Militares salvadoreños asesinaron opositores lanzándolos al mar vivos y atados desde aviones durante el conflicto armado, asegura un informe secreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
Una fotocopia del documento, con fecha marzo de 1991 y con gruesas tachaduras en negro, es publicada hoy por el diario digital La Página.
El texto "permitió documentar una de las prácticas más atroces durante la guerra civil salvadoreña y que era desconocida hasta ahora: los vuelos de la muerte", subraya la publicación.
De acuerdo con los cables desclasificados por la CIA, los crímenes ocurrieron entre mediados de 1988 y septiembre de 1989 al mando de un capitán que acababa de terminar sus entrenamientos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
El oficial es identificado por su apellido, Leiva, y descrito por la CIA como un partidario de "medidas contrainsurgentes extremas, aun para los estándares salvadoreños".
Según un informante de la CIA, en 1988, bajo las órdenes de Leiva, sus subalternos mataron a 11 presuntos guerrilleros lanzándolos al mar, vivos y atados, desde aviones C-47 de la Fuerza Armada durante la noche.
También se le atribuye la orden de ejecución de cinco presuntos guerrilleros, mediante un disparo en la cabeza, y luego arrojar los cuerpos desde un helicóptero sobre el cerro Guazapa, próximo a la capital.
"Leiva autorizó realizar una ‘carga especial’ en el extremo oscuro de la pista y lanzarlas a su orden sobre Guazapa", se lee en el documento.
La CIA asegura que a la práctica de arrojar prisioneros desde aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea Salvadoreña se le denominó "entrenamiento nocturno de caída libre" y fue frecuente y con el conocimiento de los superiores de Leiva.
El cable relata que el capitán habría asesinado a "sospechosos de crímenes" en los municipios de Soyapango e Ilopango "por orden expresa" del general Juan Rafael Bustillo, entonces jefe de la fuerza aérea quien "estaba al tanto de los asesinatos".
Otros datos de la CIA indican que el capitán a inicios de 1980 solicitó una licencia para trabajar como piloto personal del mayor Roberto D’Aubuisson, además de ser sospechoso de integrar escuadrones de la muerte.
D’Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), es denunciado por organismos defensores de derechos humanos como el creador de esos organismos paramilitares clandestinos.
Otras referencias de la CIA señalan al capitán como implicado en el complot para asesinar al arzobispo Óscar Arnulfo Romero, aunque aclara que "no hay pruebas de tales acusaciones".
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