Jorge Eliécer Gaitán |
Fue el líder, el caudillo, el gran tribuno, el humilde, el sencillo, el profesor, el abogado penalista, el defensor de las clases desposeídas. Partió hacia el infinito, y para la posteridad, como consecuencia de las maquinaciones de los Centros Oligárquicos que han regido su nación amada. A partir de ese sacrificio se hizo grande, más grande de lo que era; estrella inalcanzable, modelo a seguir e inspirador de las mejores causas.
Nació en Bogotá, en el año de 1903, y muy joven se graduó de abogado en la Universidad Nacional; posteriormente, en 1927, en Roma (Italia), tierra de grandes penalistas, con la tesis “Criterio Positivo de la premeditación”, obtuviera con las mejores notas, el Doctorado en la especialidad de Derecho Penal. De él, dijo su profesor Enrico Ferri, quien con su paisano Garófalo constituía una combinación de célebres penalistas, lo siguiente: “Un paso ulterior en el problema de que tratamos se ha dado por Gaitán, alumno de mi Escuela de Aplicación, quien propone una clasificación de los delincuentes que premeditan. De la misma manera como Angliolini, clasificó los delincuentes culposos, y yo he clasificado los delincuentes dolosos, Gaitán distingue los delincuentes que premeditan en: Constitucionales (temperamento reflexivo); pasionales, egocentristas (delincuentes habituales) y condicionales (que subordinan la ejecución del propósito a alguna circunstancia ulterior). Constituye ésta, una clasificación substancialmente exacta y prácticamente útil”.
Fue de clase media, no de la crema colombiana, quien con sacrificio pudo estudiar y ser luego un gran penalista. Su profesión de Abogado Penalista y el éxito que obtuvo en la misma, quizás lo catapultaría al campo político, llevándolo a militar en el Partido Liberal.
No solamente su actividad se circunscribe en el campo jurídico, EL MISMO HABRÍA DICHO QUE SE HABÍA QUEMADO LAS PESTAÑAS ESTUDIANDO A MARX, LENIN Y ENGELS, PADRES FORJADORES DEL MATERIALISMO CIENTÍFICO.
En 1932, fundó su propio partido llamado Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria, del cual se ha de colegir que no tuvo gran arraigo, por cuanto posteriormente, lo llevó a reintegrarse al Partido Liberal, en el cual descolló por todo lo alto, ocupando las mejores posiciones. Al extremo que ya en 1946, se había disputado la candidatura presidencial de su partido con Gabriel Turbay, por cuyo enfrentamiento el Partido Liberal perdió las elecciones, posibilitando el triunfo del conservador Ospina Pérez, después de 16 años consecutivos de gobierno liberal.
La derrota liberal hizo posible que el Dr. Gabriel Turbay, apesadumbrado, se retirara a Europa, en donde, posteriormente moriría, para que entonces Gaitán se convirtiera en el líder único e indiscutible del Partido Liberal.
A partir del triunfo conservador en la persona de Ospina Pérez, se desató en la República una gran hostigación y persecución a cuanto liberal consiguieran a su paso, con la finalidad de extinguir al partido derrotado.
El país, con el triunfo conservador, estaba inmerso bajo un clima de inseguridad social, institucionalizándose el crimen político como un ingrediente deformado de la política, mientras que en el orden económico, el costo de la vida ascendía vertiginosamente. Situaciones éstas, que influyeron para que Gaitán, realizara en la Plaza Bolívar, un gran acto de masas al cual asistieron miles de personas para demandar al gobierno, rectificaciones en sus políticas. Este gran acto cívico, fue denominado “El Mitin Del Silencio”, Mitin de la Paz, pues en él no se haría demostraciones de euforia o frenesí entre la elocuencia de Gaitán. Solo se levantaría las banderas y pancartas en el momento culminante de la oratoria, en consecuencia no se aceptaría ni un grito o gesto destemplado. Gaitán en su discurso, demandaba, respeto por los ciudadanos colombianos, cese a la represión o persecución.
“Señor Presidente, bajo el peso de una honda emoción, me dirijo a vuestra excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria. Dos horas tiene esta inmensa multitud en esta plaza. Y no se ha escuchado, sin embargo, un solo Grito, porque en el fondo de los corazones sólo se escucha el golpe de la Emoción.
Así hablaba ese gran tribuno y orador de masas; no hay parangón entre la lectura de sus discursos y el verlo directamente en el púlpito, con sus poses teatrales, gestos y mímicas que socavan en los corazones la emoción, el frenesí y el aplauso. Su estilo puede resumirse así: Principiaba a hablar en tono bajo, casi silente, y lentamente se iba transfigurando como el Liberador de las batallas, y entonces su garganta se tornaba en la voz rugiente del pueblo, con acentos apocalípticos y lacerantes imprecaciones; y la ardentía de su imaginación arrojaba sobre el auditorio fulgores de elocuencia, llamas de pasión que incendiaban en sublime frenesí a las multitudes”
A la 1.45 pm del viernes 09 de abril de 1948 murió, victima de un desalmado cuyo nombre fue Juan Roa Sierra. Se aproximaba las elecciones de 1950 y Gaitán era virtualmente candidato del Partido Liberal, y se le asomaba como seguro ganador.
Un escritor colombiano había vaticinado tres años antes que Gaitán sería Presidente, a menos que le estalle una bomba atómica en el bolsillo.
En horas del mediodía, saliendo de su bufete, acompañado de unos partidarios, se dirigía a almorzar, cuando a las puertas del edificio, la figura inoportuna de Juan Roa Sierra, hizo acto de presencia, para convertirse en el tristemente célebre asesino del Dr. Gaitán, justamente cuando en la ciudad capital colombiana, se desarrollaba la IX Conferencia de Países Americanos, con la presencia del joven estudiante cubano de 21 años, Fidel Castro, futuro líder de la Revolución Cubana
Al saberse la fatal noticia, en todo el país estalló una vorágine de violencia, cuyo epicentro fue la ciudad de Bogotá, en donde se desarrollaron intensas actividades de desorden social, traducidos en incendios, saboteos, bombardeos y un saldo aproximado de 300 mil muertos, razón por la cual estos hechos llevan la etiqueta del “Bogotazo”.
Su asesino, Juan Roa Sierra, murió linchado por una multitud embravecida, el pueblo con sus propias manos quiso hacer justicia.
Sin embargo su muerte no fue vengada al morir su victimario, pues las revueltas populares, que más bien pudo haber sido el puntillazo para derrocar al gobierno de Ospina, solo sirvió para que seis liberales conformaran un nuevo gobierno en virtud del acuerdo de la cúpula oligárquica del Partido Liberal y del Conservador. Con este acuerdo se conjuraba la crisis, y el país quedaba lacerado emocionalmente, frustrado, ante la carencia de un líder que recogiera las banderas caídas y las llevara al triunfo definitivo.
Dr. José Marquez
Periódico Voz Alternativa UCV abril 2011.
Fuente: Colabero
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