Un día como hoy, en Vicuña (Chile) nacía una de las grandes. Su nombre era Lucila de María del Perptuo Socorro Godoy Alcayaga, universalmente conocida como: Gabriela Mistral
A los diez días de nacer, sus padres, Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y Petronila Alcayaga Rojas, de ascendencia española, vasca para concretar más, se trasladaron a vivir al pueblo de La Unión (Pisco Elqui), más tarde harían otro traslado a Montegrande, pueblo amado por Gabriela y en el que vivió desde los tres hasta los nueve años. Ella siempre lo considero su "amado pueblo"
Su primera maestra
Suprimera maestra fue su media hermana Emelina Molina Alcayaga ya que su madre rehízo su vida junto a Rosendo Molina Rojas pues su padre las abandonó cuando ella apenas contaba con tres años de edad. Sin embargo fue al leer unos versos escritos por él cuando, años más tarde, Gabriela supo de su vocación literaria ""Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética", según según escribió Volodia Teitelboim en su libro Gabriela Mistral pública y secreta. Ediciones BAT, Santiago, 1991, p.17.
Gabriela fue precoz en todos los actos de su vida. A los 15 se enamoró locamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que mantuvo una amplia correspondencia durante casi un año y medio. Fue su primer gran amor, su amor platónico. Poco después conoce a Romelio Ureta, ferroviario, que se suicidó al no poder devolver un dinero que había tomado de la caja de la Compañía de Ferrocarriles donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo necesitado. Esa muerte inspiró su famoso poema Sonetos de la muerte donde hacía mención a ese segundo gran amor recibiendo el primer premio en los Juegos Florales que organizó la Cía. de Ferrocarriles de Chile.
Da comienzo su labor como pedagoga
Es en 1904 cuando empieza sus tareas como docente en la Escuela de la Compañía Baja en La Serena a la par que da comienzo a sus extensas colaboraciones periodísticas, en este caso en el diario serenense El Coquimbo. Al año siguiente continúa escribiendo en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña. Desde 1908 es maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerrillos, camino a Ovalle.
Lo anecdótico de su profesión es que, por motivos económicos, Gabriela, jamás estudió Magisterio sin embargo, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal N° 1 de Santiago y obtuvo el título oficial de Profesora de Estado, con lo que pudo ejercer la docencia en el nivel secundario. Tal circunstancia despertó el recelo de sus compañeros de profesión pues al no haber obtenido su título en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile la veían como una intrusa en el mundo de la docencia pero su valía quedó ampliamente demostrada y reconocida cuando el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional, modelo que actualmente se mantiene vigente casi en su esencia, pues solo se le han hecho reformas para actualizarlo.
Una vida plagada de premios
Desde que el 12 de diciembre de 1914 se alzara con el primer premio en los Juegos Florales organizados por la Compañía de Ferrocarriles de Chile con su poema Sonetos de la muerte donde, por primera vez, utilizó el seudónimo de Gabriela Mistral con el que es universalmente conocida no dejó de cosechar triunfos. Al ser preguntada por qué escogió dicho seudónimo declaro que lo hizo "en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D'Annunzio y el francés Frédéric Mistral".
En el año 1917 Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya publican una de las más importantes antologías poéticas de Chile, Selva Lírica, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes poetisas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en que utiliza su nombre verdadero.
En su labor como docente ejerció distintos cargos entre ellos el de inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena. También realizó viajes a México, Estados Unidos y Europa estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países. Fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico.
Su vida fue un constante deambular. Vivió y ejerció en Antofagasta, en el extremo norte de su país, Chile, y en Punta Arenas, en el extremo sur donde dirigió su primer liceo y conoció a Laura Rodig, sin embargo el clima frio del sur no era soportable para ella por lo que pidió el traslado y, en 1920, recaló en Temuca, desde donde partió hacia Santiago en 1921. Durante su estancia en la Araucanía conoció a un joven llamado Neftalí Reyes, quien posteriormente sería conocido mundialmente como Pablo Neruda.
La Gabriela errante, comienza su carrera diplomática
Tras su gira por Europa y Estados Unidos, Gabriela vuelve a su patria, Chile, donde la situación política estaba tan agitada que decidió partir de nuevo esta vez para servir en Europa como secretaria de una de las secciones de la Liga de Naciones en 1926; el mismo año ocupa la secretaría del Instituto de Cooperación Internacional, de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra.
En 1924 publica en Madrid Ternura, renovando los géneros tradicionales de la poesía infantil (por ejemplo, canciones de cuna, rondas, y arrullos) desde una poética austera y muy depurada. Petronila Alcayaga, su madre, murió en 1929, por lo cual le dedicó la primera parte de su libro Tala.
Vive a caballo entre América y Europa. Así, en 1931, viaja a la isla caribeña de Puerto Rico. Es en esta gira donde es nombrada Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional en la Nicaragua del general Sandino, a quien había dado su apoyo incondicional en numerosos escritos. Además dio discursos en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en Santo Domingo, en Cuba, y en todos los demás países de la América Central.
La «reina de la literatura latinoamericana» recibe el Premio Nobel
La noticia de que había ganado el Nobel la recibió en 1945 en Petrópolis, la ciudad brasileña donde desempeñaba la labor de cónsul desde 1941 y donde se había suicidado Yin Yi (Juan Miguel Godoy Mendoza) a los 18 años, su sobrino según se decía, hijo de un hermanastro y al que, con su amiga y confidente Palma Guillén, había adoptado y con el que vivía por los menos desde que éste tenía cuatro años.
A finales de 1945 regresó a Estados Unidos por cuarta vez, esta vez como cónsul en Los Ángeles y, con el dinero ganado con el premio, se compró una casa en Santa Bárbara. Será allí donde al año siguiente escribiría gran parte de Lagar I, en muchos de cuyos poemas se observa la huella de la segunda guerra mundial, y que será publicado en Chile en 1954. En 1946, conoció a Doris Dana, una escritora estadounidense con quien estableció una controvertida relación y de quien no se separaría hasta su muerte.
El final de una larga y fructífera vida
A la edad de 67 años, el 10 de enero de 1957, Gabriela, que padecía diabetes y problemas cardiacos, fallece de un cáncer de páncreas, en el Hospital de Hempstead de Nueva York, Doris Dana estaba a su lado.
Doris Dana permaneció como albacea de la obra de Mistral y evitó enviarla a Chile hasta que no se reconociera a la poetisa como correspondía a su estatura mundial. Incluso llegó a extendérsele una invitación de parte del gobierno del Presidente Ricardo Lagos Escobar, cosa que ella gentilmente declinó.
En su testamento, Mistral estipuló que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur debía destinarse a los niños pobres de Montegrande, donde pasó sus mejores años de infancia, y el de la venta en otras partes del mundo a Doris Dana y Palma Guillén, quien renunció a esa herencia en beneficio de los niños pobres de Chile. Esta petición de la poetisa no se había podido realizar debido a un decreto (Decreto nº 2160) que derivaba los fondos a editoriales e intelectuales. Este decreto fue derogado y actualmente los ingresos producto de su obra llegan a los niños de Montegrande en el valle del Elqui.
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