Uruguay: Energía, Ambiente y Desarrollo

Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008 del PNUD

Uruguay y el cambio climático

Patricia Pujol

Uruguay forma parte de la larga lista de países vulnerables a los efectos de la alteración que produce el calentamiento del planeta. Aumento de temperatura, inundaciones y sequía parecen ser algunos de los problemas que aparecerán cada vez con más frecuencia, además de vectores que afectarán la salud de la población. Para hacer frente a esta realidad se ensayan medidas de adaptación y mitigación y la creación de normas que ordenen el territorio.

El tema del cambio climático se ha colado en crónicas, documentales de televisión y conversaciones callejeras hasta que, hace poco tiempo, comenzó a formar parte de programas gubernamentales. En Uruguay el tópico parece tomar fuerza y por eso resuena aquella información que habla sobre la casi nula contribución de Uruguay a este nuevo (des)orden de cosas a escala internacional. Sin embargo, en el ámbito local, el país sufre desde hace años sus impactos en el territorio, siendo las zonas costeras las más afectadas.

Esta historia no sólo se relaciona con el aumento de la temperatura en casi un grado –si se realiza una comparación en el último siglo–, además del crecimiento del nivel del mar y del caudal de las lluvias. También habría que tener en cuenta que existe un aquí y un ahora, y que la mayoría de la población uruguaya se concentra en los 680 kilómetros de la zona costera –que incluye seis departamentos–, los afectados pueden llegar a ser muchos y los costos muy elevados. Parecería entonces que hay un doble desafío: ponerse activos ante los cambios que ya se hacen visibles, y diseñar estrategias para aquellos que, se supone, aparecerán en breve. En tanto, algunas de las medidas adoptadas por el gobierno parecen ir en esta dirección, al tiempo que otras dependen de normativas que falta aprobar. Mientras, algunos proyectos de mitigación para la generación de energía eólica y biomasa ya funciona en el territorio, además de los de adaptación, donde la gestión integrada de la zona costera parece ser uno de los pilares.

Reconociendo la importancia del tema, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) elaboró el Informe sobre el Desarrollo Humano 2007-2008 (IDH) bajo la consigna: “La lucha contra el cambio climático: solidaridad frente a un mundo dividido”, que si bien no es un estudio científico da cuenta de los efectos en la relación de equidad entre los países.

Relaciones Casuales

No es casual que los países más vulnerables muestren una menor capacidad de protegerse a sí mismos de los efectos adversos respecto del cambio climático, al tiempo que son ellos los que menos contribuyen a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sólo por citar un ejemplo. De esa forma se convierte en moneda corriente el menor rendimiento de la productividad agrícola, una mayor inseguridad del agua y un incremento del riesgo de contraer enfermedades.

Para
Uruguay se augura un escenario no menos complejo: aumentarán los eventos extremos (lluvias y vientos intensos, tormentas y granizadas, sequías), la temperatura, el nivel del mar y la probabilidad de aparición de ciertos vectores de enfermedades (como el Aedes aegypti, transmisor del dengue). En este sentido, se detectaron zonas de vulnerabilidad entre las que figuran el sector agropecuario, los recursos hídricos y la franja costera. Según datos de un estudio realizado por Pedro Berrenechea [*], durante la zafra de 2002-2003 se calcularon las pérdidas por el impacto de las heladas que afectaron la producción frutícola y vitícola en siete millones de dólares. En tanto, en la zona costera, donde se genera el 70% del Producto Interno Bruto del país y conviven turismo, pesca, forestación, industria y urbanización, además de los costos económicos se enfrentan riesgos ambientales de magnitud como la erosión de la costa, pérdida de playas, inundaciones (las últimas registradas en mayo de este año afectaron a más de 10 mil personas) y cambio de salinidad en el agua.

Ante esta situación se ensayan algunas propuestas de adaptación y de mitigación que intentan incrementar la resistencia, las primeras, y revertir la tendencia de acumulación de gases de efecto invernadero, las otras. Luis Santos, coordinador de la Unidad de Cambio Climático, informó que existen medidas aprobadas que serán ejecutadas en 2008 entre las que se encuentra la producción de biogás en San José, un proyecto para generar biomasa con la cáscara de arroz en Treinta y Tres, y más experiencias de energía eólica al este, entre otras. En tanto, la directora de la Dirección Nacional de Medio Ambiente del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, reconoció que «vamos corriendo de atrás a las soluciones» y destacó que será una herramienta muy importante contar con la Ley de Ordenamiento y Desarrollo Territorial Sostenible (que tiene media sanción en el Parlamento). Esta ley permitirá el trabajo coordinado entre las intendencias y el gobierno central para crear instrumentos de injerencia nacional en cuanto a ordenamiento en el territorio, ya que hoy se halla en manos de las disposiciones municipales de los jerarcas de turno, lo que da como resultado un “combo” paliativo que parece surgir según la ocasión.
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Indicando 46
Dentro del Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008 del PNUD se incluye el IDH de un total de 177 países, donde se establece un ranking de países ordenado según los niveles alcanzados de desarrollo humano, elaborado con datos de 2005, el cual ubica a Uruguay en la posición 46. En América sólo Argentina y Chile están delante de este lugar. Si bien el país bajó tres posiciones en el ranking respecto del año pasado, mejoró sensiblemente en los indicadores de ingreso y esperanza de vida.

[*] Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2007-2008. Uruguay: El cambio aquí y ahora. PNUD Uruguay, noviembre 2007.

P. Pujol es licenciada en ciencias de la comunicación. Publicado en La Diaria, Montevideo, el 18 de noviembre de 2007. Se reproduce en nuestro sitio únicamente con fines informativos y educativos.
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