"Mientras la dinámica de deflación por deuda se coma el potencial europeo de propoeridad compartida, los gobiernos europeos andarán prisioneros de falsas alternativas:
* entre estabilidad y crecimiento; * entre estabilidad y estímulo,
* entre el mortal abrazo de bancos insolvente con gobiernos insolventes y una admirable pero indefinada e indefinidamente aplazad Unión Bancaria;
* entre el principio de las perfectamente separables deudas nacionales y la impuesta necesidad de persuadir a los países superavitarios para que financien el resto;
* entre soberanía nacional y federalismo.
Estas alternativas falsamente diádicas encarcelan el pensamiento y paralizan a los gobiernos. Son responsables de una crisis de legitimación del proyecto europeo. Y nos hacen correr el riesgo, de un déficit democrático, en toda Europa, del que sólo pueden beneficiarse los nacionalistas, los populistas, los separatistas, los antieuropeos y, sí los nazis, como nuestra Alba Dorada.
En marzo de 1971, cuando Europa se preparaba para responder al shock de Nixon y a divisar un plan de unión monetaria más cercano al patrón oro que al sistema de Bretton Woodes que se estaba deshacindo, el economista de Cambrige Nicholas Kaldor escribió lo que sigue en un artículo publicado en The New Statesman:
"...es un error peligroso creer que la unión monetaria y economía puede preceder a la unión política, o que puede activar -según la formulación del informe Werner- 'a modo de palanca facilitadora de una unión polítca que a largo plazo resultara imprescindible'. Porque si la creación de una unión monetaria y de un control comunitario de los presupuestos nacionales genea presiones que llevan a la ruptura del conjunto del sistema, lo que hará, lejos de promoverla será precisamente dificultar la unión política"
Desgraciadamente, la lúcida advertencia de Kaldor fue ignorada, y...
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