México, DF, 22 abr 10 (CIMAC).- Las mujeres ruruales en México enfrentan una crisis económica, que no sólo es producto de la actual recensión,sino un problema estructural que debe ser atendido por políticas publicas multfactoriales, que atiendan como productoras y no sólo como administradoras del gasto familiar, afirmo Elsa Pérez Paredes, analista del campo nacional especializada en género.
Los programas productivos encaminados a las comunidades rurales, que casi todos están dirigidos a los hombres, son “poco conocidos” y ese es sólo uno de los aspectos por los que la política pública encaminada a esta población ha fracasado, sin embargo, lo más alarmante es que “no brindan seguimiento, ni monitorean y tampoco evalúan estas políticas”.
“Las comunidades están interesadas en los proyectos, quieren participar, pero los programas no se consolidan”, aseguró.
No existe un interés real en el desarrollo del campo, dijo, muestra de ello es que el dinero y las políticas que van a las comunidades rurales del país “aparecen en tiempos electorales, carecen de una visión estratégica, y de un proyecto de desarrollo”, lamentó.
La analista Elsa Pérez, quien recién colaboró en la investigación “Componentes y tendencias actuales de las estrategias de sobrevivencia de las familias campesinas: percepciones, perspectivas, y alternativas para el desarrollo de Senguio, Michoacán”, aseveró que estas políticas excluyen a las mujeres.
Las mujeres rurales siguen siendo vistas como administradoras, no como sujetas sociales, esta perspectiva se evidencia en las políticas públicas orientadas a esta población, ya que ellas sólo participan de las transferencias económicas mediante los programas Oportunidades y 70 y más.
A decir de la especialista en el tema, “los proyectos deben considerar a las mujeres del campo como productoras y propiciarles condiciones que generen el empoderamiento comunitario”.
Se requieren políticas públicas con una visión multifactorial, “no necesitan despensas solamente, o sólo programas para cáncer, autocuidado, o de sexualidad. Se necesitan políticas integrales”, indicó.
Y es que, desde hace varios años, en el campo como en la ciudad “vivimos con una política fraccionada”, que derivó en una crisis estructural que deteriora la calidad de vida de mujeres y hombres.
La crisis estructural deviene de las reformas agrícolas que se realizaron en el país hace 30 años. Posteriormente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte representó un “parteaguas”, debido a la competencia desleal, que llegó con la liberalización de los mercados.
La situación del campo es similar a la de 1810, por lo que en lugar de planearse un festejo de bicentenario, debería pensarse en emprender una “reingeniería de desarrollo rural”, mencionó la especialista.
Ante este panorama, el estudio de Espacio Autónomo, realizado en Senguio, Michoacán, en el que colaboró Elsa Pérez, recomienda, entre otras estrategias, que las políticas agrícolas estén encaminadas a la generación de empleo, y a fortalecer el mercado interno y regional.
Estas políticas deben integrar programas y proyectos de desarrollo, que para ser efectivos deben evaluarse y ser monitoreados periódicamente.
Entre los temas que deben priorizar está la atención médica “suficiente y de calidad” para las comunidades, sobre todo la salud sexual y reproductiva de las mujeres a fin de prevenir el embarazo adolescente.
La educación es otro de los temas que deben encabezar las políticas agrícolas, ya que quienes alcanzan un mayor nivel escolar poseen más información y poder comunitario. En este ámbito también es preciso focalizar a las mujeres, ya que son quienes tienen menores niveles de escolaridad.
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