Parada de Línea y Paseo, Vedado habanero, 2012. Foto Isbel Díaz Torres Cuba |
Personalmente no tengo ni la mínima idea de en cuanto inexorablemente se remonta la deuda per cápita que cada uno le debemos al sistema transnacional bancario y empresarial que gobierna este mundo; pero tengo la seguridad de que tendría que vivir más de siete vidas completas para amortizarla siquiera. Es decir, las generaciones venideras sin haber nacido ya deben dinero en el reino de este mundo, y ciertamente tendrán ellas, como yo, que trabajar para alguien a quien no conocemos, y que nuestros gobiernos ni siquiera se toman el trabajo de informarnos.Por otro lado, desde el mismo momento en que constitucionalmente hay una plataforma ideológica cerrada, la cual no sólo rige los principios económicos y políticos de la nación, sino también las políticas educativas y culturales de la sociedad, limita en gran medida las libertades y derechos de sus miembros a esta plataforma.(1) No guarda ninguna relación porque el marxismo en la sociedad cubana en su versión soviética no sólo es anacrónico, sino que ha sido fuerte y felizmente rechazado. Un significativo número de miembros de distintas generaciones, círculos de individuos que conviven en esta sociedad posrevolucionaria leyeron y se apropiaron de un Marx desgermanizado y desovietizado; establecieron un diálogo fecundo y plural con Marx y la tradición socialista y marxista en general, es decir antimimético y crítico. Colocaron al marxismo y al socialismo más en sintonía con los sentidos de la modernidad y la sobremodernidad cubanas, con los sentidos de los intereses emancipatorios de la historia colectiva de la nación cubana y del espacio geocultural latinoamericano y caribeño.
Este déficit democrático en nuestra sociedad lo estamos pagando muy caro: con nuestro silencio y con nuestra miseria. La propuesta explícita de una sociedad democrática para los cubanos debe convertirse en una necesidad de primer orden, y sólo puede emerger de la sociedad en su conjunto desde un debate/combate político y cultural explícito y permanente: desde abajo hacia todos los puntos del entramado social de la sociedad cubana.
Una vez más la socialización democrática del saber y del poder (de los diversos saberes y poderes) en una sociedad que asume tal responsabilidad es una de las condiciones que presuponen este debate explícito y permanente. Entonces se aplicará por sí mismo el principio del poeta Antonio Machado cuando decía: todo lo que sabemos lo sabemos entre todos. La responsabilidad será de todos y los pactos invisibles serán borrados de la faz insular para instaurar las alianzas rotas de la solidaridad, la cooperación y la colaboración colectivas.
El debate explícito no se puede reducir ni comprender como una catarsis colectiva cada cierto tiempo para refrescar la pantalla de una supuesta “democracia participativa y la libertad de hablar”, ni en revisar políticas sociales y culturales de antaño para hacer juicios finales reprobatorios. Se trata de tomar el cambio democrático de nuestra sociedad con toda la fuerza que implica este principio para regular nuestra existencia y generar el compromiso respecto a tareas personales y colectivas donde vale la pena echar la vida, como lo hicieron nuestros padres en los inicios de la esta Revolución socialista de todos y para todos. Se trata de establecer un debate colectivo explícito sobre el modo de construir una sociedad con más libertad, con más democracia, con más capacidad de diálogo y gestión autónomos; al mismo tiempo de crear condiciones para una cultura humanista y democrática ampliamente accesible a toda la sociedad por múltiples medios y métodos que sean generados y controlados en su mayoría por los mismos ciudadanos.
Y esto implica, desde luego, el rearmar un debate ampliado y explícito de las diferentes posiciones: con argumentación y contrargumentación, deliberación y transparencia de todos los procedimientos y factores que intervienen en el este debate. Implica, por tanto, reconocimiento crítico de muchos tabúes, prejuicios, preconceptos y mitos, elucubrados hasta ahora en los pactos invisibles y ciertos textos aún ilegibles de la sociedad cubana, los cuales deben ser cada vez expuestos a la luz en el marco de este debate explícito sostenido con carácter deliberativo y plural de toda la sociedad cubana
Es evidente que este juego semipolítico -y para nada semiopolítico- de criminalizar e intentar neutralizar a sus contrincantes implícitos sea cuales sean (cuyo foco de atención se concentra en la creciente ciudadanía activamente crítica y política desde cualquier posición disidente (si entendemos disidencia en su prístino origen) por parte de la nomenklatura burocrática del Estado Cubano no llevará a ningún lugar efectivo.
Se trata de un juego implícito y pernicioso que se debe al desconocimiento imperante de la sociedad cubana de quiénes son los distintos representantes, espacios y proyectos del espacio político cubano en el marco del espacio público. Esto sucede porque no existe en Cuba un espacio público y político explícito donde aparezcan efectivamente las voces plurales y diferentes que tienen como referente a una sociedad que prácticamente no las escucha. Y si alguna vez las escuchó también a través de rumores, estuvo obligada a vivir la experiencia infante del mal alumno, al que la maestra le exhorta y a este finalmente la exhortación le entra por un oído y le sale por el otro.
Es decir, si no hay un espacio público explícito para el debate de posiciones, sino existe un espacio político legal con todas las instituciones operativas y administrativas de ese locus político, donde también se efectúe el reconocimiento de los contrincantes, no hay tampoco consistencia, no hay continuidad, y no hay efectividad de ninguna expresión política, ni siquiera de aquella que lleva la voz cantante (y silenciante de las otras). De manera que estamos viviendo en una sociedad profundamente despolitizada. Esto no significa que todo lo que se ha hecho en las últimas décadas y sobre todo en la del 2000 haya sido en vano. Al contrario, significa que el logro de ese espacio explícito, deliberativo, es uno de los objetivos primordiales del movimiento de ideas, del levantamiento de proyectos y la emergencia creciente de iniciativas ciudadanas que se han realizado hasta ahora en la sociedad cubana: iniciativas ciudadanas que sean expresión directa de la diversidad cultural y política de la nación.
Como acostumbraba a decir el estonio Lotman, el cuadro de lo real es mucho más complejo. Pero sin dudas es más o menos visible en el plano de las ideas un campo de fuerzas renovadoras/ revolucionarias y retardatarias/ conservadoras – en lucha donde están implicados agentes, instituciones- que permiten ver que la sociedad cubana a pesar de encontrarse hoy en el ojo del ciclón se aproxima cada vez hacia un cambio radical en todos sus aspectos. Quizás insospechadamente vaya hacia un giro secular decisivo con respecto a los presupuestos y los destinos de sí misma, y quizás el acercamiento a ese giro va a una velocidad no captada con claridad por ninguno de nosotros, y puede también que el giro en sí mismo constituya algo impredecible en el futuro inmediato.
Sin embargo, ¿hay algún modo de cartografiar y definir el marco de correlación de estas fuerzas en el contexto de la sociedad cubana actual? ¿Cuál es el saldo real si se contrasta este específico marco de correlación de fuerzas –que se proyecta cada vez más de una manera pujante en el des-orden interno con el que presenta el esquema geopolítico de la nación? ¿Cuál es el terreno decisivo donde se efectúa esa lucha en estos momentos?
¿Es posible sostener un espacio realmente efectivo y sostenido de libertad de expresión, de asociación y participación de la ciudadanía, es decir, un espacio realizativo de la democracia, en una sociedad donde impera un modelo importado y ya fracasado de Estado y de Constitución de la República?
Un Estado proclamado constitucionalmente socialista y que autofundamenta en el marxismo-leninismo, el cual tiene como uno de sus presupuestos una ideología oficial y constitucional que rige los principios y destinos de una sociedad a través de un partido único que se autoproclama vanguardia de la nación cubana. La inspiración que debe fundamentar los principios de la Constitución cubana no puede emanar de una ideología hermética y anacrónica que no guarda ninguna relación con la institución imaginaria de la sociedad cubana (1). Y sabemos que Martí, como diría Lezama en el balance de esta inspiración le volvió a tocar el bailar con la más fea: la muerte. Es decir, el olvido. Debe emanar justamente de la riqueza de principios, ideales, y constituciones que ha generado la sociedad cubana desde los comienzos de su historia colectiva en pro de su emancipación y desarrollo. Y esa riqueza es plural. El marxismo-leninismo, y el cuerpo de sus principios y prácticas, es a la Constitución de la República como el bloqueo a la Revolución Cubana: una fuente extrasocial que limita con creces el desarrollo de la sociedad en su conjunto. El marxismo-leninismo o cualquier ideología que sea la de la clase política en el poder sólo se puede convertir en una fuente legítima si es compartida con la múltiple constelación de las otras ideologías existentes, con las múltiples tendencias de izquierda, centro y derecha y bajo el signo de una voluntad política de respeto a los principios de la nación cubana de independencia política, desarrollo económico, justicia social, soberanía popular, democracia participativa y protección de los intereses públicos de los ciudadanos.
¿Esto no significa eliminar desde el mismo principio, como efectivamente ocurrió a un amplio espectro ideológico- político, la posibilidad real de pronunciarse políticamente, de expresarse libremente de acuerdo a sus principios y de asociarse? ¿Cuál es la hipótesis que supone esta clausura ideológica que establece una plataforma ideológica monolítica? ¿Qué sólo puede articularse ella en el espacio público y en general en la sociedad civil, por el interés y la seguridad de la nación? Es decir, si la unidad y la soberanía de la nación depende de la resistencia frente al imperialismo y al neocolonialismo y el desarrollo de una sociedad socialista, y se excluyen en principio simultáneamente el amplio espectro de tendencias políticas e ideológicas que no entran en la clasificación del marxismo-leninismo, entonces la tesis es que desde las tendencias más conservadoras de la derecha hasta las tendencias más heterodoxas de la izquierda que no comulgan ideológicamente con el marxismo-leninismo, son sospechosas también en principio y sin discusión previa, de hacer peligrar la soberanía la autoderminación de la nación.
. http://observatoriocriticodesdecuba.wordpress.com/2012/04/02/hacia-donde-vamos/
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