miércoles, 15 de febrero de 2012

La dictadura en el Uruguay - Emilio Cafassi

.Ivonne Zouain

Una militante de varias transformaciones revolucionarias, una integrante de la resistencia a la dictadura uruguaya y a los estados terroristas del sur de América, entre otras actividades políticas, sociales y culturales de fuerte impronta y consecuencia públicas a lo largo de décadas, dejó de existir días atrás a orillas del Mediterráneo. Cada vez que recibo un mail de la agrupación uruguaya Crysol con el asunto “¡Vivan los compañeros!”, no sólo sé que la información contenida es luctuosa, aunque no siempre reconozca al ex preso honrado, sino que en ese mismo instante, mi memoria dispara flashes de recuerdos de las torturas y vejaciones del estado terrorista y de los esfuerzos por mitigarlas y resistir desde dentro y fuera. Esas muertes, aún de desconocidos, las siento íntimamente cercanas. Sin embargo, a diferencia de muchos de los compañeros recordados en esos mails, no sólo conocí a Ivonne sino que la disfruté en los casi 50 años de contacto ocasional o frecuente, según las épocas y localizaciones. Ella no estuvo presa, como los referidos por Crysol, sino que ayudó a atemperar el drama indecible de la prisión y la tortura, hasta tener que exilarse, primero en Holanda, para no correr idéntica suerte.


Uruguay: Ex Penal Punta Carretas
El bar raspaso y gris de la esquina de Ellauri y Miranda, frente al Penal de Puntas Carretas en Montevideo  donde convergíamos en mi primera adolescencia horas antes de las visitas a los presos, la encontraba siempre asumiendo el rol de pulmotor anímico, humanizador de la tragedia y contenedor emotivo para cuanto sujeto pasara por esas circunstancias. Una vez cada dos meses y por varios años, viajaba al Uruguay (habitualmente con mi madre) a ver a mi hermano encarcelado. Ya a mis 15 años sospechaba que ese mozo agrio y displicente sería un probable soplón, cosa que no parecía importarle a Ivonne al momento de reconfortar a todos aquellos forzosos parroquianos, cargados con paquetes y bolsas para sus queridos recluidos en la sevicia.


El momento de la revisión (que para las visitas era nimia respecto a la que padecían los presos de parte de sus guardias de planchada), no reparaba en vejaciones ni humillaciones, que, separados por sexos, llegaban hasta zonas genitales y excretorias. Una precisa y puntillosa selección del personal policial de institutos penales lograba captar los recursos humanos con las precisas calificaciones profesionales y perfiles que tan eficiente resultado requería. Cuando ya en el exilio catalán Ivonne se fue adentrando en el psicoanálisis, tuvimos ocasión de discurrir sobre la estructura de personalidad de esos “trabajadores” de la tortura psicológica. Ahorraré al lector disquisiciones académicas y tecnicismos, caracterizándolos sintéticamente como sádicos omnipotentes, hijos de remilputas.

Uruguay: Borrando Memoria ex Penal
de Punta Carretas, hoy 'shopping'
Hoy convertido en templo de las grandes marcas, las modas, la banalidad y la compulsión consumista, hay quienes pisan sus baldosas ominosas y comercian sin pudor como si esa construcción se hubiera erigido novedosa y sin historia, sobre un campo de margaritas. Allí violaron, torturaron y mataron a varios compañeros. Allí nos violaron a todos. Sólo falta, para terminar de mancillar la memoria de miles y miles de presos políticos y muchos más miles que (en menor medida, claro) sufrimos también sus padecimientos, que abran un local de venta de cerrojos, esposas, picanas y tachos para submarinos, a fin de que los nostálgicos represores (que continúan en libertad, gracias a la cobardía cívica popular) puedan comprar souvenirs.

En ese sucio bar de enfrente y en reuniones en casas privadas conocí gente maravillosa, gracias a Ivonne y a esa inmensa red de resistencia. Pero circunstancias azarosas (es decir, totalmente ajenas a mi decisión) me emparentaron de niño con ella. Una intervención quirúrgica a los 17 años le extrajo ambos ovarios privándola de la posibilidad de maternidad biológica. Tal vez por eso adoró tanto a los niños ajenos que la hacían asumir una posición cuasi maternal y tuve el privilegio de ser un fascinado receptor de su ternura y recurrente alegría y estímulo. Mi primera deuda infantil con ella fue cuando a los 8 años, ya siendo un pequeño aprendiz de guitarrista, me hizo escuchar el disco “Help” y mi cabeza musical estalló, determinando mis orientaciones de músico aficionado hasta hoy. No pude dejar de recordar esa anécdota cuando hace cerca de un año McCartney atravesó por completo mi dura coraza emotiva en el estadio de River.

A principios de los años ´60, pasando algunas temporadas en la casita de la calle José L. Terra, que compartía con su primer compañero, Carlos, no sólo viví sensaciones de feliz plenitud, sino también alguna sorpresa casi preparatoria para la siguiente fase adolescente. Es que esa casa, que compartían en comunidad mediante un patio común con la adyacente en la que vivía su amigo, el médico Humberto Correa, fue objeto de la primera fuga que conmovió mi infancia. Fue en el ´69, dos años antes de la fuga histórica de setiembre del ´71, precisamente del penal de Punta Carretas, de la que mi interés infantil también se anotició, pero por la prensa. Mi hermano sindicalista, ante la amenazante presencia policial casi en la puerta, decidió aprovechar el patio y enjabonarse desnudo para poder pasar por una banderola hacia la casa vecina para salir por ella disfrazado de Humberto, con túnica y estetoscopio. Obviamente Ivonne participó de ese insólito operativo que incluía además los necesarios empujones para que ese cuerpo enjabonado atravesara la estrechez del ventanuco. A partir de ese momento, mi infancia ya no sólo contenía inocencia, alegría, fútbol y música, sino también la certeza directa de que en el mundo había perseguidos y que inclusive estaban muy cerca mío y hasta que ese destino también me alcanzaría en algún momento.

Ivonne realizó una llamativa trayectoria política e intelectual con inquietudes sumamente amplias y variadas. Viniendo de las comunidades cristianas de base, de la experiencia de los conventillos del Betania, que dirigía el jesuita Justo Asiain, participó en el ´64 de la fundación del MAPU compuesto esencialmente por estudiantes universitarios integrantes de la FEU y algunos sindicalistas jóvenes y renovadores. En esa etapa fue fundamental el liderazgo de Héctor Rodriguez (sindicalista y periodista de Marcha fallecido hace varios años y fundador de la CNT en el ´66 y del FA en el ´71), tanto como la posterior fundación del GAU cuya idea no era formar un nuevo grupo político sino la unificación de la izquierda revolucionaria uruguaya. Nunca fue una dirigente ni disputó dirección alguna sino que fue una militante de base y hasta una convencida “basista”, siempre atenta a los riesgos de los liderazgos y burocratizaciones, cosa que no la llevaba a eludir por ello una férrea lealtad y ubicuidad transformadora.

Su actividad profesional como trabajadora social estuvo marcada por el compromiso con las comunidades y los más postergados y fue una feminista pionera. En Uruguay participando en la autogestión obrera de la Cooperativa Textil Cotex o en el Centro Cooperativista Uruguayo (CCU), trabajando con los grupos de autoconstrucción de viviendas. De cuánta ayuda sería hoy esa Ivonne para superar las dificultades que encuentra el Presidente Mujica en la implementación del Plan Juntos. Luego de un pasaje de 3 años por Holanda y de militar por la liberación en un enclave solidario que comenzó construyendo Marta Ponce, ya en Catalunya (donde cambió la i latina de su nombre de pila por una griega) en los ayuntamientos y sistemas de salud que fueron ampliando las fuentes de su rica y variada formación intelectual y de inserción militante, aunque no por ello partidaria. Su crecimiento sin embargo no dejó de caracterizarse por la modestia y el bajo perfil público, con ciertos toques de hipismo, a pesar de sus inmensas contribuciones a la vida pública. Cuando cada verano volvía al Uruguay, parecía que nunca se hubiera ido.

Ivonne es una prueba de que entre la chirca, el tojo, la maleza y las plagas del capitalismo también puede florecer un “alma bella”, en el sentido en que Schiller la definió en el siglo XVIII y luego recogieron Kant y Goethe, a diferencia de Hegel y Nietzche. Hablo de aquella persona cuya sensibilidad (estética) se halla en plena sintonía con la racionalidad, y con la que guía su acción (ética). Es sin duda una de las figuras típicas del romanticismo político que representa la moralidad entendida no como deber sino como espontaneidad del instinto o del corazón. Las nuevas izquierdas, si quieren renovarse verdaderamente, deberán abrevar necesariamente en este legado del que Ivonne fue una adelantada práctica, tal vez inconsciente, como todo romántico comprometido.

Su reducción a cenizas es sólo la prueba empírica de que una erupción vital ha tenido lugar con su existencia, como con los buenos volcanes. Murió en compañía de su otro gran amor y compañero de más de tres décadas, Julio, y sus sobrinas predilectas. No creo estar abusando del privilegio de tener una página en este diario porque, aunque desgarrado, me estoy refiriendo a un eslabón de una larga cadena histórica de construcción de la izquierda uruguaya y del exilio de la resistencia. En suma, de la historia. Si así no se concibiera, van mis disculpas a lectores y editores.

Habiendo sido disculpado por quién haya llegado hasta este mismo renglón, no descarto cierto efecto catártico personal que tal vez me permita acometer finalmente algunas operaciones demoradas. Como borrar su mail de mi libreta de direcciones o su nick de mi skype.
Mas no habrá ingeniería capaz de borrarla de mi memoria, salvo que en ella se incluya a mi propia muerte.

 *Emilio Cafassi Prof. titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires, escritor, ex decano cafassi@sociales.uba.ar

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