Según el el PTS, "el MAS obtuvo una victoria política importante" el 25 de enero. Esa consideración determina todo el análisis posterior del artículo "La izquierda ante el referéndum de Evo Morales" (La Verdad Obrera Nº 311, 5/2). Y no sólo del artículo, sino de la perspectiva de clase con la cual esa organización evalúa las cosas.
En verdad, la cuestión no es 'que la victoria' del MAS sino que clases sociales se beneficiaron con esa victoria. La victoria en ese referendo fue de la derecha, que impuso un texto constitucional a su gusto y conveniencia; el MAS anuló hasta su posibilidad de aplicar una política reformista. El PTS no lo ve así, el PTS hace cuentas: el Sí logró un 61 por ciento, el No un 39. Por tanto, quienes propugnaban el Sí lograron una victoria contundente. Un ejemplo casi perfecto de cálculo electorero, que reduce la dialéctica política a las cuatro operaciones de la aritmética.
El artículo en cuestión admite el fenómeno sin que su autor lo advierta, cuando critica a la Central Obrera Boliviana, a la COR de El Alto de La Paz y a otras franjas de la burocracia sindical porque, al votar por el Sí, avalaron "una Constitución burguesa hecha para enterrar la agenda de Octubre y 'alineada' con los reclamos de la clase dominante mediante el pacto congresal del 28 de octubre (de 2008)".
Ahora bien: si en el referendo se aprobó una Constitución de tales características ¿de quién es la victoria? El ascenso del MAS al gobierno fue producto, deformado o no, de dos insurrecciones populares, el referendo es el "entierro" de esa perspectiva. No habrá 'refundación' en Bolivia.
Empero, aunque la nueva Constitución Política del Estado esté hecha para sepultar octubre y se la haya acomodado a "los reclamos de la clase dominante", resulta que "sumarse al No era quedar a la cola de los neoliberales, autonomistas y clericales proimperialistas más recalcitrantes" ¿Por qué? ¿No dicen que neoliberales, autonomistas y clericales acordaron con el MAS "el entierro de la agenda de octubre"? A la abstención se le puede imputar lo mismo porque sustrajo votos al Sí, con la desventaja de que engaña al pueblo al presentar una cuestión derecha-izquierda donde hay un pacto.
Obviamente, a pesar del acuerdo, los "cívicos" y compañía no podían votar Sí para no dejar a Evo Morales libre de oposición, pero eso ya era una pugna entre variantes del "pacto congresal del 28 de octubre". El MAS es la pequeña burguesía y la burocracia indigenista; la Media Luna son los terratenientes y los petroleros. Después de ponerse de acuerdo cada uno deben seguir su camino. ¿Por qué había que subordinarse a esa pugna? ¿Por qué había que atender a las necesidades de una de las patas del acuerdo con la derecha? ¿Era legítimo abstenerse, decir "no fumo", declarar la neutralidad política ante una Constitución derechista, reaccionaria, defensora no sólo de la propiedad privada en general sino del latifundio y de los monopolios imperialistas? Además, en el referendo se plebiscitaba la Constitución, es decir el régimen político y social. No se trataba de una pugna entre los socios del pacto que engendró esta versión final del texto constitucional.
El artículo elogia a la Central Obrera Departamental de Oruro, conducida por Jaime Solares, porque, junto con otros, "no querían apoyar al MAS y a su Constitución, pero correctamente, tampoco quieren confundirse con la derecha". Pero ha sido el MAS el que decidió conscientemente confundirse con la derecha por medio de su acuerdo con ella. Al abstenerse frente a semejante componenda y frente al texto derechista de la Constitución Política del Estado, Solares y el PTS se confunden con la nada, cosa que les ocurre a menudo.
De la convocatoria del Partido Obrero a votar en contra de la Constitución derechista, el PTS dice que se trata de un "posicionamiento vergonzoso". Es una costumbre muy vieja, y también una mala costumbre de las corrientes morenistas, ésa de cubrir la inconsistencia política con adjetivos, gritos de indignación ¿moral? y aseveraciones tajantes que no se toman la molestia de demostrar.
En un tono que pretende ser burlón, el artículo recuerda el voto "crítico" del PO a Evo Morales en las elecciones nacionales que lo llevaron al gobierno y también en el referendo revocatorio que lo ratificó en el Palacio Quemado. Se trata de una referencia poco conveniente para el PTS.
Las comillas en "crítico" corren por cuenta del PTS y tienen que ver con el oportunismo histórico de su corriente, el morenismo, que disfrazaba con ese término su cadena de capitulaciones políticas. Nuestro partido votó por el MAS (sin aditamentos) en las presidenciales de 2005 porque representaba una pugna política de las masas con la oligarquía, al tiempo que subrayamos la naturaleza contrarrevolucionaria de Evo Morales y de Álvaro García Linera. Del mismo modo votamos por el No a la autonomía de la "media luna", cuando el PTS se abstenía en nombre de una "autonomía socialista". Votamos por el MAS en 2005 porque representaba, con todas sus deformaciones y limitaciones, el grado de enfrentamiento de los explotados bolivianos con la derecha, no el pacto con la derecha en contra de las masas como sucede ahora. El PTS, en Bolivia, salta de abstención en abstención, sin ton ni son.
La nota intenta chicanear (las chicanas y el bajo nivel hacen difícil la discusión) porque el PO "hasta se esperanzó con que surgiera un ala revolucionaria dentro del MAS". Pero es perfectamente posible que franjas del MAS rompan con ese partido y asuman posiciones revolucionarias. No se trata de transformar en revolucionario al MAS, como pretendieron hacer los morenistas con el peronismo en tiempos de Palabra Obrera, cuando actuaban (así lo decían en su periódico) "bajo la disciplina del general Perón y del Consejo Superior Justicialista".
En cuanto a lo de "esperanzado", es otra baratija de chicana. La palabra "esperanza" se vincula con "espera", como, por ejemplo, el POR boliviano aguarda que las masas "se eleven" hasta el programa revolucionario. Por supuesto, no se trata de "esperar" sino de hacer, de trabajar por el aceleramiento del proceso de ruptura revolucionaria (consciente) de las masas con los grandes movimientos nacionalistas. Y Bolivia, conviene recordar, suele hacer bastante rápido sus experiencias políticas.
Entre el indigenismo y el "capitalismo andino"
Si de vez en cuando el indigenismo se pone de moda entre cierta intelectualidad que "redescrubre" a los indios para volver a olvidarlos rápidamente, el ascenso de Evo Morales parece haber dado nueva fuerza a ese souvenir, usado siempre para ocultar el principio señalado hace algo más de 80 años por José Carlos Mariátegui: "El problema del indio es el problema de la tierra".
En verdad, el llamado "indigenismo" sólo puede rescatar algunos mitos del pasado precapitalista. El incario era un conglomerado de intereses sociales diversos y contradictorios, de opresores y oprimidos, de guerras y luchas particularmente sangrientas (de hecho, en el siglo XVI, a la llegada de los conquistadores, el Tawantinsuyo vivía una guerra impiadosa entre dos incas, los medio hermanos Huáscar y Atahualpa).
Los pueblos de habla quechua, predominantes en el Bajo Perú, conquistaron a los pueblos aymaras del sur y combinaron la peor represión con la incorporación de las deidades del conquistado a la teogonía del conquistador, bien que en un plano inferior, de sometimiento (los dioses siguen la suerte política de sus adoradores).
La formación económico social determinante en el incario guardaba sus similitudes con lo que Marx llamaba "despotismo asiático", en el cual formalmente los medios de producción son de propiedad colectiva pero su usufructo está en manos de una clase dominante que, entre los incas, tomaba la forma de casta religiosa.
La opresión de aquellos dominadores sobre el bajo pueblo fue tal que, en muchos casos, los españoles sólo tuvieron que eliminar físicamente a esa casta y ponerse en su lugar. En otros, hasta pudieron presentarse como libertadores.
Evo Morales y la Constitución surgida del pacto entre el oficialismo y la derecha, dicen que el país ha sido "refundado" al declararse un Estado "pluricultural". Sin embargo, esa misma Constitución respeta explícitamente los "derechos adquiridos" de los usurpadores de territorios indígenas (artículo 394), establece un límite de 5 mil hectáreas a la propiedad territorial pero no retroactivamente, y transforma la nacionalización de los recursos naturales en poco más que nada al admitir también los "derechos adquiridos" de los monopolios saqueadores. Por tanto, reconocer las "culturas originarias" y declarar que la wiphala será ahora, también ella, bandera nacional de Bolivia, es una demagogia que intenta encubrir infructuosamente la continuidad de la opresión nacional y social de la masa campesina.
Por otra parte, si la restitución de los tribunales de justicia de los "pueblos originarios" significa, como en algunas zonas de Bolivia, lapidar a los rateros, cualquier socialista está obligado a oponerse a semejante regresión. Quienes no se han atrevido a oponerse a esa Constitución retrógrada y se escudaron en la abstención, no tienen el coraje político de ir a decirle a los campesinos que ésas son instituciones de la miseria, que si lapidan a un ratero es porque allí robar un carnero es condenar a su dueño a la muerte por hambre.
La Verdad Obrera cita del artículo "La refundación que no es" (POonline Nº 4) el párrafo siguiente: "El indigenismo de Morales es profundamente reaccionario en cuanto propugna un retorno imposible a las formas precapitalistas de producción. Por eso, él representa al viejo incario, al que no se resistió a la invasión de los conquistadores y fue tras ellos de la mano de los kurakas, de los caciquejos".
Al referirse a esa idea, el PTS habla de "disparate", de concepto "pletórico de ignorancia" y "desconocimiento del proceso político". Listo: con un par de gritos exaltados, el articulista se considera eximido de ofrecer argumentos, da por resuelto el debate y pasa a contarnos que el MAS se propone "desarrollar el capitalismo andino" por medio de "la colaboración con el gran capital nacional y extranjero".
Sorprende la mediocridad de la exposición. Las formas de explotación actuales en el campo boliviano son precapitalistas salvo en las agroindustrias de la "media luna". A tal punto es así que en la mayor parte del altiplano aún se utiliza el arado de madera, de un solo diente, traído por el conquistador, y ni siquiera se usan animales para arar: el arnés precario se ata a las espaldas del campesino y él arrastra el arado, guiado por su mujer. Hay que conocer un poco Bolivia para después bajar el tono de voz, y escuchar y pensar un poco más. Así se hace posible usar menos adjetivos y más sustantivos, y elevar el nivel de los debates.
El MAS acordó con la derecha una Constitución que impide aun una reforma agraria limitadamente burguesa. Por tanto, consolida esas formas y procura darles legitimidad política, social y cultural por medio de ese llamado "Estado pluriétnico" que tanto conmueve a Miguel Bonasso.
El campo dividido y subdividido en parcelas cada vez más pequeñas, en unidades de producción que no llegan a ser tales y en las cuales no tienen sentido ni el tractor ni el riego artificial ni nada que se parezca al capitalismo agrario; dividido y subdividido a veces hasta en surcos, es una imposibilidad histórica. Proponer una sociedad de pequeños propietarios es profundamente reaccionario y regresivo, sobre todo si se le quiere dar una justificación supuestamente cultural, como hace el MAS. El "capitalismo andino" que propone el vicepresidente, Álvaro García Linera, no es más que la intermediación del Estado entre ese atraso agrario y el capital financiero internacional, el imperialismo, con la moneda de cambio de los recursos naturales en cuya explotación el texto constitucional salvaguarda el interés de los pulpos, sus "derechos adquiridos". El "capitalismo andino" es consecuencia de la inviabilidad histórica y política del precapitalismo hecho bandera por los indigenistas, es la imposición de la ideología de la pequeña burguesía urbana a ese indigenismo utópico y reaccionario. La dialéctica política muestra el absurdo de los esquematismos primitivos.
No, no nos abstenemos
Por el artículo de La Verdad Obrera nos enteramos de que tampoco correspondía votar No en el plebiscito venezolano de diciembre de 2007, en el cual Hugo Chávez intentaba imponer su reelección, porque eso habría significado "coincidir con los escuálidos" (gorilas). Esta gente vive obsesionada por las "coincidencias", de modo que su política no la elaboran ellos sino los "escuálidos" o los "cívicos", según el caso. Se trataría de esperar a ver qué hacen los otros para no hacer nada que se les parezca, de modo de no "coincidir" ¿Cómo habrían hecho de haber tenido diputados en tiempos de la discusión parlamentaria de las leyes de obediencia debida y punto final? Porque, conviene recordar, la extrema derecha, los "procesistas" y los carapintadas votaban en contra de esas leyes, y Aldo Rico decía que ellos habían asesinado por "obediencia consciente", no por "obediencia debida". Los eventuales diputados del PTS habrían tenido que abstenerse, porque si votaban en contra de esas leyes miserables levantaban la mano al mismo tiempo que los otros.
En definitiva, según el PTS, debemos someternos a los tironeos del bonapartismo, del nacionalismo burgués y sus caudillismos personalistas cuando se pelean con sus adversarios. Esos tironeos deben confeccionar nuestra agenda.
No, no es el caso del Partido Obrero y de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional.
Propugnamos el desarrollo de una alternativa política obrera y socialista, con el objetivo histórico del gobierno obrero y campesino, de la dictadura del proletariado. Si el nacionalismo burgués y la derecha nos presentan, por ejemplo, un texto constitucional orientado a "enterrar" esa perspectiva, no nos abstenemos.
Decimos NO.
Alejandro Guerrero
http://www.po.org.ar
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