jueves, 4 de septiembre de 2014

Haití, un paraíso abierto al mundo y a los negocios

El doble filo del turismo en Haití: convertir el paraíso en negocio

Iolanda Fresnillo, promotora de la Web Haití, los otros terremotos, relata las implicaciones de la construcción del “espacio turístico”, en este caso en Île-à-vache, Haití, sobre las necesidades y derechos de la población local.
 
Crédito Fotografía: Vallas al mar. @ifresnillo (cc)
“¿Te gusta Haití?” preguntan a menudo los haitianos a la blan (la blanca). “Es un país precioso”. La respuesta les sorprende, acostumbrados a la imagen negativa que el mundo tiene de su país. Sin embargo más allá de los tópicos sobre la miseria, desastres naturales y conflictos que azotan Haití desde hace siglos, éste es un país que desborda belleza natural, una rica herencia histórica y una dinámica vida cultural. Más de 900km de playas de blanca arena y aguas turquesas, enclaves históricos perfectamente conservados, montañas, senderos y cascadas de un azul imposible. Todo ello no sólo despierta el interés de visitantes más o menos aventureras, sino también lo convierte en un activo potencial para uno de los sectores económicos más dinámicos a nivel global: el turismo.

Cómo convertir el paraíso en negocio
Île-à-vache es un paraíso. O lo que en el imaginario occidental se desvelaría como un paraíso y, enpalabras del ministerio deturismo, un verdadero tesoro: “Île-à-vache representa una de las últimas auténticas islas del tesoro de todo el Caribe. Natural, no explorada, no explotada y del todo única; se trata de un verdadero paraíso en estado puro, una rareza en el mundo de hoy”. No les falta razón.


Playas inexporadas en Île-à-Vache. @ifresnillo (cc)

Disculpen, aquí vive gente

“No nos oponemos al turismo, sabemos que con el turismo llegaran hospitales y escuelas, pero este proyecto es demasiado grande para la isla”, se lamenta Antoine Pierre, un joven que participa en una de las actividades informativas que ha preparado KOPI, el colectivo campesino de Île-a-vache. La población se siente abrumada y, sobretodo, ninguneada.

“En mayo de 2013 el gobierno declara la Isla ‘zona reservada para el desarrollo turístico’. Nos enteramos porque vinieron en agosto a poner la primera piedra del aeropuerto. Sin el aval de la población de la isla. Este proyecto no es para nosotros”. El joven Laini Marcdonald, uno de los líderes de KOPI, se reunió junto con otros líderes comunitarios con la ministra de turismo. “En diez minutos liquidó el problema, sin explicaciones, sin aclarar la viabilidad social del proyecto”. Pocos días antes habían visto como, sin previo aviso, las excavadoras empezaban la construcción de la carretera, arrasando cultivos a su paso.

El propio plan del Gobierno para Île-à-vache establece que “nos aseguramos siempre de consultar a los vecinos inmediatos e iniciar un diálogo constructivo”. Desde el ministerio de turismo afirman que “el proyecto ha sido diseñado para los residentes de la comunidad y será ejecutado con su participación”. Sin embargo, la falta de implicación e información en las primeras etapas del proceso ha llevado a rumores y especulaciones sobre deslocalización de la población y expropiación de tierras, y finalmente al rechazo.
Además, y cómo señala la activista pro derechos humanos Beverly Bell, “los planes propuestos para el proyecto fueron creados por tres empresas canadienses: Resonance, 360 VOX y IBI/DDA. Los cuales tienen muy poco conocimiento o vinculación con las necesidades de la población”.

En diciembre de 2013 empezaron las movilizaciones en la isla contra “Pwojè la” (“el Proyecto”). Una isla que contaba con menos de 10 policías vio llegar a medio centenar de fuerzas especiales para reprimir las primeras manifestaciones, y se han quedado en la isla. La población habla de militarización y hay diversasdenuncias de lesiones contra la policía. 

Papa Maltunès en una jornada sobre el proyecto en La Hatte, Île-à-Vache. @ifresnillo (cc)

Uno de los momentos más tensos fue cuando en febrero de 2014 fue detenido el policía local Jean Matulnès Lamy, líder de la comunidad y muy activo en la radio comunitaria local, así como en las movilizaciones contra el proyecto. No hay cargos claros contra él y meses después sigue en la cárcel sin haber podido ver a un juez. Su padre, a quien todos llaman “Papa Maltunès”, sólo pide justicia “si es culpable sea juzgado como tal, pero ahora lo tienen retenido sólo por su oposición al proyecto”.


Uno de los temas más espinosos es el de las expropiaciones y el desplazamiento de la población. En las reuniones organizadas por KOPI y a las que asisten centenares de ciudadanas, corre como la pólvora el rumor que “sólo 5 familias de agricultores y 5 familias de pescadores de cada localidad serán seleccionadas para poder trabajar por los hoteles, el resto tendrán que marcharse”.

El ministerio de turismo es tajante en esta cuestión: “No existen ningún plan de relocalización de los habitantes fuera de Île-à-Vache. En su lugar, vamos a reubicar a aquellas familias cuyas viviendas se verán afectadas por la construcción de zonas hoteleras (estamos hablando de un centenar de casas) a zonas en Ile-a-Vache que el Gobierno les brinde con servicios básicos”.

El problema es que nadie sabe qué familias ni cómo ni cuando. En Madame Bernard, la principal localidad de la isla, se han empezado a marcar algunas casas para su derribo, pero las familias que las habitan no han sido informadas aún.

Casas marcadas para ser derrumbadas en Madame Bernard, Île-à-vache. @ifresnillo (cc)

Una lectura del mapa del proyecto lleva a la rápida conclusión que serán más de un centenar de casas, pues algunos de los hoteles y zonas de villas están programados en zonas habitadas.  Los pescadores también se preocupan por si los expulsaran de la isla para dejar las playas a los turistas. Los agricultores saben que no podrán seguir cultivando allá donde está programado el campo de golf.

Tampoco ayudan las declaraciones del primer ministro Lamothe, que en una entrevista en 2012 afirmaba que “el proyecto de Île-à-vache tiene menos dificultad que otros en Haití porque allí no existen títulos de propiedad”. De lo que los locales extraen que aquellas familias sin títulos deberán abandonar sus tierras.
“Si nos desposeen de la agricultura y la pesca ¿cómo viviremos? Es un genocidio cultural y un suicidio colectivo aceptar este proyecto” se indigna Laini. “Nos quieren convertir en obreros agrícolas al servicio de los hoteles ¡nosotros somos agricultores!” añade Antoine.

“Ésta isla ha sido abandonada por el gobierno durante décadas, y ahora nos prometen escuelas, hospitales, pozos de agua potable y centros comunitarios” añade Kenold, también de KOPI, que se une a la conversación. De camino a una de las reuniones informativas que han organizado en la isla, insisten en que no están en contra de los visitantes, pero la condición es que la población se beneficie de ello.

La pregunta clave es ¿quién gana?
“En la tierra o en el mar no os falta trabajo, no necesitáis el trabajo del turismo, lo que falta es que el gobierno garantice vuestros derechos”, explica Peterson, militante de MODEP, una organización de Port-au-Prince muy activa contra los planes del gobierno, cuestionando para quién será el desarrollo que propone el gobierno. La gente responde cantando “Nou gen patat, nou gen pweson, nou pa bezwen pwojè sa!” (Tenemos patatas, tenemos pescado, no necesitamos este proyecto).
“Nou gen patat, nou gen pweson, nou pa bezwen pwojè sa!” (Tenemos patatas, tenemos pescado, no necesitamos este proyecto).  @ifresnillo (cc)

La pregunta sobre a quién beneficia el proyecto es muy relevante. En la prensa circulan más que rumores, difundidos por Robert Dietrich, copropietario del hotel Abaka Bay, sobre la compra por parte del presidente Martelly de parte de las acciones de dicho hotel. El Gobierno niega tajantemente esas acusaciones.

Por otro lado, cuatro inversores, dos nacionales y dos internacionales, han presentado proyectos al gobierno para Île-à-vache. Se trata de las norteamericanas Blue Marlin Development SA, Holmes International Development, y de las haitianas Charles Fequiere SA y Royal Oasis. Ésta última, propiedad de un conglomerado de instituciones públicas y privadas haitianas, nace de la construcción del hotel Royal Oasis, gestionado por la española Occidental. Según su responsable de comunicación, “Occidental Hoteles ha sido de las primeras cadenas internacionales en apostar por este destino [Île-à-vache] e intentara aportar su experiencia a este proyecto”, sin concretar cuál puede ser la participación de la empresa española en el proyecto. El Ministerio de Turismo confirma que ha habido contactos con “algunos responsables de grandes cadenas hoteleras en FITUR, en Madrid y estamos en conversaciones con ellos para inversiones en el Sur del país”. Después de casi un año de la presentación de proyectos, ninguna de las inversiones ha sido confirmada.

En cualquier caso la pregunta que queda en el aire es ¿cómo va a beneficiar este proyecto a la población de la isla?

Turismo ¿motor de desarrollo?

El turismo como motor de crecimiento económico y, por tanto, de desarrollo, es un argumento que sustenta numerosas inversiones turísticas, no sólo en los países más empobrecidos, sino también en nuestro entorno (véase, por ejemplo, el caso de Barcelona World y el fallido EuroVegas).
Para los investigadores del instituto Igarape, en Brasil, “al abocarse a una economía basada en el turismo, aquellos que defienden su impacto positivo en el desarrollo, sostienen que los países subdesarrollados se beneficiaran económicamente de las ganancias de divisas extranjeras gastadas en el país y del incremento de empleo”.

La Organización Mundial del Turismo (OMT) insiste en que si bien el turismo “guarda una estrecha relación con el desarrollo y éste se convierte en un motor clave para el progreso socioeconómico”, hay que orientarlo hacia un turismo sostenible para que beneficie a los países más empobrecidos.
Joan Buades, en su publicación “Exportando paraísos. La colonización turística del planeta”, da algunos datos interesantes: según el Banco Mundial, hasta un 55% de los beneficios del negocio turístico generado en países empobrecidos vuelve al Norte (datos de 2006). El resto de rédito es, según Buades, a menudo acaparado por las élites locales. Para Buades, la industrialización turística y su expansión hacia los países del Sur “no es solamente una potente vía de acumulación, sino que es una herramienta geopolítica de primer orden, así como un vehículo eficaz para conquistar las “almas” y domesticarlas bajo el influjo del capital”.

¿Revertirá la inversión turística en Haití, y en concreto en Île-à-vache, en un desarrollo sostenible, beneficiando a la mayoría de la población y no tan sólo a una élite internacional y local?  Si duda la poca sensibilidad del gobierno a la hora de consultar a las poblaciones afectadas en el diseño e incluso la implementación de los proyectos, como el de Île-à-vache, no deja mucho margen para el optimismo.

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