan los derechos territoriales de los agricultores, erosionan el suelo, alteran el ciclo del agua, contaminan con agrotóxicos, eliminan otros ecosistemas y reducen la biodiversidad.

Por un modelo en beneficio de las mayorías

La sustentabilidad y la agricultura saludable exceden la mera conservación de los recursos naturales y del medio ambiente para convertirse en la expresión de un desarrollo económico y social equitativo.

El pasaje de una agricultura convencional a una sustentable es un proceso lento, complejo, que difícilmente se da en forma natural. Significa disponer de un conjunto de instrumentos económicos, sociales y políticos, así como tecnológicos, que orienten a productores y consumidores hacia una agricultura saludable.

En muchos países de Europa los agricultores son subsidiados por entender que la agricultura no es sólo producir un commodity (materia prima), sino que implica una serie de valores, una cultura, que debe ser resguardada, preservada y reconocida. Mientras tanto, en nuestro caso se atenta directamente contra un desarrollo rural integrado. Es indudable que favorecer un sistema productivo diversificado, que conserve el paisaje rural y productivo, permitiría mantener la calidad ambiental, preservar la biodiversidad, proteger el recurso suelo, administrar sosteniblemente las cuencas hidrográficas y sostener a la familia en el campo.

Nuestro país deberá aplicar ingentes y continuados fondos en sus sistemas de educación formal e informal “desde la base”, educar para la vida, formar seres humanos con capacidad para asumir críticamente la cultura dominante y transformarla. Deberá apoyar medidas y legislar para regularizar el uso, tenencia y extranjerización de la tierra, promover un ordenamiento ambiental y territorial participativo y sustentable, garantizar apoyos permanentes a la agricultura diversificada, la producción agroecológica, la agricultura familiar y la juventud rural, promoviendo la utilización de tecnologías apropiadas.

La agricultura convencional tiene impactos en el suelo (cambios en la microflora, microfauna, erosión), en la biodiversidad (simplificación de los sistemas, corrimiento de la frontera agrícola-ganadera), en la desaparición de especies nativas, en la salud de los consumidores y de los trabajadores rurales (residuos de agrotóxicos), contaminación de cursos de agua, contaminación genética (transgénicos), contaminación de aire. Todos estos impactos negativos no son calculados para fijar el precio final de los productos (trigo, leche, carne, frutas, verduras), pero deberían ser incorporados al precio final y considerarlos como lo que son: costos.

Así se verá claramente que la agricultura convencional no sólo es social y ambientalmente perjudicial, sino que ni siquiera es económicamente viable.

La oposición a la generalización de la producción agroecológica no tiene base en conceptos técnicos o económicos, sino ideológicos y políticos.

Para realmente tener un verdadero ordenamiento territorial sustentable, se requiere un trabajo conjunto, con todos los actores de una región, para garantizar un camino que nos conduzca a lograr: la soberanía alimentaria a través de sistemas de producción local con base agroecológica, la diversidad y no los monocultivos, la descentralización y no la concentración, permitiendo el acceso al agua, a las semillas, a la tierra y al uso de energías renovables diversas.
Como señaló el teólogo brasileño Leonardo Boff: "No basta solamente con adaptarse a la nueva realidad, ni es suficiente aminorar los efectos dañinos del calentamiento global, sino que hay que ir a algo más profundo: hay que refundar el sentir de la vida, hay que recrear una nueva espiritualidad, es decir, un nuevo sentido más amplio de nuestro pasar por este mundo, de nuestra coexistencia como seres humanos, para hacer que la Tierra, la humanidad, puedan y sigan teniendo futuro".

Colaboración de Fernando Queirós Armand Ugón para RAPAL Uruguay, Ingeniero agrónomo, docente y productor agroecológico
Biodiversidadla.org

jueves, 14 de enero de 2010

La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe

La agropecuria será el sector más afectado por el recalentamiento

Por Daniela Estrada
DiarioDigitalRD.Com

América Latina debería aprovechar el tiempo para buscar un nuevo modelo de producción, consumo y distribución adaptado al cambio climático. Pero sin un acuerdo mundial para reducir las emisiones contaminantes, para 2100 podría perder casi 137 por ciento de su producto interno bruto.

Esa es la conclusión del estudio "La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe", presentado este miércoles por la Cepal en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15), que se desarrolla hasta este viernes en la capital danesa.

El informe de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) no ingresa en consideraciones sobre el modelo de mercado imperante en las negociaciones climáticas, que soporta una lluvia de críticas en Copenhague, ni ofrece información específica sobre el impacto de este fenómeno en sectores más vulnerables, como la población femenina o los indígenas. Una nueva fase de estudios debería incluir esos impactos específicos, reconoció Joseluis Samaniego, supervisor del informe, coordinado y redactado por Luis Miguel Galindo y Carlos de Miguel.

"Aprovecha este tiempo que tienes para cambiar lo que consumes y produces, para tomar decisiones que te vayan 'descarbonizando', para ir revisando la forma en que crecen tus ciudades. Ahora lo puedes hacer con más holgura que en el futuro", dijo a Tierramérica Samaniego.

"Si además quisieras participar en la compra del 'seguro colectivo' (acuerdo mundial de mitigación), la parte que te toca no es demasiado cara", según el director de la División de Desarrollo Sostenible y de Asentamientos Humanos de la Cepal, con sede en Santiago de Chile.

Con datos de 15 países --Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay--, la Cepal proyectó los costos del cambio climático en América Latina hasta 2100 en dos escenarios extremos.

En el primero, A2, no existe mitigación de emisiones, y en el segundo, B2, está considerado un acuerdo mundial de reducción de la contaminación climática, como el que se discute en Copenhague.

"En el mejor escenario, con mitigación, la pérdida (al año 2100) puede ser de 34,3 por ciento del producto interno bruto (PIB) de América Latina a valores presentes. Repartido anualmente a lo largo del siglo, es menos de uno por ciento del PIB, dependiendo de la tasa de descuento que se use (valoración del futuro)", explicó Samaniego.

"En el peor escenario, el impacto es de casi 140 por ciento de la riqueza actual. Es decir, las pérdidas que se registrarán durante el siglo XXI serán una vez y media la riqueza que existe hoy, que es más de un punto porcentual del PIB por año", acotó.

Suponiendo que América Latina estabilizara sus emisiones a los volúmenes de 2002, y que el valor de la tonelada de dióxido de carbono fuera de 30 dólares, los planes para reducir gases costarían a la región 2,2 por ciento de su PIB en todo el periodo, apuntó el experto.

Entonces, participar del "seguro colectivo" sería barato, insistió. La Cepal estima que entre 2005 y 2100 las emisiones totales de dióxido de carbono, principal gas invernadero, crecerán promedialmente 1,5 por ciento en la región, aunque con diferencias entre los países.

El sector agropecuario será el que más sentirá los daños, pues se esperan aumentos de temperatura de entre uno y seis grados y modificaciones en los patrones de lluvias. También se prevén que continúe el actual derretimiento de glaciares en países andinos y mayores eventos climáticos extremos en el Caribe, América Central y los trópicos y subtrópicos de América del Sur.

Por el aumento del nivel del mar pueden desaparecer los manglares costeros de Brasil, Colombia y Ecuador, y estarán seriamente amenazadas zonas ribereñas de Argentina y Uruguay.

En Argentina, Chile y Uruguay al principio la suba de las temperaturas puede repercutir positivamente en los rendimientos agrícolas, si no se presentan plagas, o derretimiento excesivo de glaciares en el caso de los dos primeros. Pero a largo plazo el escenario será negativo.

Para 2100 las tierras degradadas en Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú oscilarán entre 22 y 62 por ciento del territorio, y los costos anuales asociados a los desastres meteorológicos pueden pasar de los 8.600 millones de dólares registrados entre 2000 y 2008, a 250.000 millones de dólares.

Ante estos escenarios, los estados deberían ordenar el territorio, generar información pública y promover instrumentos de garantías en caso de desastres, propuso Samaniego.

El mercado, por su parte, "no debería resistir los cambios". "Hay ganadores y perdedores, pero si el mercado comparte la visión de largo plazo, si accede a la información, es más fácil que se adapte y sea menos resistente", planteó Samaniego.

Para Ana Romero, directora ejecutiva de la no gubernamental Presencia Ciudadana Mexicana, "tenemos que pensar cómo cambiar nuestros mercados porque la forma como se desarrollan no va de la mano de la perspectiva ambiental".

"Estamos explotando, explotando y explotando nuestros recursos naturales, sin pensar en el largo plazo", dijo Romero a Tierramérica. Además, se necesitan estudios sobre el impacto diferenciado del cambio climático en las mujeres y los pueblos indígenas, dos de las poblaciones más vulnerables, acotó.

A juicio de Samaniego, es posible mejorar la calidad de vida de la población y al mismo tiempo combatir el cambio climático, perfeccionando el manejo de los residuos sólidos y de las aguas residuales, y con medios de transporte públicos de calidad.

También se requieren ciudades con servicios descentralizados y accesibles, que minimicen el uso de automóviles, y que el transporte de mercancías sea menos intensivo en materia de carbono. Habría que aplicar una política fiscal que penalice los combustibles fósiles.

"Estos temas requieren una nueva cultura en la gestión pública, de trabajar transversalmente, y también un gran dinamismo del sector privado, y que la sociedad acompañe eligiendo productos ambientalmente amigables", señaló Tierramérica el secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina, Homero Bibiloni.

Una treintena de organizaciones no gubernamentales de la región, presentes en la COP-15, exigieron a los gobiernos de sus países considerar como ejes principales de las estrategias nacionales y regionales la "adaptación y la reducción de la vulnerabilidad".

Se necesita "una distribución equitativa del bienestar y buen vivir, en el que los trabajadores (mujeres y hombres) reciban una justa retribución por su participación en los procesos productivos y de reproducción de la sociedad", afirma la declaración a la que tuvo acceso Tierramérica.

"Esto será una herramienta poderosa para superar los retos que entraña la alta vulnerabilidad y la exposición a eventos amenazantes", concluye.

* Este artículo es publicado por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

domingo, 3 de enero de 2010

El maíz transgénico invade el campo brasileño

.-Para los agricultores, la situación es más grave que en el plantío de soja transgénica. Como el maíz tiene polinización cruzada, el peligro de la contaminación es bien mayor.
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El levantamiento de la Asesoría y Servicios a los Proyectos en Agricultura Alternativa (LAS-PTA), en base a los dados del Ministerio de la Agricultura (Mapa), muestra un escenario nebuloso para el campo brasileño en la próxima cosecha. De las 261 nuevos cultivos de maíz registrados en el Mapa entre 2008 y enero de este año, 146 son transgénicos. Es decir, 56% de las nuevas semillas que están entrando en el mercado son genéticamente modificadas.

El asesor técnico de la LAS-PTA, Gabriel Fernandes, estima que buena parte de las cultivos ya esté a la venta en la próxima cosecha. Él prevé que las empresas del sector fuercen la sustitución del maíz convencional por el transgénico más rápido que ocurrió con la soja.

"La información que más llama la atención es que, como existe una concentración muy fuerte en mercado de semillas, son cuatro, cinco empresas que controlan el sector, lo que creemos es que en poco tiempo esas empresas irán a sacar del mercado las variedades no-transgénicas. Y van a dejar solamente las transgénicas. Creo que este es el gran señal de alerta", dice.

Fernandes analiza que la principal disputa debe darse en la fase de la comercialización, ya que muchos países, sobre todo europeos, tienen resistencia al maíz transgénico. En Brasil, como las industrias que usen el genéticamente modificado deberán rotular sus productos, la población podrá rechazar la semilla. Para los agricultores, la situación es más grave que en el plantío de soja transgénica. Como el maíz tiene polinización cruzada, el peligro de la contaminación es bien mayor. El maíz transgénico también deberá ser susceptible a los estiajes y a la creación de resistencia las plagas, como ya ocurre con la soja.

"El gran problema ahora es la contaminación que va a ocurrir. Ese maíz, una vez plantado, va a esparcirse sea por el polen, sea por la mezcla de los granos, y va a contaminar cualquier tipo de maíz que no sea transgénico. El gran desafío hoy es saber como va a ser posible mantener el cultivo convencional o agroecológico sin la contaminación", dice. La comercialización del maíz transgénico fue liberada por la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio) en 2008.
Kaosenlared.net

Más información:
América Latina
Brasil
Ecología

viernes, 27 de marzo de 2009

Argentina: El agro- Reportaje a la Dra. Graciela Gómez

"El agrocidio es el exterminio del agricultor, del verdadero campo, la soja no es campo"
25/02/2009, Por Silvia L. Paglioni

Reportaje a la Dra. Graciela Gómez, abogada y escribana.Para que conzcamos la realidad y nos comprometamos como sociedad de alguna manera.

Graciela Gómez es abogada y escribana, nacida en Romang, Santa Fe, Argentina. Actualmente vive en Buenos Aires. Es una mujer que personalmente admiro profundamente por su tremendo coraje para denunciar públicamente el agrodicio y genocidio que cometen algunos grandes productores, y las multinacionales: “usándonos como laboratorio a gran escala”, ante la omisión e inacción de gobiernos y como consecuencia del uso de fertilizantes y agroquímicos, como el glisofato, que se utiliza en la soja. “Sufro de amenazas verbales o usan a terceros para hacérmelas llegar, típico de cobardes. Me molestó, y mucho, el “apriete“ de un funcionario público, pero como bien decía Quevedo: “Donde no hay justicia es peligroso tener razón, ya que los imbéciles son mayoría”, a lo que quiero agregarle: los ignaros también.” Es conmovedora también su solidaridad hacia los semejantes que sufren este flagelo, porque su misión en la vida es de ser la voz de los que no tienen voz: “Veo miedo en la gente para denunciar. Hay que demostrarles con hechos que se puede, denunciando los atropellos que sufren. Hay que generar la confianza suficiente para que sepan y vean que podes ayudarlos, sin lucrar como lo hacen muchos, pasando la gorra después de una charla sobre fumigaciones, hay gente así, cuya única finalidad es lograr un puesto en algún ministerio y salir en los medios, amebas de los logros de otros. Los políticos se acercan para tratar de sacar algún rédito, pero poco les importa la salud de los afectados, la gente no confía en ellos.” Graciela, una mujer argentina muy valiente, sin velos en los ojos, ni “pelos” en la lengua. Reportaje para que conozcamos la realidad y nos comprometamos como sociedad de alguna manera.

Reportaje de Bahianoticias.com

¿Cuándo comienza en tu vida esta dura lucha por esta causa y por qué?. ¿Cuál fue la situación que te hizo decir basta! y te comprometiste a ayudar a la gente y que se conozca esta realidad?

Desde que tomé la determinación de estudiar Derecho y ante un anterior intento para seguir la carrera de Medicina, siempre supe que hay una función y una misión que debo cumplir, aquí o donde sea, y es entre otras cosas: Ser la voz de los que no tienen voz.

Fuente: Eco Portal
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rdnatali@ecoportal.net Director: Ricardo Natalichio

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