Bosques Arauco impone su ley en territorio mapuche
por: Arnaldo Pérez Guerra
12 de enero 2009
El Clarin: www.elclarin.cl
Arauco, Chilcoco y Tubul.- La cesantía, pobreza y deterioro ambiental en la provincia de Arauco contrastan con las ganancias y el crecimiento de la empresa Bosques Arauco. Su dominante presencia se aprecia en cada rincón, sobre todo en Cuyinco y Chilcoco, reivindicados por comunidades mapuches. Los sitios sagrados están hoy cubiertos de pinos y eucaliptos.
Resultado de la lucha de los mapuches es la reciente declaración como monumento del cerro Colo Colo. Pero aún peligran decenas de sitios arqueológicos por la avaricia de Bosques Arauco, del grupo Angelini.
La forestación –propiciada por el decreto 701 del dictador Pinochet- ha secado napas subterráneas. A eso se agregan las fumigaciones aéreas, tras la “enfermedad de los pinos”, que mataron las abejas de los apicultores de la provincia; el derrame de petróleo en la costa de Llico, y la contaminación y destrucción del humedal Tubul-Raqui, el más grande de la VIII Región. Caso aparte son los pescadores artesanales de Laraquete y Arauco, que han visto desaparecer su única fuente laboral por la contaminación del mar con tóxicos arrojados por Celulosa Arauco.
En 2007, se descubrió un tipo de hongo que provoca malformaciones en pinos y eucaliptos, que se propagó por la VIII y IX regiones, secando los árboles. Bosques Arauco fumigó en Arauco, Curanilahue, Cañete, Los Álamos, Lebu, Tirúa y Contulmo con químicos y pesticidas que contaminaron aguas, siembras y animales, provocando impactos incalculables en la salud y medioambiente. A la empresa sólo le preocupó eliminar el hongo para evitar que la madera perdiera valor. No tomó en cuenta el daño a campesinos e indígenas. Lugareños denunciaron la utilización de químicos prohibidos: Captan 80 Wp, Mancozeb 80% PM y Sopranoc, entre otros. Hubo un aumento de cefaleas, náuseas, ardor de ojos e irritaciones de la piel; también casos de diarreas y fatiga muscular. Apicultores denunciaron que millones de abejas murieron. También afectó a algueros, buzos y pescadores artesanales. En Lebu, las uniones comunales de juntas de vecinos y agricultores dieron cuenta de la muerte de animales, pérdida de cosechas de papas y graves efectos en frutos silvestres. En Los Álamos, el gobernador aseguró que sabía del “programa de fumigaciones” y que “todo estaba en regla” y que Bosques Arauco contó con autorización de la Conama y el Servicio de Salud Arauco.
Problemas ambientales en la zona hay muchos. El humedal Tubul-Raqui es uno de los más grandes del país. Son unas 2.600 hectáreas; la cuenca supera las 20.000. Su flora y fauna están amenazadas por la acción humana. En la caleta Tubul, los pescadores viven del cultivo del alga “pelillo”. Sólo de vez en cuando se dedican a la pesca. “Somos acuicultores, buzos y pescadores. Pero seguimos siendo una caleta pobre. La biodiversidad es mucho menor comparada con la que había antes. Hay erosión y el pino contamina el humedal”, dice Teodoro Leal, dirigente de la Asociación Gremial de Pescadores. “En el humedal hay flora y fauna típica, muy diversa. Se unen el agua salada del mar y la de los ríos Tubul y Raqui. Hay zonas de pastizales marinos… muchos vienen a cazar”, dice el pescador Daniel Navarro.
La Convención RAMSAR protege en Chile nueve humedales, aunque hay una pobre -y a veces nula- protección por parte de las autoridades. Sólo en la VIII Región hay doce humedales, la mayoría en peligro. En Tubul-Raqui anidan 45 especies de aves migratorias y está en constante riesgo por la quema del “bude” o pajonal y por la forestación de pinos que hace Bosques Arauco. Tubul se asienta en un conchal que atestigua la milenaria presencia lafkenche. Aún en sus alrededores hay comunidades de esta etnia. Por desconocimiento, los lugareños queman el pajonal y el impacto se deja sentir. El trabajo de conservación es complejo, pues son casi cien los propietarios y, según las autoridades, no hay recursos para expropiar o subvencionar a los agricultores. Sólo 345 hectáreas son propiedad fiscal, entre Las Peñas y los puentes 1 y 2.
Despojo en Chilcoco
Chilcoco está en el sector Aguapié, cerca de Llico. Allí vivían las familias Antileo, Lincopi y Huenumilla. El despojo por la familia Gaete comenzó en 1867, según un acta encontrada en el Archivo Nacional que dice: “A pedimento de don Julián i don José Manuel Gaete, el alcalde de Arauco Manuel Montalba en primero del actual mande dar copia legalizada de una posesión dada por el cuarto subdelegado don Juan Francisco Mayorga, la cual es del tenor siguiente, en el potrero de los Rachihues a veintinueve días del mes de Noviembre de mil ochocientos sesenta i siete. En cumplimiento del decreto del señor juez de primera instancia del departamento fecha veintiséis del presente, me constituí a los fundos denominados Rachihues, la Cal i Chilcoco i la Quebrada, i en presencia de los colindantes que asistieron; dí posesión a don Julián i don José Manuel Gaete de los fundos”. En esos años, el consejo municipal de Arauco era dirigido por el gobernador Ramón Zañartu, conocido como “el rey del carbón”. Manuel Montalba era uno de los alcaldes y “entregó” a Manuel Gaete -uno de sus cuatro regidores-, el fundo Chilcoco, despojando a los mapuches.
“Desde esta instancia de poder se podía hacer y deshacer con los ‘indios’. Fue así como la usurpación de tierras fue un trabajo fácil, omitiendo por completo la ley del 14 de marzo de 1853, que fijaba los procedimientos para la enajenación de tierras indígenas”, dice el sociólogo e investigador Luis Llanquilef. Por esos años, también se entregó el cerro Colo Colo a los regidores Millán y Pucheu, este último pariente del actual abogado de Bosques Arauco, Gabriel Fernández Pucheu, que patrocinó la querella contra los mapuches de Chilcoco en 2006.
La comunidad de Chilcoco nunca dejó de reclamar sus tierras. En los años 60 del siglo pasado el caso se ventiló en tribunales. “Ganamos todos los fallos y tal fue la desesperación de Filidor Gaete que, en 1963, donó el fundo a la Universidad de Concepción, como consta en un documento del notario José Mateo Silva, con las firmas de Filidor Gaete e Ignacio González Ginouves, en representación de la Universidad”, dice el lonko Gastón Roa Antileo. Posteriormente, la universidad dividió el predio en lotes. “En 1983 lo vendió a la Inmobiliaria Deportiva Universidad de Concepción que lo revendió, en 1985, a la Universidad de Concepción que, el 2002, vendió una superficie aproximada de 2.476 hectáreas a Bosques Arauco”, dice Juan Roa Antileo.
Sin embargo, la comunidad de Chilcoco posee el “dominio vigente”, según consta en certificado entregado por el notario y conservador, Anfión Podlech. El lonko dice: “Queremos volver a nuestras tierras, donde pertenecemos. Somos como gitanos en la ciudad. Desde los años 70 vivimos en la toma de terrenos Nueva Esperanza, en Arauco. Tenemos certificados, documentos de notarías y del Archivo Nacional. A pesar de todo, no nos dejan ocupar nuestras tierras que pasaron de mano en mano. Hoy seguimos en tribunales y tratando que Conadi -o “Con nadie”, como le dicen acá-, dé solución. Pero no se nos respeta, la ley no nos protege”.
Por su parte, Juan Roa recuerda: “En 1938 Filidor Gaete usurpó el rol a las tierras de nuestro abuelo Juan Agustín Antileo Lincopi, y quedaron bajo su dominio. Desalojó a los Antileo y a otras familias, expulsándolas forzadamente a orillas de la playa local”, dice. “En 2006, para reivindicar nuestro derecho los Antileo, los Lincopi y los Huenumilla, tomamos el fundo Chilcoco con las escrituras en la mano. Esperábamos la reacción de Bosques Arauco y un diálogo pacífico que nunca se llevó a cabo. El fiscal de Arauco ordenó nuestro desalojo”, dice el lonko Gastón Roa. Relata que Fuerzas Especiales de Carabineros actuó con brutalidad, sin respetar a niños y mujeres. El resultado: doce comuneros detenidos. El caso más grave fue el de Daniela Huerta, embarazada de ocho meses, que sufrió golpes y contusiones. La comunidad protestó frente a la Intendencia de Concepción y al Tribunal Oral de Arauco.
“Eramos cincuenta los mapuches que permanecimos una semana al interior de Chilcoco, porque somos los verdaderos dueños de esa tierra”, dice la anciana María Antileo Huenumilla. Tras el brutal desalojo, se reunieron con el gobernador y le manifestaron su protesta. “Hoy Chilcoco es explotado por Bosques Arauco desconociendo nuestros derechos. La presidenta Bachelet y Conadi debieran preocuparse de hacer valer los derechos de las comunidades indígenas, y de hacer respetar la ley”, dice el lonko Gastón Roa Antileo. “Cuando nos tomamos Chilcoco quisimos ver qué haría Conadi y Bosques Arauco. Nos sacaron a la fuerza y no nos mostraron ningún documento. En cambio, nosotros teníamos papeles legales. Pero nos golpearon, detuvieron y llevaron al tribunal como delincuentes… Después dijeron que no teníamos culpa de nada. ¿Qué nos espera si el abogado de Bosques Arauco trabaja en notarías y también hace de juez? Bosques Arauco es un Estado dentro de la zona mapuche: acá sólo se hace lo que Bosques Arauco permite. La historia se repite: nos desalojaron en 1867, varias veces en las primeras décadas de 1900, en 1938, y en los años 60, 70 y el 2006”, agrega.
“Fue como volver a vivir lo que pasó cuando yo era niña, cuando quemaron nuestras casas, mataron a nuestros antepasados, rompieron nuestros enseres y los quemaron a la orilla del mar, en Piedra Mala, cerca del cementerio”, dice la anciana María Antileo. Recuerda que para desalojar a los mapuches en 1938, los Gaete dispusieron de matones, inquilinos y carabineros: “Incluso hubo violación de mujeres mapuches. Gaete se apoderó de Llico y para sacar a los mapuches quemó casas, robó animales, mató a los mapuches, corrió y destruyó cercos. Al lonko Lincopi lo mandaba encarcelar”, dice.
“En Chilcoco plantábamos papas y trigo. Se recolectaban avellanas, mutilla, nalca, changue, digüeñes. Había mucho bosque nativo. Se criaban ovejas, chanchos, caballos, chivos y vacunos. Al mar se iba a pescar y buscar algas y mariscos. Había vegas. Mucho trigo, tres clases de avena y cebada, porotos, cebollas, ajos, ají, perejil, apio, zapallos, choclos... De todo se daba. Vivíamos allí los Antileo, los Lincopi y los Huenumilla. De Llico para arriba éramos tres familias… Yo nací en Chilcoco, me casé y tuve cuatro hijos allí. Mis dos abuelas eran machis. Mi mamá nació en la subida del Chingue, cerca de las piedras sagradas”, recuerda.
“A mi papá los carabineros vivían apresándolo, trayéndolo a la cárcel en Arauco, hasta que el alcaide lo liberaba. Yo tendría doce años, pero me acuerdo. Cuando a mi papá se lo llevaban preso, Gaete corría o echaba abajo el cerco. Yo jugaba mientras mi madre reponía el cerco. En 1938, los Gaete nos desalojaron. ‘Procedan, niños, procedan’, dijo Filidor Gaete, y carabineros e inquilinos nos sacaron a golpes, destruyendo y quemando nuestras casas. En carretas se llevaron nuestros enseres para lanzarlas al borde de la playa y quemarlas cerca del cementerio… El dinero hace esto. Ellos tienen dinero, nosotros no. Nos sacaron laceados, a la rastra… Yo era una niña, pero me acuerdo de todo”.
Sitios sagrados en peligro
En 2006, tras el desalojo y represión judicial contra la comunidad de Chilcoco, los mapuches han realizado varios trawün con respaldo de las comunidades de Tirúa, Cañete, Los Álamos, Aguapié, Yani, Las Puentes, Nine, Locobe y Quiapo. Allí se ha denunciado que la forestal se apropió de miles de hectáreas de comunidades de Arauco, Tubul, El Barco, Curaquilla, Santa Clara, Quidico, Huenapidén, Quiñelpilco, Las Puentes, Santa Rosa y Las Cruces. Bosques Arauco inició un proceso judicial contra los comuneros, defendidos por el abogado Roberto Celedón. En julio de 2007, el juez del Tribunal de Garantía de Arauco, Javier Neira, enjuició a los comuneros por “usurpación no violenta del fundo Llico”. Se les acusó de impedir el ingreso al fundo del personal de la empresa. Finalmente, fueron absueltos y se reconoció que poseen derechos sobre el fundo Chilcoco, pero el problema persiste.
En Chilcoco hay sitios sagrados, como la Piedra Santa donde las machis realizaban sus ceremonias. “No sólo usurparon nuestra tierra. Son más de dos mil hectáreas en Aguapié, La Cal y Chilcoco”, dice Juan Roa. Según los mapuches, los Gaete, la Universidad de Concepción y Bosques Arauco han lucrado explotando el bosque nativo, “pero acá está nuestra cosmovisión y creencias. Sitios sagrados son destruidos. Bosques Arauco pasó con sus máquinas por encima de piedras sagradas, quebrándolas. Lugares ceremoniales son profanados por la empresa y destruyen. Cubren el treng treng (cerro sagrado) y los trayencos (cascadas con espíritus benéficos) con árboles que secan el agua. Pero continuaremos el proceso de recuperación de tierras. Nadie impedirá que recobremos nuestra tierra”.
Chilcoco era un terreno agrícola. Sabido es que las plantaciones forestales erosionan el suelo y secan las aguas. “Plantaron pinos en vegas agrícolas, las zanjaron e hicieron canales de siete metros de profundidad y diez metros de ancho. Incluso desviaron ríos para regar sus pinos”, dice el lonko. “Recuperar el suelo demora décadas. Esta tierra no es para pinos ni eucaliptos. Además, con fumigaciones aéreas contaminan el agua, las cosechas y los animales. A eso se suma que Celulosa Arauco arroja tóxicos al mar y el lafkenmapu está contaminado. En las caletas ya no hay trabajo y la gente muere de cáncer”, dice Juan Roa.
Señalan que solicitaron a Conama, el SAG, el Indap y la Conaf que informen
“qué estudio se hizo para cambiar el uso de suelo en Chilcoco”. “Pero nadie dio respuesta. Solo Conaf informó que pidió un estudio de impacto ambiental, y que nunca se autorizó el cambio de uso de suelo y tampoco drenajes. Es decir que sin autorización plantaron y drenaron. A nosotros se nos castiga duramente, pero a quienes realmente hacen daño no los sancionan. ¿Donde está el Estado de derecho del que tanto se habla? Aquí puede ocurrir una desgracia. Nos siguen atropellando y las autoridades no hacen nada”, concluye el lonko.
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