Benedita García cuenta cómo era su vida antes y después
de encontrar a su hija robada. Foto.Alejandro Ruesga
* Mujeres engañadas y niños robados relatan su encuentro .
* Tras las prubas de ADN comienza una frustrtante carrera para recuperarar el tiempo perdido
El salón de la casa de Benedicta García está cubierto de fotos de su hija. Apenas un hueco en las paredes para un calendario en el que un gran círculo señala una fecha, 28 de noviembre: "Tres años desde que encontré a Pili", dice justo al lado. En las estanterías, colocados como si fueran trofeos, hay una docena de vídeos que su hija robada, Pilar Monlús. le ha ido enviando desde Barcelona para enseñarle a su madre los 46 años que se ha perdido; su primera comunión, su boda, el nacimiento de sus dos nietas, las fiestas de cumpleaños, los disfraces de Carnaval..
Varios miles de personas en España se acuestan cada noche soñando con reencontrarse, como Benedicta y Pilar Han llenado fiscalías y juzgados denuncias por robo de bebés (más de 3.000) y foros de Internet de fechas, nombres de hospitales, fotos y descripciones de marcas de nacimiento con la esperanza de encontrar al niño robado o a la madre engañada. Pero los pocos que lo han conseguido saben que las prubas de ADN que confirman el parentesco se abre un difícil proceso, una agotadora y frustrante carrera para lograr lo imposible: recuperar el tiempo perdido.
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