lunes, 27 de abril de 2009

El cuerpo, el mundo y la historia

El mapa de los cuerpos
por: Mona Torres Publicado el 22 de abril de2009

Leo mi cuerpo como si fuera una traducción literal de las horribles condiciones de vida actuales (El cuerpo, el mundo y la historia): fui al Norte de la Argentina y no me pesqué dengue (El Dengue), pero aviesos insectos caminaron por mí y dibujaron senderos de tortura: un mapa donde el lago mayor está situado en mi espalda sufriente y llagada.
Aunque si leo el cuerpo de los que, menos favorecidos, me rodean, encuentro que alguien se ha puesto a traducir el infierno medieval en el pleno siglo XXI (El lado oscuro del Cristianismo)
La pobreza y la desinformación -en la “era de la información”- hacen estragos -y no es una idea demasiado original la que expreso.

En Argentina, en Paraguay, Brasil, hay en estos momentos una epidemia de Dengue -lo inicio con mayúsculas para que nadie se distraiga de la palabra-, y una se entera por casualidad que en uno y otro hospital de, por ejemplo, Buenos Aires, ha muerto gente contagiada
Pero también ve por televisión que “todo está controlado”, o acaso, como ingenua explicación, que los químicos con que se fumigó en prevención antes de que empezara el verano “estaban vencidos.

La historia es cruel y se repite y los males del mundo se repiten con ella. ¿Acaso no fueron las guerras y hambrunas las que se tradujeron en epidemias que diezmaron la población de las ciudades de la Edad Media? ¿Y cuántos pasos dimos -especialmente en salud- para alejarnos de la Edad Media?

Que las enfermedades y los síntomas hayan cambiado de nombre no los hace más ligeros; que la gente de clase media muera en su cama cercana a los cien años no nos distancia de los 25 años promedio de vida medieval, ya que hay demasiados chicos que terminan su vida diariamente por hambre, o infecciones provocadas por comida proveniente directamente de la basura.

Yo, antes, escribía cosas más lindas

Sí, es solo que a medida que envejezco, veo, y tomo conciencia, quizá toda la que nunca tomé.
Me gustaría escribir, si acaso me impusiera hacerlo sobre enfermedades, de los males románticos, de los que en siglos ya pasados aquejaron a poetas, pintores, gente de genio o señoritas deliciosas al estilo Margarita Gauthier, que para la ópera se llamó Violeta, la Traviata (Guiseppe Verdi)

Pero mi tango es más duro actualmente, o quizá tan sólo es más real porque sucede ahora. Que Poe nos mire desde cielos borrachos -¿no, Joise?- debatirnos, no quita intensidad a las “infracciones” que hacen o hacemos contra nuestra salud.

Por otra parte los individuos ya no son un problema, a cada uno con lo suyo.

La sociedad donde se come y se bebe en exceso o no se come y no se bebe en absoluto lo es -o el vampirismo de comernos unos a otros con bondad…

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