lunes, 14 de julio de 2008

Es preferible la sensatez respecto de Irán



(IAR Noticias) 14-Julio-08

La actual política estadounidense de disuasión del régimen iraní carece de realismo y podría agravar los conflictos en Oriente Medio.

Por Zbigniew Brzezinski (*) - The Washington Post / Clarín


La actual política estadounidense en relación con el régimen de Teherán casi seguramente derivará en un Irán con armas nucleares. La presunta combinación inteligente de "palos" y zanahorias , que comprende frecuentes alusiones oficiales a que la opción militar estadounidense sigue sobre la mesa , no hace más que intensificar el deseo de Irán de tener su propio arsenal nuclear.
Es una pena. Semejante política dura de palos y zanahorias puede funcionar con los burros, pero no con países serios. Los Estados Unidos tendrían más posibilidades de éxito si la Casa Blanca abandonara sus amenazas de acción militar y sus llamados a un cambio de régimen.
Hay países que podrían haberse convertido con rapidez en estados nucleares de haber recibido un trato similar. Brasil, Argentina y Sudáfrica tenían programas de armas nucleares pero renunciaron a los mismos, cada uno por motivos diferentes. Si los EE.UU. los hubieran amenazado con un cambio de régimen en caso contrario, probablemente ninguno de ellos habría cedido. Sin embargo, cuando los palos y las zanahorias no lograron impedir que India y Paquistán adquirieran armas nucleares, los EE.UU. se apresuraron a cambiar de actitud, optando por mantener buenas relaciones con ambos países en lugar de cultivar la hostilidad. Qué le sugiere eso a las autoridades iraníes Una actitud fructífera respecto de Irán tiene que comprender tanto los intereses de su seguridad como los de la nuestra. Un ataque aéreo estadounidense contra las instalaciones nucleares iraníes, o un ataque israelí menos efectivo, no harían más que retrasar el programa nuclear de Irán. En ambos casos se responsabilizaría a los EE.UU., que tendrían que cargar con el costo de las probables reacciones iraníes. Casi seguramente eso implicaría una desestabilización en Oriente Medio, así como en Afganistán, además de serios intentos de interrumpir el flujo de petróleo, lo que generaría por lo menos un marcado aumento de precios que ya son altos.
Dados los objetivos explícitos de Irán -capacidad nuclear pero no armas nucleares, así como el presunto interés por analizar temas más amplios relacionados con la seguridad estadounidense-iraní-, una política realista aprovecharía esa vía para ver qué resultados pueden obtenerse. Los EE.UU. podrían indicar que están dispuestos a negociar, ya sea sin condición alguna de ambas partes (si bien reservándose el derecho a interrumpir las negociaciones si Irán se muestra intransigente), o a negociar sobre la base de una disposición iraní a suspender el enriquecimiento a cambio de una simultánea suspensión estadounidense de importantes sanciones económicas y financieras.
Una actitud más amplia y flexible aumentaría las perspectivas de un acuerdo internacional que contemplara el deseo de Irán de contar con un programa autónomo de energía nuclear, al tiempo que minimizaría la posibilidad de que el mismo pudiera transformarse con rapidez en un programa de armas nucleares. La idea tan difundida de un Irán suicida, que detonaría su primera arma nuclear contra Israel, es más producto de la paranoia y la demagogia que de un cálculo estratégico serio. No puede ser la base de la política estadounidense, y tampoco debería serlo en el caso de la política israelí. Una ventaja adicional es que podría contribuir a devolver a Irán a su tradicional función de cooperación estratégica con los EE.UU. en lo que respecta a estabilizar la región del Golfo.

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(*)Ex asesor de Seguridad del Gobierno de EEUU
Copyright Clarín y The Washington Post, 2008.
Traducción de Joaquín Ibarburu.

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