Censura |
Este despido de dos periodistas, este intempestivo cambio de piezas de su ajedrez político que cada vez necesita de más peones, recuerda las prácticas fujimontesinistas del gobierno que prometió un futuro pero terminó con un país corroído por la barbarie moral de sus gobernantes.
Se les acaba el tiempo. Queda poco tiempo hasta el 5 de junio fecha de las elecciones presidenciales en segunda vuelta electoral, y ya han comenzado a perseguir a los periodistas solo por no sumarse a la guerra sucia establecida por un rostro oscuro en el poder, por ese titiritero mayor que maneja la línea editorial de un grupo que engloba a medios de comunicación a los que les han impuesto una clara militancia Fujimorista. Quieren sembrar el miedo, el miedo a pensar distinto y obrar distinto.
Que estas señales antidemocráticas sean realizadas por quienes proclaman que la ‘democracia’ es el valor supremo de la convivencia política demuestra hasta qué grado se pueden torcer los conceptos. En un momento en que se vive el resurgimiento de las promesas electorales, estos hechos no hacen sino restar credibilidad a las palabras.
Es impresionante cómo la mayoría de quienes salen a dar la cara en televisión no hayan dicho ni una sola palabra sobre este atropello a la libertad de expresión.
Estas líneas tenían que haber sido de reflexión en días de recogimiento y religiosidad, pero la guerra sucia, la campaña del miedo y la mentira no da tregua y sigue sin pausa, desatada, hasta haberse convertido en un escándalo que avergüenza a la ciudadanía y desprestigia a la democracia toda.
Los fariseos que dicen rasgarse las vestiduras ante el menor asomo de ideas o actitudes contrarias a su visión de la libertad de expresión, los que se llenan la boca de proclamas de libertad irrestricta y sagrada, no han dudado en apelar al atropello y la censura, en su afán de favorecer a la opción electoral que para los demócratas conscientes representa el regreso a la negra dictadura de los 90 que pisoteó la constitucionalidad y la democracia.
Han comenzado a perseguir a los periodistas, a caer en lo que atribuyen a diario a gobiernos, fuerzas políticas y personalidades que se atreven a pensar diferente a ellos, y han caído en la bajeza y el abuso de despedir a dos conocidos periodistas solo por no sumarse a la guerra sucia al servicio de los resabios de la dictadura fujimontesinista que pretende resurgir y contra la única opción que el país tiene para impedir ese regreso.
Diario La Primera-Perú
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