Iroel Sánchez
En ellos pensaba leyendo los elogios de Obama en la ONU a las Madres de Plaza de Mayo que según sus palabras “denunciaron la guerra sucia”, a los luchadores contra el apartheid en Sudáfrica, junto a los obreros polacos de Solidaridad y a los “estadounidenses que marcharon por los derechos de todas las razas, incluyendo la mía”. Hay que reconocer que es una hábil maniobra. La lista capitaliza las luchas populares por los derechos humanos, aludiendo a tres símbolos indiscutibles y –al incluir a Solidaridad- paga la cuota correspondiente de anticomunismo para quedar libre de sospecha ante quienes, como el Tea Party, acusan de “socialista” al actual inquilino de la Casa Blanca.
Lo que quizá no sepan Obama ni sus extremistas detractores es que uno de los eslóganes más populares del sindicato polaco en sus orígenes era “Socialismo SÍ, tergiversaciones, NO”. Como cuenta Naomi Klein en su libro La doctrina del Shock, Ronald Reagan y Margaret Thatcher vieron en aquellos sucesos “una grieta en la armadura soviética, aun cuando Solidaridad luchaba por la misma clase de derechos que ambos líderes trataban por todos los medios de invalidar en sus propios países”. Luego, desde el poder -al que llegaron con no poca ayuda occidental-, los antiguos dirigentes obreros implantaron en Polonia, con el apoyo de George Soros y la asesoría de Jeffrey Sachs – llamado “el Indiana Jones de la economía” por Los Ángeles Times- el más feroz programa neoliberal. El impacto fue tal que Adam Michnick, uno de los jefes de Solidaridad, llegó a afirmar: “lo peor del comunismo es lo que viene después”. Mirando hacia dentro, si el presidente norteamericano quiere saber a dónde han llegado los derechos humanos de los trabajadores en Estados Unidos, le bastaría con ver Capitalismo, una historia de amor, el más reciente filme de Michael Moore.
En cuanto a las Madres de Plaza de Mayo, los luchadores antiapartheid en Sudáfrica y los defensores de los derechos civiles en Estados Unidos hay algo que los une más allá del tardío elogio de un presidente norteamericano. Todos recibieron la solidaridad de la Revolución Cubana en los momentos más álgidos de su epopeya, cuando eran perseguidos en nombre de la lucha contra el comunismo que se encabezaba desde el lugar que hoy ocupa Barack Obama. Consecuentes con ello, Hebe de Bonafini, Nelson Mandela y Angela Davis – junto a muchos más nombres con igual resonancia- han reclamado al presidente de Estados Unidos que libere a los cinco cubanos que permanecen prisioneros en territorio norteamericano, tras un proceso calificado de arbitrario hasta por órganos de esas mismas Naciones Unidas donde acaba de hablar el hombre más poderoso del mundo. Si hiciera falta algo más, la canciller sudafricana, en nombre del gobierno que surgió de la victoria contra el apartheid, ha reclamado –como muchos otros oradores-,desde la misma tribuna donde habló Obama, el fin del bloqueo norteamericano contra Cuba.
Pero el presidente norteamericano tiene una oportunidad. La bailarina Alicia Alonso lo ha invitado junto a su familia a visitar Cuba en ocasión del próximo Festival Internacional de Ballet de La Habana y le ha sugerido hacerse acompañar de Los Cinco, como son conocidos internacionalmente los prisioneros cubanos. Sería un buen gesto para demostrar que hay algo más que demagogia en sus palabras ante la Asamblea General de la ONU. Mientras tanto, en la radio cubana suena un pegajoso estribillo en voz de Francis del Río: “Ay, Obama…vuélvete loco y ven pa’ La Habana”.
fuente: la pupila insome
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