viernes, 25 de marzo de 2011

Urguay: Segundo procesamiento para el dictador Gregorio Alvarez

EL JUEZ RESPONSABILÓ AL "GOYO" COMO COAUTOR DEL HOMICIDIO DE ROBERTO LUZARDO.

Ante el juez. Gregorio Alvarez ingresa al juzgado.
La Justicia dispuso el procesamiento con prisión del ex dictador Gregorio "Goyo" Alvarez, como coautor de un "homicidio muy especialmente agravado". El fallo narra con crudeza la violencia política existente y el feroz enfrentamiento entre el MLN-T y las fuerzas represivas, en los albores del golpe de Estado.

Eljuez penal de 1er. Turno, Juan Carlos Fernández Lecchini, dispuso ayer el procesamiento con prisión del dictador Gregorio "Goyo" Alvarez, como "coautor de un delito de homicidio muy especialmente agravado", por la muerte en el Hospital Militar del integrante del MLN-Tupamaros, Roberto Luzardo, en junio de 1973. El fallo es el segundo enjuiciamiento de Alvarez por los delitos perpetrados antes y durante el golpe de Estado.


Alvarez, entonces jefe del Estado Mayor Conjunto (Esmaco) "era el hombre con más poder y conocimiento en la época en que Luzardo era atendido en el Hospital Militar", y en dicha calidad fue responsable de la omisión de asistencia del militante tupamaro en el nosocomio castrense, ya sea por acción como por omisión, expresa el fallo, al cual accedió LA REPUBLICA.

En este sentido, el magistrado aborda las dos tesis impetradas en la causa: Alvarez ordenó desatender a Luzardo por su presunta vinculación en hechos de sangre, entre ellos, la muerte de su hermano, el coronel Artigas Alvarez; o sin tener implicancias directa en la orden permitía la existencia de una atención insuficiente para todos los detenidos en la sala. Alvarez es responsable en ambas hipótesis, dice.

Gregorio Alvarez "dirigió la organización ilícita que se dedicó a luchar contra la subversión con cualquier medio, incluida la tortura. La tortura activa y pasiva eran instrumentos concebibles entre los necesarios. Por lo que lo de Luzardo, intolerablemente abandonado en un hospital, era previsible y previsto en el marco de la guerra sucia. Mucho más desde que los familiares de Luzardo denunciaron su situación. De modo que el abandono de Luzardo (...) es imputable a la cúpula militar, y específicamente a Gregorio Alvarez", dice el fallo. De los testimonios recabados durante la indagatoria surge que Alvarez visitó a Luzardo en el Hospital Militar, y se quedó mirándolo mientras agonizaba. El dictador "constató tal situación de agonía y se retiró", según señala textualmente la sentencia.

En este sentido, "la omisión en los tratamientos no es un medio inimaginable en una guerra sucia contra el subversivo. Si la tortura activa es un medio imaginable, en procura de información, venganza, intimidación, desmoralización del enemigo, también lo es la tortura pasiva consistente en la omisión de tratamientos provocando el dolor y la decadencia física hacia un estado de salud y moral realmente insoportable", expresa.

OMISIÓN DE ASISTENCIA
La sentencia del juez Fernández Lecchini narra con crudeza el contexto en el cual se produjo la detención y muerte de Luzardo, así como de la "intolerable" situación de abandono a la que fue sometido, por su presunta vinculación con acciones armadas, por su actividad en el MLN-T.

Luzardo fue detenido durante un violento procedimiento en el "Bar Asturias", en agosto de 1972, en el transcurso del cual recibió una grave herida de bala en la médula, siendo trasladado a la Brigada de Caballería Nº 9 y posteriormente al Hospital Militar. El joven fue detenido junto a Ramón Serrano Piedecasas y Henry Engler. El régimen de internación de Luzardo en el Hospital Militar implicó graves omisiones ("vivía permanentemente orinado, defecado y se fue agravando, se le hicieron éscaras, el hedor era importante") las cuales, incluso, trascendieron de la Sala Nº 8 llegando a conocerse en "los cuarteles y las cárceles", señala Fernández Lecchini.

El magistrado estima, además, que la ausencia de historia clínica de Luzardo puede fundamentarse en la incesante omisión de asistencia. "O bien se perdió, o bien se destruyó, o bien se ocultó. El indicio es equívoco aun (...) pero puede acompasarse con la tesis de que a Luzardo dejaron de atenderlo hasta la muerte", expresa el magistrado. Empero, el juez Fernández Lecchini contextualiza la muerte dentro del violento enfrentamiento existente en la época entre "terrorismo de izquierda y terrorismo de derecha", que "se enardecía y cobraba dolorosas víctimas en ambos bandos, lo cual lógicamente producía un umbral más bajo de tolerancia o humanidad en la lucha y en el trato de los prisioneros", siendo Alvarez un "abanderado ideológico y causal de la guerra sucia contra la subversión".

En este sentido, el juez Fernández Lecchini teoriza como otro posible elemento para disponerse la desatención de Luzardo, por sus vínculos con Engler. "El estar junto a Engler podía, razonablemente, en aquellos tiempos, ser una razón para ser el blanco de disparos mortales o del posterior ánimo de no ayudar o dejar morir. Porque Engler fue partícipe de muchos o todos de los actos de sangre o violencia del MLN-T. Estar con Engler no era una buena carta de presentación ante los militares", dice el fallo. "Una desatención como la que se denuncia con respecto a Luzardo es más viable con médicos que no se arraigan en la sala y que obedecen a la cadena de mando castrense", expresa el magistrado. "Contando con las imprecisiones de los relatos de los internados y aun con exageraciones que puedan nacer del dolor y también del odio, en trazos generales se dibuja la situación de abandono de Luzardo y la calidad de la sala 8, que era una dependencia de una sala de torturas, un lugar posterior y previo a las torturas", señala la sentencia.

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