Julia Sotelo fue viuda cuando los paramilitares asesinaron a su esposo, dirigente del Partido Comunista Colombiano. Foto: Àlvaro Angarita, VOZ |
“En el Magdalena a las madres las obligaban a buscar los cuerpos de sus hijos por días, los cadáveres que los paramilitares mataban y botaban lejos. A otras les ordenaban no darles sepultura. A las celosas les exigían barrer las calles a pleno sol. A las que eran habladoras las amarraban a un palo todo el día. A las que usaban faldas cortas les rapaban el pelo o les marcaban la piel. A las que acusaban de infidelidad las mataban. A las que señalaban de ser colaboradoras de la guerrilla las torturaban y las violaban, como trofeos de guerra. A las campesinas las mandaban a lavar la ropa y las botas ensangrentadas y les decían que tenían que cocinarles.
¿Quién les decía que no?
Una joven colombiana, víctima por los paramilitares. Foto: Dick Emanuelsson |
En Orihueca, por ejemplo, a las mujeres de los obreros y campesinos las secuestraban todas las noches y las llevaban a pernoctar con los paramilitares. Las montaban en las camionetas y luego se las repartían como quien reparte vacas. Y cuando no se movían o no se dejaban acariciar, por el asco que les producía, las torturaban con puñales, les laceraban el cuerpo. Las violaban en público y en plena calle del pueblo.Está el caso de la mujer de Piñuela, a quien el asesino de su esposo la forzó a convivir con él en su propia casa. La forzó a cobrar la pensión de su esposo asesinado para gastarse la plata en parranda. Tuvo que parir el hijo de su victimario y fue presionada a ir con él al campamento en donde cometían crímenes. Un día, en medio del miedo, escapó como pudo y lo denunció
Una mujer colombiana, viuda después que el ejercito y los paramilitares asesinaran a su esposo, dirigente sindical bananero. Foto: Voz |
También acosaban sexualmente a todas las niñas de los pueblos. En las escuelas, los chicos no se atrevían a enamorarlas porque ya tenían dueños. Como Silvia, que apenas con 13 años estaba destinada a ser mujer de varios paramilitares y no se les permitía a los chicos mirarla. Si lo hacían firmaban su sentencia de muerte.No puedo olvidar −no borraré de mi memoria− a una niña de 12 años que fue llevada a empujones, llorando por el camino a pie que va a la finca La Guachatela, en la Sierra, en donde su padre negoció su castidad con el patrón, el mismo que compraba la virginidad de las niñas menores de 14 años en 5 millones de pesos. Cuando llegó la encerraron durante 15 días. A las afueras estaba rodeada por hombres armados. Daba gritos cuando el patrón se acercaba a besarla, cuando la tocaba con sus manos asesinas. Hoy cuenta con dolor que era un viejo de 60 años, y que a pesar del tiempo ella sigue sintiendo asco de su cuerpo, y no ha podido olvidar
.No es fácil contar estas historias. Las mujeres que se atrevieron a relatarlas son las valientes que vencieron el dolor y la vergüenza. Han resistido y siguen resistiendo porque en el Magdalena muchos actores armados siguen en el territorio. Son ellas quienes reclaman respeto, las que no quieren más violencia feudal, ni más patrones o caciques que prostituyan a las niñas. Las que quieren sentirse bellas y dignas, capaces de inventar, de conocer, de soñar con que el amor existe”.
ENLACE: MUJERES FNRP-HONDURAS
http://mujeresfnrp.blogspot.com/2011/11/colombia-las-secuestraban-para.html
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