lunes, 8 de septiembre de 2014

Las mujeres kurdas emprenden una doble revolución Karlos Zurutza

“Me casé a los 14 y a los 20 ya tenía cuatro hijos”, recuerda Nafia Brahim. A sus 50 años, esta kurda de Siria trabaja para que ninguna otra mujer deje de ser dueña de su propio destino.
Brahim es una de las 12 integrantes de la asamblea que gestiona el Centro para la Formación y Emancipación de la Mujer de Qamishli, ciudad situada 680 kilómetros al noreste de Damasco.
La suya es una acción multidisciplinar: “Organizamos talleres de alfabetización en lengua kurda, pero también de costura, informática, gimnasia para embarazadas… todo dirigido por y para mujeres”, explica Brahim a IPS.
Pero el curso más demandado, dice, es el de “mujer y derechos”.
“La emancipación de la mujer empieza por que ésta comprenda que tiene derecho a emanciparse, a ser un individuo capaz de dirigir su propia vida”, asegura Brahim, con el entusiasmo de quien pasó por ese proceso no hace mucho.
No ha sido fácil. Tras la rebelión de 2011 contra el gobierno de Siria, los kurdos que viven en este país apostaron por una neutralidad que los ha llevado a enfrentarse tanto al régimen como a la oposición. Desde julio de 2012 controlan las zonas en las que son mayoría, en el norte, donde disfrutan de unos niveles de autogobierno que les permiten desarrollar iniciativas como este centro para la mujer.
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