Se fue con sus dos banderas |
Supo unir lo mejor de los valores y de las palabras de vida eterna que mueven a los seguidores de Jesús, con los valores de las clases trabajadoras y con las ideas-fuerza, teoría y acción de las clases proletarias.
Filósofo erudito y sabio, supo congeniar pueblos y teorías de caminos dispares, para encontrar un camino común a tod*s quienes buscamos una tierra mejor. En ese camino se encontró con Miguel Woodward, cura obrero, con René Aguilera, obrero y cristiano, y con tantos otros compañeros y compañeras que encontraron en el MAPU un movimiento renovador de las ideas y de las prácticas, un instrumento constructor de unidad para vencer la dispersión y acción popular para derribar las barreras que impiden en bien de nuestros pueblos.
Supo unir la ponderación, la mesura, con la radicalidad y el valor. No temió la rabia ni la violencia de los fascistas con o sin uniforme, ni tuvo dudas de arriesgar su salud en la huelga de hambre de loso presos políticos mapuche que se extendió de julio a octubre pasados.
Se preocupó de servir a los jóvenes populares directamente en el derecho a la alimentación, trabajando solidariamente, junto a su compañera Myriam, y a otros mapucistas y miembros de la organización de Amigos de Woodward, en la mantención de un comedor popular estudiantil en la Escuela de Sociología de la Universidad de Valparaíso.
A todos, nos dio el alimento teórico del pensamiento revolucionario. Nos ayudó a rescatar antiguos documentos, que atestiguan nuestro programa de compromiso revolucionario. En todo nos dio ejemplo.
Mereció en vida el reconocimiento de los luchadores y fue querido por todas sus virtudes. Por eso recibió honores como mapuche y como mapucista, y se fue con ambas banderas, con sol, luna y estrellas, que lo guiarán hacia el Wenu Mapu.
Nuestro Jaime vivirá en los corazones de los pueblos a los que consagró su vida sin temor.
Su partida nos entristece, pero sus palabras y su ejemplo nos dan fuerzas para seguir en nuestras luchas por una sociedad mejor.
Nos va a hacer harta falta, pero nuestras banderas se tiñen de esperanzas. La Ñuke Mapu nos va a devolver desde sus entrañas, otros weichafe y militantes como él.
Que su koliwe con el canelo sagrado, el wenu foye verde y rojo que siempre llevó con honor, sea retomado por otros diez como él y por much*s más.
Mongeltuaimi, peñi. Marichi wew.
Carlos Ruiz
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