jueves, 9 de diciembre de 2010

De asilos y extradiciones: la internacionalización de la guerra sucia colombiana

por José Antonio Gutiérrez D.

El conflicto colombiano está cada vez más internacionalizado. Varios hechos recientes lo demuestran: por una parte, los pedidos de extradición de militantes de izquierda de varios países por supuestos vínculos con las FARC-EP; por otra parte, la negación por parte del Tribunal de Estrasburgo de la extradición del connotado mercenario israelí Yair Klein; por último, tenemos el asilo conseguido en Panamá por la ex directora del DAS, María del Pilar Hurtado, que denuncia una imaginaria cacería de brujas de la Corte Suprema en su contra. En todos los casos, lo más notable del actual contexto, es que tanto el imperialismo como el Estado colombiano buscan avanzar a un escenario de mayor persecución de los sectores de oposición o de simpatías revolucionarias en todo el mundo, a la vez que se refuerza la tendencia a la impunidad por los crímenes del bloque en el poder en Colombia

Las extradiciones de los internacionalistas: disuasión y desgaste

El tema de las extradiciones es un asunto espinoso que está en el centro de la estrategia de internacionalización de la “guerra sucia” por parte de Colombia. Mediante los constantes pedidos de extradición a elementos catalogados “sospechosos” de simpatizar políticamente con la oposición colombiana (armada o sin armas), mediante la fabricación de pruebas espurias, se busca acabar con cualquier escenario internacional que cuestione las políticas guerreristas y abiertamente pro-imperialistas del Estado colombiano. Tal es el caso del pedido de extradición a Colombia que se ha hecho del militante comunista chileno y miembro del Movimiento Continental Bolivariano, Manuel Olate, gracias a “pruebas” sin base jurídica, como son los supuestos archivos del ultra-manipulado súper computador del fallecido comandante de las FARC-EP Raúl Reyes y su simpatía con la causa insurgente en Colombia, como si existiera la figura legal del delito de opinión[1].


Manuel Olate no es el primer extranjero al cual se le ha buscado extraditar a Colombia mediante las supuestas pruebas del computador de Reyes: más de dos años antes, en el 2008, mediante la llamada “Operación Cali”, la española María Remedios García había sido arrestada por ser uno de los supuestos enlaces de las FARC-EP en Europa. De igual manera, un número de ciudadanos españoles, italianos, daneses y australianos, estuvieron en la mira por ser, según el paranoico Estado colombiano, las “fichas claves” de las FARC-EP en Europa[2].

En el marco de acoso permanente y de criminalización de toda forma de solidaridad con las organizaciones populares colombianas y de toda denuncia del Estado colombiano, el cuco de las FARC-EP, tal cual Al-Qaeda, es un comodín con el cual globalmente se busca criminalizar cualquier expresión de lucha, desde los separatistas vascos hasta la lucha de los mapuche en Chile –frecuentemente, se hace una confusa amalgama en la que todos comparten la misma cama[3]. Aún cuando no se logre el objetivo de extraditar a los internacionalistas, se les desgasta mediante la "guerra jurídica".

Guerra jurídica y Operación Europa

Como toda acción del Estado colombiano se duplica en líneas paralelas, utilizando así los canales legales e ilegales, junto a los pedidos de extradición, el DAS, la policía política colombiana, implementó todo un plan de infiltración, vigilancia, seguimiento y presiones en el Viejo Continente, llamado “Operación Europa”, el cual se filtró como parte de las investigaciones adelantadas por la Fiscalía sobre el caso de las chuzadas, es decir, el espionaje y acoso a opositores en Colombia[4]. El coordinador de esta red habría sido el funcionario del DAS Germán Villalba, quien se habría dedicado a realizar acciones de espionaje y de “inteligencia” en el Parlamento Europeo, así como visitando diversos foros y seminarios sobre cuestiones de la realidad colombiana. Su labor era determinar quiénes eran los “adversarios” del régimen colombiano y neutralizarlos mediante el desprestigio[5].


La ficha del DAS que describe los puntos fundamentales de esta Operación habla por sí sola:
Operación Europa:

Objetivo: Neutralizar influencia en Sistema Jurídico Europeo.
Comisión de DDHH Parlamento Europeo
Oficina Alta Comisionada DDHH-ONU
Gobiernos Nacionales
Estrategia: Desprestigio
Acción: Comunicados y denuncias, páginas web
Guerra Jurídica[6]
Como se ve, no se han agotado medios para hostigar a quienes se atreven a denunciar el terrorismo de Estado que impera en Colombia.

Las extradiciones como parte del juego diplomático con Venezuela

Por otra parte, no son solamente los regímenes de la derecha política los cuales colaboran con esta política de persecución transnacional. Hugo Chávez, en Venezuela, ha extraditado recientemente a tres supuestos guerrilleros del ELN y las FARC-EP a Colombia[7].

Esta no es la primera vez que el gobierno de Venezuela extradita presuntos guerrilleros a Colombia, donde no tienen posibilidad ni de juicio justo y donde enfrentarán toda clase de torturas. Por nombrar solamente algunos casos, un presunto guerrillero del ELN había sido extraditado el 2001[8] y 5 presuntos guerrilleros también del ELN habían sido extraditados en Mayo del 2009, en medio de varias operaciones conjuntas en la frontera colombo-venezolana[9]. Ni es la primera, ni tampoco será la última[10]. Al parecer, cada vez que Chávez intenta mejorar las relaciones con Colombia (y de paso, aplacar la estridencia del imperialismo en su contra), se siente obligado a sacrificar a algunos desdichados para dar prueba de “buena fe”. En este caso, al parecer, estos tres presuntos insurgentes serían una ficha de cambio por la extradición a Venezuela del narcotraficante Walid Makled que Chávez venía buscando hace tiempo[11]. Como sea, lo más complejo es la declaración con la cual anunció la extradición, la cual repite los lugares comunes que desde Bogotá y Washington, se machacan día y noche sobre la realidad colombiana:

El Gobierno Bolivariano ratifica así su compromiso inquebrantable en la lucha contra la delincuencia y la criminalidad, en estricto cumplimiento de los compromisos internacionales, y bajo los principios de paz, solidaridad y respeto a los derechos humanos”[12]



Nótese el reduccionismo del complejo conflicto colombiano al discurso unidimensional uribista que lo reduce a un fenómeno de mera “criminalidad”. Nótese además, que los derechos Humanos, cómo no, están representados, en este discurso, por el sacrosanto Estado colombiano. Que no se hable de falsos positivos; ni del cordón umbilical que unía al narcotráfico, al ejército y al paramilitarismo; ni de hostigamiento y asesinato de dirigentes sociales a manos de los aparatos de inteligencia del Estado; ni de que las fuerzas militares sean de lejos las mayores violadoras del Derecho Internacional Humanitario en Colombia. Nada de eso, como decía una canción, “son rumores, son rumores”[13].


Mientras los Estados se dan la mano y trituran a los pueblos a su paso, nos queda cada vez más claro que la idea de la integración de los pueblo desde abajo no es lo mismo que la integración de los Estados desde arriba. Como tantos otros, este sigue siendo un debate pendiente.

Yair Klein: la ultraderecha no se toca

(leer más):  http://www.clarin.decolombia.info/
http://www.clarin.decolombia.info/

 




















































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