Nicolas Sarkozy quiere ser Charles De Gulle. El general se presentó en 1958 con galones de héroe nacional y como el líder providencial capaz de sacar del caos a una Francia al borde de la guerra civil, fracturada por la crisis de Argelia. Agonizaba la IV República y él fundó la V, que tras múltiples avatares no goza hoy, precisamente, de una salud de hierro. Sarkozy, por su parte, asegura que quiere unir a los franceses, combatir la cólera y la falt de esperanza que ha traído la titubeante presidencia de Francois Hollande, evitar la quiebra de un país troncal en Europa que podría arrastrar en su caída a toda la UE, y evitar la humillación y el aislamiento que provocaría el triufo del ultraderechista y xenófogo Frente Nacional (FN).
Solo que Sarkozy no es De Gaulle. Si se buscan paralelismos, no hay que hacerlo en Francia, sino en Italia, encarnados en un Sivio Berlusconi, hoy casi fuera de juego -solo casi- que hizo del populismo, la demagogia y la conveniencia propi todo un programa político que, de forma incomprensible, arrastró a millones de sus compatriontas.
No puede tomarse como simple casualidad que como el antiguo Il Cavaliere, tenga un regero de cuentas que arreglar con la justicia, como sospechoso de corrupción, tráfico de influencias y financiación irregular de sus campañas a la presidencia: la de 2007 (que ganó) y la de 2012 (que perdió). Y, como Berlusconi, acusa a sus acusadores y denuncia con contunancia que es objeto de una persecución por parte de los jueces, que quieren truncar su carrera política.
http://blogs.publico.es/elmundo-es-un-volcan/2014/09/26/sarkozy-no-es-de-gaulle-sino-berlusconi/
El que no sabe quién es festeja sus derrotas y rechaza sus oportunidades
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Hoy es un día venturoso. El Dibu la vio pasar 4 veces y Franco chocó su
auto con la carrera neutralizada: dos cartas de alienación que nuestros
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Hace 2 semanas
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