Madrid: 15M Hotel Indignado |
Cuando uno pisa el Hotel Madrid se siente fuera de esta ciudad, un espacio ciertamente ordenado y relajado, algo atípico dentro de las prisas capitalinas. A la entrada se agolpan los fumadores. En el hall, diferentes gentes de distintas procedencias reciben al visitante e indican hacia dónde debes caminar si quieres ir a la asamblea general, a la de espiritualidad, jugar al ajedrez o quizá tomar un café.
Y es que en los pasillos del Hotel Madrid nacen conversaciones espontáneas. Bajo techos agujereados y sobre suelos destrozados, todo aquel que quiera alzar la voz suele ser escuchado. Este hotel es mucho más democrático que muchas democracias. O al menos así parece.
“Si esta es la democracia por la que tanto lucharon nuestros padres, quizá sea mejor buscar otro.
Sistema porque, desde luego, el actual en España no nos sirve”, afirma Laura, 22 años.
La noche del 15 de octubre, tras la marcha mundial por los seis meses del 15M, cerca de 300 personas permanecieron en la Asamblea indignada. “No había propuestas reales, la gente ya se estaba empezando a cansarse, era la una de la madrugada, con más de seis horas de caminata encima, y nadie decía nada convincente” relata Javier, presente en la reunión de esa noche.
“Personalmente, perderme el 15-M en Madrid suponía llegar al 15-O con muchas expectativas, tras la fama que cobró el movimiento, sentíamos que si no dábamos un golpe de efecto, la gran marcha mundial no habría servido para mucho”, recuerda este estudiante de medicina que vivió el 15 de mayo en París.
“Nosotros estábamos a punto de irnos cuando alguien habló de ocupar el hotel. Dijo que era un edificio al lado de Sol que llevaba años vacío. Hubo un grupo de gente, no más de 20 personas, que se unió a la propuesta y de ahí hasta ahora”, explica Javier, que no participó en la ocupación.
Quince días después, el 1 de noviembre, el hotel amaneció con sus primeros residentes.
El cartel de “habitación okupada” decora las puertas de los cuartos en los que familias desahuciadas que permanecerán hasta que el movimiento les pueda hallar otro lugar.
Antes de recibir a desahuciados –familias expulsadas de sus casas por ejecuciones bancarias– “tan sólo teníamos a dos personas de la calle, dos ancianos de casi 80 años, podrían ser nuestros abuelos. Hace ya un tiempo que dejamos de ser crédulos con los indigentes o con la gente que quiere aprovecharse de la situación. Aquí te puedes quedar si trabajas, si no, búscate otro sitio”, dice A. J., venezolano de 38 años, de la comisión de información.
El movimiento va aprendiendo de errores e intenta acabar con las complicaciones de la organización horizontal. Según A. J., hay que “crear orden para crear imagen”. “Llevo tres días sin dormir, aquí lo que sobra es trabajo, pero estamos muy contentos con la ocupación, lo hacemos por el pueblo”, dice a su vez Rubén, modelo profesional, despedido por participar en actos del 15M.
Fuente: Milenio
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