Juan Godoy |
A todos los chilenos que sufren en el invierno, pués, se les paga con una primavera repleta de colores. Nacimientos nuevos, ahí o acá una perra tuvo sus perritos y, "puta, mamá que son lindos, parecen ser de buena raza... vendámoslos en la feria... ".Los árboles con sus pajaritos nuevos, las plumas del canario que pueden servir para hacer gorritos de cumpleaños, el gato que se le ocurrió ir a parir a un entretecho y los recién nacidos no dejan dormir a los soproles ni al jefe del hogar que tiene que levantarse al alba... que casi no duerme, pobre guatón, ronca y está casi vestido para salir corriendo a tomar el metro... porque, bueno, le gusta llegar al paradero una hora antes... así se toma un asiento al ladito de la puerta...
Chile con deudas nuevas, con un presidente que no ha hecho nada de nada en los dos inviernos. A lo mejor para muchos lectores mi columna es una paja de zancudo, pero no importa porque al mirar las montañas de Chile, (bueno, las miro por Internet), me doy cuenta que la cordillera sigue tan pava como siempre: siempre ahí, no se mueve, no cambia, no hace nada... parece ser el ideólogo de los enanos.
Los poetas podrían escribir otras cosas sobre las bellezas de Chile. Cierto que hay poeta cuicos y proletas. Me quedo con los proletas porque ellos escriben con el barro, los otros se los hacen escribir, corregir y luego los firman. Es verdad que la blancura de las montañas son como un orgasmos para los que pueden ver la nieve. Antes de llegar a mi exilio la señora Rachel, me dijo: "vecino, si un día toca la nieve, pues, mándeme una cartita con un poquita de ella". La blancura de la patria... es para los cartuchos, me dijo, un cuidador de caballos en la feria de equinos. ¡Cuidador de caballos!... Señores, en Santiago de Chile hay cuatreros, hay ratas, hay de todo pero nada bueno. Los poetas del barro no son la visión del pituco sino la realidad de un pueblo que emerge más pobre de antes al terminar un invierno.
El pituco se cachiporrea porque vive a los pies de las montañas y, sus nanas, hacen empanadas jugosas, asaos en un jardín invernal, y las esclavas del piano, se pegan una volado con un par de sonatas de Mozart para animar un invierno maricón que no tiene piedad con los desposeídos.
Chile tiene dos caras: el barro y el buen cemento. El pobre que pasa por el barrio alto, bueno, pasa en busca de pega, no en turismo, queda con sus ojos dados vueltas. Turnios, se diría. Tan pequeña su casita, mientras los otros, ¡mírenla!, ¡mídanla!, parece la cumbre del combo en el hocico, porque, bueno, más a combo en el hocico parece mensaje de una linda misa de un domingo de ramo en una catedral llena de cabritos rubios... y un coro de atorrantes que cantan en las filarmónicas de Europa... que, bueno, tienen buena voz y la venden como el pescado en la feria.
En fin, el proleta sabe escribir sus líricas... con barro, con miserias, pero no es un contemplativo... no es platónico, es combativo, es un buen chileno... porque la montaña no se va a ir de los Andes, pero su prole puede irse en cualquier momento por falta de atención médica o de seguridad social que, hoy por hoy, la tienen los amantes del buen abrigo de piel o de la piedra cara sobre un mueble de su horrenda villa repleta de tercer mundistas, porque, gallo, el cuico no es de los atrasados, es descendiente euro-peo, y si le agregas un acento a una vocal, pues es francés, si cambias una (i) por una mayúscula, es ingles o, si le pones una (sk) pues es polaco o ruso...
Volverá la primavera... volverán las ropitas descoloridas, volverán, pues los chamúllentos del gobierno a cortar florcitas para su escritorio, volverán las sonrisas y los abrazos del proleta: "Fue un invierno vaca, pero, vecino, podimo contar la historia"... Volverán las visitas al cementerio, a ponerle flores a las victimas del fascismo y a las de la concertación... vuelve el "salto del águila" para el hablar del hombre de pueblo... vuelve... todo, no como antes, pero, bueno, vuelve...
Juan Godoy
Fuente: G8
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