Hubo un tiempo en el Uruguay, donde la palabra había alcanzado fuerza de documento. Sobran las anécdotas en tal sentido, sobre todo en el interior del país, allí donde las escribanías tardaron en llegar. Una de esas historias, da cuenta de un negocio llevado a cabo entre un ganadero y Aparcio Saravia. El hombre le había vendidos algunas cabezas de ganado al Gral., justo en el momento que estalla la guerra, "Usted no tiene papeles firmados" le preguntó un amigo preocupado, a lo que el ganadero respondió "con Aparicio Saravia los papeles están demás, alcanza con su palabra".
A Mujica o a Fernández Huidobro los podemos acusar de cualquier cosa, menos de faltar a la palabra. Claro que esa "palabra de honor" bien pudo haber sido empañada en mejores causas, pero lo cierto que estos 2 hombres, le hacen saber a quien quiera, que, "sabremos cumplir" y que en esa tarea, no ahorrarán en cuestiones éticas ni formalidades innecesaria. Por encima de principios, memorias y cadáveres, si fuere menester. Ponindo de manifiesto que la división de poderes, la independencia de los mismos, es sólo adelanto manuscrito a la hora de alcanzar sus propósitos.
"No quiero vijitos presos" viene repitiendo desde que asumió como Presidente y secundado en la tarea de impedir más procesamientos, por su amigo Ministro con quien comparte aquella responsabilidad, de la "palabra de honor" que no necesitó documento alguno, por las dudas que algún ingrato o insatisecho, lo decidiera hacer público.
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