lunes, 2 de abril de 2012

De nuevo la postal de fantasía `criolla` - Gabriel Carbajales

La "semana criolla" volverá a traernos por unos días la ficción de un paisaje humano y social que oculta las durísimas condiciones de vida en las que sobreviven miles y miles de familias trabajadoras de nuestro medio rural, paulatinamente expulsadas a los cinturones de la miseria suburbana de Montevideo y otras ciudades
Atrás de esta fiesta anual de exaltación teatralizada de supuestas tradiciones orientales, hay una cara del Uruguay que siempre se ha querido negar, mucho más en “eventos” mercantiles como éste, pensados como “postal viva” de un país que no existe e inventada para los únicos que pueden pagar un sabroso asado con cuero para toda la familia en “la rural”: los bienvenidos turistas y los pitucos “criollos” que hacen negocio con el latifundio y con los turistas

En la “postal criolla”, falta mostrar el sacrificio mal pago de los peones que producen la fortuna de hacendados y testaferros de multinacionales, sin horarios, sin horas extra pagas, sin normas de seguridad, sin cobertura médica, sin seguro de salud y sin garantías de vuelta al trabajo después de los frecuentes accidentes laborales. No hay aguinaldo ni licencia paga, ni tampoco indemnización por despido o seguro de paro. Buena parte de estos obreros están obligados a vivir donde trabajan, solos o con sus familias, en verdaderas taperas sin baño ni nada parecido a la “civilización”, invadidas por la vinchuca, las cucarachas y las ratas, y rodeadas de temibles cruceras mortales.

El desamparo legal es total y bestial
La “criolla” tampoco nos muestra la realidad de familias enteras de pequeños productores que trabajan de sol a sol para terminar comercializando su producción a los míseros precios fijados por la intermediación parasitaria y un supermercadismo monopólico al que le compramos frutas y verduras a precios de oro. Son el sector que en la ilusión de poder seguir sobreviviendo de sus duras labores, acude a préstamos bancarios con impagables intereses de usura y que terminan con sus pobres bienes hipotecados e irremediablemente perdidos. Son, también, los que impelidos por su situación, malvenden sus tierras a latifundistas y multinacionales saqueadoras y depredadoras de nuestro territorio.


Del cuadro de súper explotación y opresión del Uruguay rural, destaca la situación de total precariedad de los trabajadores zafrales de la caña azucarera, que únicamente reciben salario durante tres meses al año y luego deben deambular en busca de míseras changas en lo que venga. Quienes hoy acampan de nuevo en el Itacumbú y en Montevideo con el apoyo de otros sindicatos, son descendientes de quienes a principios de los ´60 iniciaron una sacrificada lucha en defensa de sus derechos y en reivindicación de “Tierra para quien la trabaja”, nucleados en la UTAA (Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas), sindicato obrero rural fundado el 3 de setiembre de 1961 con el asesoramiento del Procurador Raúl Sendic Antonaccio (1925 / 1989).

Los “peludos” del ´62, el 2 de abril de ese año, tomaron la planta de la azucarera Cainsa, con sus gerentes extranjeros adentro, logrando el pago en efectivo de salarios que les pagaban en papeles canjeables por alimentos en comercios de la misma empresa a cualquier precio.

Un mes después, el 4 de mayo, bajaron a Montevideo en la Primera Marcha Cañera que congregó a más de 200 “pelud@s” al grito de “¡UTAA, UTAA, por la tierra y con Sendic!”, con expresiones solidarias en todas partes.

Ney Thedy Pintos -veterano cañero de los ´60- no debía 300.000 dólares, como sí los debe algún “experto en políticas de tierras” del gobierno.
Debía 3.000, pero Colonización no lo dejó pagar y el 28-4-11 lo desalojó, reteniéndole 200 animales y pagando 9.000 dólares por mes por el “cuidado” policial del predio, del que “desaparecieron” ya 77 bichos.

El desalojo fue el mismo día de los 22 años de la muerte de Sendic.
Coordinación Todos con la lucha de Bella Unión  Uruguay Marzo- Abril de 2012
 
En lucha respaldada por otras organizaciones gremiales y sociales del país y con la determinación de lograr que sus demandas sean tenidas en cuenta con soluciones reales y no con criminalización de las medidas de lucha y promesas electorales nunca cumplidas, es de nuevo el norte artiguense, como hace 50 años, el que le propone al movimiento popular un rumbo de acción reivindicativa y unificadora que apunte a asumir la cuestión de la tierra como aspecto fundamental del presente y del porvenir del pueblo trabajador en su conjunto.
 
En las sucesivas venidas a Montevideo, los “peludos” no dejan de hacer hincapié en que las reivindicaciones de UTAA no se limitan a las urgencias del asalariado rural y zafral del norte –ni, mucho menos, tan solo a los cañeros--, sino que en ellas está planteada una cuestión decisiva para toda la clase trabajadora –del campo y de la ciudad-- y para el país mismo, que debe ser valorada como cuestión prioritaria, muy especialmente por el movimiento sindical organizado y por todas las organizaciones sociales que pugnan por condiciones de vida dignas. UTAA subraya que las soluciones que hoy se reclaman para casi un centenar de familias de Bella Unión que han presentado un pormenorizado proyecto colectivo de autogestión productiva al Instituto Nacional de Colonización y al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, sin resultados, son nada más que una demanda parcial dentro de la demanda general de drásticas medidas político-económicas que pongan fin al alarmante proceso de concentración y enajenación del principal recurso natural del país, que es la tierra.

Reclaman medidas que detengan la aplicación de estrategias oficiales que atentan contra la tierra como fuente de trabajo genuino, de bienestar social y desarrollo, y como garantía efectiva de independencia, soberanía y autodeterminación popular.

La reafirmación del planteo histórico de UTAA vuelve a pasar hoy, necesariamente, por la aprobación urgente y la aplicación severa de leyes que reorienten la tenencia de la tierra con un sentido real de justicia social y de defensa cierta del territorio nacional, recogiendo y actualizando el espíritu verdaderamente positivo que nos legaran la Revolución Artiguista y el “Reglamento de Tierras” de 1815
UTAA nos está llamando a luchar por la expropiación sin demoras del gran latifundio que paulatinamente va pasando a manos de multinacionales que se han adueñado de un tercio del Uruguay y que avanzan como en una invasión sin tropas de ocupación, que devora y destruye la tierra y cuanta fuente de materia prima imprescindible hay contenida en sus entrañas.

Hay en la base histórica y ética de esta lucha, una concepción diametralmente opuesta a la de los que no atienden ni quieren atender la especial gravedad de lo que viene ocurriendo:


Así como ocurre con el oxígeno que respiramos o el sol que nos ilumina y energiza, la tierra es una necesidad natural, algo que no puede ni debe estar sujeto a la voluntad de nadie, sin lo cual no hay vida humana ni social posibles. No hay vida propiamente dicha si nuestro vínculo vital con la tierra, está determinado y digitado políticamente, con criterios mercantilistas y egoístas, que, por otra parte, han ido imponiendo la idea de que “alguien” debe disponer cuándo, cómo y cuántos han de disponer de ella, que es lo mismo que disponer sobre cómo, cuándo y cuántos, hemos de vivir, sobre la tierra y en ella como nuestro verdadero y legítimo hogar en sociedad.

No es nada caprichosa la consigna cañera de “La tierra no se mendiga, se gestiona; y si no la dan, se toma”, sostenida y practicada por quienes saben muy bien que sin ella, la vida es irse muriendo de hambre todos los días y todas las noches, sin trabajo, sin techo, sin futuro, sin más alternativa que luchar o perecer en la miseria total.
 
No hay en los propósitos de UTAA nada de idealismo en el sentido de que ella sola pueda lograr avances sustanciales respecto a todo lo que está en juego. Por el contrario, la voluntad y los hechos de UTAA, de combatividad indudable pero también de indudable humildad y espíritu unificador sin veleidades de hegemonismo o protagonismo de ningún tipo, representan en los hechos un llamado también a estrechar filas en la pelea, haciendo de esta causa una causa común de toda la clase trabajadora, por la que bien vale la pena hacer los máximos esfuerzos por ampliar la base humana dispuesta a la lucha y por profundizar los contenidos de la misma.


UTAA y su lucha, además, vuelven a poner en el alma y la mente del pueblo trabajador, el valor incalculable e imperdible de la solidaridad, ese sentimiento colectivo de que no hay peleas aisladas ni salidas reales para unos pocos. “Tierra para quien la trabaja y Tierra para vivir”, encierra una concepción que rescata lo más valioso de nuestra propia historia, que es una solidaridad no mercantilizada ni contaminada por egoísmos que son propios de la otra “solidaridad”, la que prima entre quienes son solidarios entre sí solamente de palabra, y para perjudicar a los más sometidos.
 
UTAA imprime a esta lucha muchísima energía sin pretender ser la vedette de nada, pero una energía que de muy poco serviría si no fuésemos capaces de involucrarnos en ella también con combatividad humilde y con la convicción de que TIERRA PARA QUIEN LA TRABAJA Y TIERRA PARA VIVIR, es la consigna de la clase trabajadora toda y no solamente de un puñado de “peludos” que únicamente buscan una parcela donde no morirse de hambre acogotados por la furia devastadora del capital multinacional y sus mandaderos locales.


UTAA, también, nos advierte sobre la necesidad impostergable de que todos y cada uno de los trabajadores organizados, cada sindicato y cada organización popular, asumamos todos y cada uno de los conflictos sindicales, en todo momento, como algo propio, como problema del conjunto, como cuestión que reclama esa especial y auténtica solidaridad activa, clasista y combativa únicamente practicable entre explotados que pertenecen a una misma clase sometida, en el campo y en la ciudad, entre chircas y cruceras o entre engranajes y fábricas.

Llegará el día en que toda la clase trabajadora asumirá la lucha por la tierra como un tramo ineludible en el camino hacia nuestra emancipación; nuestro compromiso de hoy, por insignificante que pueda parecer, hará posible que ese día llegue, por fin.
.“Todos con la lucha de Bella Unión”,

marzo 16 de 2012 (día del nacimiento de Raúl Sendic Antonaccio, 1925 / 1989)

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