El Local 3 es un lugar oscuro y húmedo, sin ventilación. A él se accede a través de una puerta de hierro que normalmente permanece sellada. Solo un pequeño cartel en rojo delata su ubicación. Se trata del último de los cinco depósitos documentales que permanece inalterado después de que en 2005, tras la violenta explosión del polvorín de Mariscal Zabala, acaecido en la capital guatemalteca, el historiador Cifuentes Medina descubriera accidentalmente en el trascurso de una inspección el ahora Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN).
Miles de legajos se apilan en las bodegas hasta tocar los techos y su visión alcanza hasta donde se pierde la vista. Entre las etiquetas de referencia podemos leer al azar: Secuestros. Delitos sexuales. Desaparecidos. Es solo una pequeña parte de lo que hay. Las cifras no dejan de ser sorprendentes. Los fondos del Archivo cuentan actualmente con un total de 80 millones de documentos, que dispuestos en línea recta representan 8000 metros de folios, es decir, 8 kilómetros ininterrumpidos de información. Pese a ello el nivel de impunidad con respecto a los crímenes acometidos durante el conflicto armado interno continúa siendo prácticamente del cien por cien.
Ganándole la batalla al olvido
”Cuando llegamos aquí la documentación se encontraba en un estado lamentable, consecuencia de un abandono absoluto”, explica Alberto Fuentes, uno de los coordinadores del proyecto. ”Por eso -añade- nos vimos obligados a dejar en un segundo plano de prioridades nuestras ansias de investigación para enfrentar tres problemas principales que amenazaban la conservación del archivo: la seguridad, la humedad y la proliferación de plagas”. Recorriendo los pasillos de las instalaciones cualquiera se da cuenta de que el trabajo durante los últimos años no ha debido de ser sencillo.
Rescatar una documentación maltrecha, despojándola del polvo, de metales, de hongos y de arrugas, para detener el proceso de deterioro en el que se encontraba. Organizar archivísticamente una cantidad ingente de datos, separándolos por años y por cada una de las organizaciones que componían el cuerpo de la PN. Iniciar la investigación para poder empezar a sondear las informaciones relevantes y deducir patrones de actuación, cadenas de mando (de responsabilidades), así como conocer mejor la evolución histórica de las estructuras policiales. Por último, la digitalización, siendo fundamental asegurar la preservación de la información el mayor tiempo posible y lograr así un fin último: facilitar la información.
Éstas son las principales líneas de trabajo que ocupan a más de 150 personas diariamente. Entre los empleados encontramos a muchos jóvenes, algunos de ellos hijos o hermanos de desaparecidos asesinados durante la guerra. Una nueva generación de investigadores que, como José Rodolfo, creen que ”en la verdad está nuestra fuerza”, siendo la memoria histórica una parte indispensable en el proceso de reconciliación. Verónica y Armando estarían también de acuerdo. Con más de 10 familiares en paradero desconocido, la información recabada en el Archivo les ha permitido conocer lo qué les pasó a algunos de ellos. Y aunque saber no quita el dolor, por lo menos, dicen, les libera.
Desde que el pasado año 2009 fuera abierto al público, la Unidad de Acceso a la Información del Archivo ha recibido un total de 394 solicitudes, 130 de las cuales corresponden a usuarios particulares. Sorprende, con todo, que ni un solo céntimo de los costos y las inversiones requeridas provenga de las dependencias del Ministerio de Cultura y Deportes, sino de países como Suiza, Holanda, Suecia o España. ”Esta es todavía una asignatura pendiente del Gobierno, afirma Fuentes, pero la ventaja es que garantiza la política de austeridad y de rigor que aquí se aplica con respecto al correcto manejo de la información que el archivo contiene”.
Una historia de película
"La Isla. Archivos de una Tragedia" es el último film del director de cine alemán Uli Stelzner, un tipo alto y de ojos claros que se maneja en un perfecto español. Su intención, precisamente, es dar a conocer la existencia de este Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN), pues, aunque pueda resultar inverosímil, muchos de los guatemaltecos de a pie, que pudieran estar potencialmente interesados, lo desconocen. Después de casi 4 años de intenso trabajo el documental finamente se estrenó en Guatemala el pasado fin de semana.
”Se trata de una película dura, por la crudeza de los testimonios que en ella aparecen, pero creo que a la vez es necesaria pues este secreto a voces guardado durante tantos años ha causado mucho daño a toda la sociedad guatemalteca”. Stelzner lo tiene claro. Su mayor deseo es que el documental cumpla con su función de información y, sobretodo, que genere un debate positivo para la recuperación de la memoria. Varios indicios llevan a pensar que de alguna manera lo esta consiguiendo.
Una semana antes de la Gran Premier las entradas ya estaban agotadas y hubo que organizar un nuevo pase extra, lo que demuestra el interés generado entre el público. Si embargo, a pocas horas de su presentación oficial, una amenaza de bomba hizo peligrar el esperado estreno. Pocos medios de comunicación acudieron a cubrir el evento y entre los asistentes se murmuraban por lo bajo los motivos. ”Este documental deja mal parados al Partido Patriota y al Frente Republicano Guatemalteco (PRG), muchos de cuyos afiliados pertenecen a la cúpula empresarial”, decía un espectador. Entre todos destaca como moraleja el mensaje del Director del AHPN, Gustavo Meoño. ”Los protagonistas de esta historia son las víctimas. El espacio, que es el archivo, no busca contribuir a la venganza, sino ser un aporte más a la justicia. Y en este contexto La Isla puede servir de motivación a muchas personas para que sepan que tienen todo el derecho del mundo a saber qué ocurrió”.
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