Leyendo en Agencia de Noticias Pelota de Trapo como es habitual, me encuentro con un artículo de Oscar Taffetani , del lunes 17 del corriente mes, titulado: "San Martín: últimas clases de un maestro.
Me detengo para leerlo, y como él autor dice, es practicamente desconocido.
Quizás, como tantas cosas de nuestra historia, sea esta una de la que no es conveniente para los pueblos el saberla. Ocultimo?
Es una historia compartida entre dos pueblos, el pueblo Oriental y el pueblo Argentino. De ese destino truncado.
Hoy, me pareció impresindible a darlo a conocer, pues parece ser que nos hemos olvidado.
Y el olvido, o la falta de concimiento nos divide en momentos cruciales de nuestros días.
Al fin y al cabo, es la misma historia, los mismo intereses, las mismas clases dominantes.
San Martín: Ùltimas clases de un maestro
"Corre febrero de 1829. Anclado en la rada del puerto de Buenos Aires, cerca de la boya de cabecera, está el buque de carga inglés Countess of Chichester, partido de Falmouth en diciembre y arribado en enero. Un pasajero del buque, con documentos extendidos a nombre de “José Matorras” (José de San Martín), permanece a bordo sin decidirse a desembarcar".
["El país (las jóvenes Provincias Unidas del Río de la Plata) se halla desgarrado por pujas de poder y pujas comerciales de los pequeños caciques políticos. Advertidos de la posible llegada de San Martín, mandaron a colgar un cartel muy cerca de la catedral, recriminando al general sus “cinco años de ausencia” y sugiriendo que recién se animó a volver a la patria “firmadas las paces con el Brasil”.]
[Lo concreto, lo que quedó registrado, es que San Martín decidió no desembarcar en Buenos Aires y volvió en ese mismo buque inglés a Montevideo, donde permaneció un tiempo más antes de retornar definitivamente a Europa]
[Antes de cruzar de nuevo el océano, alcanzó a escribir en Montevideo algunas cartas, una de ellas dirigida al general Tomás Guido. En esa carta, donde responde a la oferta que le ha hecho el general Juan Lavalle de hacerse cargo manu militari de la gobernación de Buenos Aires, están vivos el pensamiento y espíritu de San Martín. Transcribiremos algunos pasajes:
Militar sí, golpista no
"Las agitaciones -escribe San Martín- en diecinueve años de ensayos en busca de una libertad que no ha existido y, más que todo, las difíciles circunstancias en que se halla en el día nuestro País, hacen clamar a lo general de los hombres (...) no por un cambio en los principios que no rigen (y que en mi opinión es donde está el verdadero mal) sino por un gobierno vigoroso, en una palabra, militar, porque el que se ahoga no repara en lo que se agarra. Igualmente convienen (y en eso todos) que para el País pueda existir, es de absoluta necesidad, que uno de los dos partidos en cuestión desaparezca; al efecto, se trata de buscar un salvador que reuniendo el prestigio de la victoria, el concepto de las provincias y, más que todo, un brazo vigoroso, salve la Patria de los males que la amenazan: la opinión presenta este candidato: él es el general San Martín (...) Ahora bien, partiendo del principio de ser absolutamente necesario el que desaparezca uno de los dos partidos contendientes por ser incompatible la presencia de ambos con la tranquilidad pública, ¿será posible que sea yo el escogido para ser el verdugo de mis conciudadanos y, cual otro Sila, cubra mi patria de proscripciones? No, jamás, jamás. Mil veces preferiré envolverme en los males que la amenazan que ser yo el instrumento de tamaños horrores...”
"Mi Amigo, veamos claro: la situación de nuestro País es tal que al hombre que lo mande no le queda otra alternativa que el de apoyarse sobre una facción o renunciar al mando; esto último es lo que yo hago. Años hace que V. me conoce con inmediación y le consta lo indócil que soy para suscribir a ningún partido (...) No faltará algún Catón que afirme tener la Patria un derecho de exigir a sus hijos todo género de sacrificio; yo responderé que esto, como todo, tiene sus límites, que a ella se debe sacrificar sus intereses y vida, pero no su honor y principios...”
"He realizado 5.000 pesos en metálico y con el sacrificio que puede V. ver por el cambio del día, con ellos y lo que me reditúen mis bienes, pienso pasar al lado de mi hija los dos años que juzgo necesarios para completar su educación. Finalizado este tiempo, regresaré al País en su compañía, bien designado a seguir la suerte a la que me halle destinado, en este intermedio no faltarán hombres que aprovechándose de las lecciones que la experiencia les ofrece, pongan la tierra a cubierto de los males que experimenta. Ésta es mi esperanza; sin ella y sin el sueño (como dice un filósofo) los vivientes racionales dejarían de existir...”
Artículo completo en www.pelotadetrapo.org.ar
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