miércoles, 9 de noviembre de 2011

El Otro Crimen Organizado

Emilio Nahín Rojas Madero/Fredy Leyva Irra

La Sombra de la Luz
Feudalismo: sistema de producción económica implementado por la corona, para contrarrestar la resistencia parapléjica laboral (hibrido de la huelga obrera) de los esclavos. Este nuevo régimen, dotaba de grandes extensiones de tierra a los rebeldes para trabajarla; éstos, posteriormente adoptaron el título de siervos.
La única exigencia que les establecía el virreinato, era el cubrir un impuesto no mayor al diez por ciento sobre lo producido. El resto era de uso exclusivo para el siervo, junto con su familia. No sin antes, dejarlos bajo la tutela del señor feudal. Sin embargo; los señores feudales representantes de esa gleba, cayeron en pecado al saborear las delicias del poder; que llegaron a sentirse más que la corona misma. Y pronto establecieron mandatos aberrantes como el derecho de poseer a las hijas y esposas de los siervos. Tomar a los hijos varones como lacayos e incrementar los impuestos hasta el noventaicinco por ciento sobre la producción; convirtiéndolos nuevamente en esclavos feudatarios. Lo mismo ha ocurrido con ese proyecto maravilloso, llamado sindicalismo.
Sin importar que un trabajador cubra sus cutas sindicales (impuestos); si ese obrero no es ahijado de la cúpula sindical, es seguro que ha quedado huérfano y desprotegido ante los embates del patronato explotador y deshumanizado; ése que no tiene más código que la producción económica, sin excusa o pudor alguno. Ese obrero queda obligado a laborar más de ocho horas; cubrir tiempo extra o doblar turno sin goce de sueldo. Se le destituye del derecho al seguro social; así como de primas vacacionales y otros atributos que le corresponden por ley a pesar de ser sindicalizado. Pues sus representantes sindicales tan solo intervienen en el conflicto laboral para sacar ganancias personales, sin importarles traicionar al agremiado. Prueba tan clara de esa traición; se observa cuando el secretario del trabajo, los representantes patronal y los sindicatos del país; se reúnen para establecer el monto del salario mínimo. Ese miserable sueldo que mantiene muriéndose de hambre a una nación y para colmo, los propios representantes sindicales otorgan su aprobación. Haciéndome recordar a los mineros de la Unión en el Estado de Guerrero. A quienes el gobierno les clausuró las minas porque se niegan a pagar un incremento. Impuesto establecido bajo la mequetrefe excusa de que si le pagan el pisaje a la delincuencia organizada; esto es sinónimo de que tienen nexos con el hampa.
A grandes rasgo, eres extorsionado por las dos puntas; lo mismo en lo laboral. Pero lo que más duele es que ese órgano (sindicato) que está como la luz de la defensa de los desprotegidos, sea la mismísima sombra de la corrupción. Después de las instituciones de seguridad y fuerzas armadas; los sindicatos ocupan el segundo lugar en violación a los derechos humanos en México.
Estos se han apoderado hasta de los órganos e instituciones de gobierno; por lo que a pesar de que el pueblo en su derecho de ejercer una democracia y en su anhelo por tratar de llevar al poder a una persona que verdaderamente cambie el rumbo de la vida social; estos sindicatos se han convertido en el estorbo de la democracia misma, así como del desarrollo de la nación. Pues sin importar que el gobierno sea rojo, amarillo, azul o verde; quienes siguen al frente de la administración son los mismos parásitos sindicales. Es la misma secretaria que se lima las uñas todos los día; es el mismo personal que en vez de laborar, pierde el tiempo en el chat o platicando en el teléfono. Es la misma burocracia que tiene una falta de educación y un léxico repulsivo; otorgando un maltrato a todo ciudadano que acude a ellos en busca de un apoyo.

Lo mismo ocurre en salud y hasta en los gremios trasportistas; quienes mientras conducen, van ingiriendo bebidas embriagantes o cigarrillos alucinógenos y agarrando las avenidas como pistas de carrera o mentándoles hermosos saludos a las madres de los usuarios del servicio de trasporte. O cuando presentas quejas a las empresas que cobrar por agua y luz; en donde en vez de ser uno el inconforme, se sale huyendo de esas dependencias; gracias a los gritos de ese personal que sínicamente te grita –“¡Maldito Moroso!”–. Cuando ellos no pagan sus propios recibos como privilegio de ser empleados. México necesita un Hugo Chaves o un Fidel Castro; un hombre de mano dura, que no tolere tanto sinvergüenzísmo por parte de estas mafias sindicales. Recientemente en Guerrero, tomó posición la nueva administración Estatal y el gobernador decreto nombramientos a hombres y mujeres para ocupar cargos públicos. Sin embargo; algunos líderes sindicales tomaron las instalaciones de esas direcciones y jefaturas, impidiendo la entrada a los nuevos mandatados bajo el argumento público de: la inseguridad.
Y aquellos que se atrevieron a reclamar sus espacios y defenderlos, fueron víctimas de agresiones verbales (calificándolos de incompetentes) y agresiones físicas, pues estos delegados sindicales se hacían acompañar de corpulentos hombres para amedrentar a los nombrados por el gobernador. Vertiendo amenazas contra la integridad física, hasta alardeando de tener amistad con grandes capos. Y de paso; mandándole flores a la señora madre del gobernador a quien no la bajaban de mediocre… estos sindicatos pisotean la palabra empeñada de la esposa del gobernador y de paso; desobedecen la firma e instrucción del primer mandatario. ¿Puede haber algún cambio social después de un proceso electoral? Y si a esos sindicatos se les trata de corregir u ordenar o reglamentar; se organizan y financian a algún asesino para que les quite del camino a quien los intenta corregir. Los sindicatos han dejado se ser gremios de defensa del obrero y se han trasformado en grupos criminales; en el código penal, está tipificado éste delito como: crimen organizado. Pero como son la sombra de la luz; gozan de plena impunidad o de plano, a quienes ostentan el poder les tiembla la mano.
Este feudalismo sindical, es lo que verdaderamente está deteniendo en gran medida al desarrollo del país; pues más del ochenta por ciento de los sindicatos en México, están incurriendo en estas anomalías. El sindicalismo debe corregir el camino, dedicarse plenamente a salvaguardar los derechos del trabajador y no a negociar en lo obscurito con el patronato, mucho menos para fines personales de cúpula y obligar a que sus agremiados a rendir el cien por ciento en lo laboral. Ante el desarrollo y la competitividad internacional; no se puede permitir la holgazanería y el maltrato social o la protección a pedófilos y delincuentes, los crímenes o asesinatos y mucho menos las actividades fraudulentas o el desvío de recursos del erario público. Pero de no ser así; el nuevo gobierno federal deberá extinguir a esta figura, pues son muchos más los que desean progresar y llevar un mejor sustento a sus hogares. Que repartirlo o malgastarlo en mantener mediante cuotas sindicales a un puñado de parásitos. Lo que hoy está viviendo México, es lo que ayer vivió Colombia y para acabar con toda esta corruptela, el gobierno colombiano determino que se les tenía que erradicar. Y el sindicalismo mexicano; por sí solo está dando los motivos y las escusas, es un modelo obrero que caduco.

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romaen73@hotmail.com

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