sábado, 18 de diciembre de 2010

De una migrante a sus compañeros migrantes indoamericanos

A continuación transcribo LOS HERALDOS NEGROS, uno de los más grandes y sentidos poemas de CÉSAR VALLEJO, poeta peruano exiliado en París. 

El poeta César Vallejo, de quien tengo el honor de ser paisana, nació en Santiago de Chuco, Trujillo, Perú. Trabajó en los campos de caña de los terratenientes azucareros. Trabajo que lo extenuará hasta el sol poniente. Esclavo para tener un puñado de arroz como alimento.

Sabe que todos los cañeros no son más que pobres criaturas salvajemente capturadas por siniestros enganchadores, y cobardemente retenidas por vida con el alcohol que, dominicalmente y a sabiendas se les vende a crédito.

Irremediablemente endeudado vuelto en pocas semanas, insolvente su deuda, cubriendo rápidamente un número de daños superior al que va a vivir el peón tendrá que garantizar su deuda con esto que sólo le queda: sus hijos, nacidos o por nacer. . . Se comprende que el recuerdo de la hacienda "Roma", donde fue explotado haya sido durable en un ser que como Vallejo, le obsesionaba la injusticia social


Huyo de la cárcel y se refugió en Francia donde sufrió la xenofobia allí en París. Traducido en todos los idiomas es considerado uno de los más grandes poetas del mundo.

veca muelle

Los heraldos negros

César Vallejo

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


Y el hombre pobre ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!




 

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