Los principales multimillonarios rusos, actuales e importantes protagonistas del fin del socialismo en la Urss, no son descendientes de los ricos emigrados opuestos a la Revolución bolchevique de 1917 que huyeron del país, para terminar muchos arruinados como porteros vestidos de cosacos a la entrada de restaurantes de comida rusa en el loco París de los años veinte. Allí embriagados con vodka barato sacaban nostálgicas notas a sus balalaika al recordar la Rusia que habían perdido.
Estos restauradores de la burguesía rusa surgieron de la llamada "nomemclatura" de altos burócratas del poder soviético triunfante y conquistaron sus inmensas fortunas traficando y apropiándose de los bienes del Estado durante la disolución y privatización de la economía de la URSS en 1991.
Desde entonces son ejemplos de hombres exitosos en Estados Unidos y en Europa. Pero, irónicamente a los simpatizantes de la Ley Helms-Burton, dictada contra Cuba por la administración estadounidense y la extrema derecha cubano americana en 1996 para impulsar cambios similares en Cuba, les resulta imposible utilizar a esos nuevos ricos como modelos para promover iguales actitudes en la Isla.
Muchos de ellos eran ejecutivoscorruptos, al frente de grandes fábricas en la URSS, y terminaron como sus dueños cuando se dio la señal de arrancada de la carrera sin reglas ni orden para la desintegración y privatización de la base productiva de ese país.
Fueron bautizados por el pueblo ruso con el término despectivo de “oligarcas” y son bienvenidos con sus inmensas riquezas en los círculos de los negocios y de la alta sociedad donde no tienen limites para ostentar sus capitales y el glamour de “antiguos camaradas”transfigurados en los nuevos ricos del siglo XXI, de una forma que causaría envidia a más de una casta de millonarios en EE.UU y Europa.
Algunos ejemplos son ilustrativos. El Eclipse es el yate más lujoso y grande del mundo, con 162 metros de eslora, pistas de aterrizaje de helicópteros, piscinas y todo tipo de instalaciones para el ocio y fue construido en el 2010, a un costo de 100 millones de dólares por encargo de Roman Abramovich, un jerarca ruso de 49 años, quien cuenta con un capital calculado en de más de 15 mil millones de dólares.
Pero además Abramovich tiene el record de haber hecho posiblemente el obsequio más estrafalario y romántico, al regalarle a su prometida un terreno en la luna, en desagravio por posponer su boda por la crisis financiera del 2008.
El terreno lunar fue comprado por el jerarca, (también propietario del club inglés de fútbol Chelsea), a la organización internacional ‘The Lunar Embassy’, que vende simbólicamente partes del satélite que han adquirido desde el ex presidente Jimmy Carter hasta estrellas de Hollywood como Tom Cruise
La mansión más cara de Estado Unidos en Silicon Valley, fue adquirida en 100 millones de dólares, como alternativa a su residencia en Moscú, por el multimillonario ruso de 49 años Yuri Milner, que residía en el extranjero y regresó a Rusia en 1996, con grandes inversiones en Facebook, entre otros negocios en INTERNET.
Para que se tenga una idea de las extravagancias de estos personajes, vale citar que la mascota, Johnny, un Fox Ferry propiedad de un matrimonio adinerado ruso fue vista por última vez el 17 de agosto en el Grand Hotel Savoia, de Génova, donde disfrutaba de un servicio de cinco estrellas para perros.
La afligida pareja que, al parecer se mantuvo en el anonimato, hizo su riqueza en el sector energético y prometió una recompensa de 10 000 euros a quien le facilitara recobrar al can, la cifra más alta que se recuerde por una mascota perdida.
En 1986, Mijaíl Jodorkovski Borisovich un ingeniero químico de 26 años iniciaba su carrera política como Secretario Adjunto del Comité del Konsomol, juventud comunista, en la Ciudad de Frunze, donde se caracterizaba por su ejecutividad y fidelidad a la doctrina oficial,por lo que su ascenso en la jerarquía política era segura, pero seis años después escribió un libro conjuntamente con otro colaborador titulado “El hombre con el rublo” dedicado a la promoción de los negocios en la época pos soviética.
Su aparente pasado comunista no impidió que en 1992 fuera elegido el ganador del concurso“Líderes Mundiales del mañana”" entre 200 jóvenes menores de 32 años de todo el mundo. El concurso fue organizado por una fundación independiente, “El Foro Económico Mundial” vinculado a los grandes círculos de negocios estadounidenses y europeos.
Desde entonces inició una meteórica carrera en el sector bancario, financiero, empresarial y en altos cargos estatales que lo llevó en menos de un lustro, a la edad de 37 años, a presidente de la Firma de petróleos Yukos, dedicada a la explotación y venta de hidrocarburo y gas utilizando las empresas privatizadas hasta convertirse en uno de los multimillonarios más importantes de Rusia con una fortuna de más de 30 mil millones de dólares
El 25 de octubre 2003 durante el gobierno del Presidente Vladimir Putín fue encarcelado bajo la acusación de “fraude”, “fraude fiscal”, “falsificación” y otros delitos y sancionado a prisión. No obstante, gran parte de su fortuna espera intacta por su salida de la cárcel. Según la tradicional lista de la revista estadounidense Forbes sobre las personas más ricas, Moscú se convirtió en la ciudad con más multimillonarios del mundo desplazando a Nueva York. Además la capital rusa acoge a 79 de los 101 multimillonarios de esa nación, 15 de los cuales están entre los hombres más ricos del mundo, según agencias de prensa del país.
El florecimiento de esos nuevos capitalistas y la liquidación del sistema económico soviético están muy relacionados con Anatoli Chubáis, un economista, nacido dentro de una familia de militares y designado en 1992 a los 37 años viceprimer ministro por el entonces Presidente Boris Yelsin. Su elección se justificó con creces, pues conocía como demoler el sistema al que había estudiado profundamente en su tesis de graduación en 1983 que abordaba el perfeccionamiento de la planificación de la economía socialista.
En poco menos de dos años, presidió la venta de 122 000 empresas estatales en forma de acciones para que cada ciudadano ruso pudiera convertirse en “socio capitalista” lo que en realidad fue un fraude y provocó el empobrecimiento del millones de ingenuos que invirtieron sus ahorros para acceder a una burda versión rusa del sueño americano que fue solo un espejismo.
Chubáis además, dio luz verde para la venta de empresas estatales por precios irrisorios a los incipientes oligarcas que establecieron con la cúpula de poder una alianza de mutuo beneficio para descuartizar irreversiblemente en parcelas privadas el sistema de propiedades y servicios de la antigua URSS.
Al florecimiento de esos millonarios, siguió paralelamente el desarrollo de mafias compuestas también por ex funcionarios, ex oficiales de la KGB y militares, que exigían una parte del botín a cambio de seguridad de las inversiones y de la vida de los nuevos negociantes. En Moscú solamente en 1993 ocurrieron 1400 muertos por ajustes de cuentas entre el crimen organizado.
En una entrevista para un documental de la BBC Chubais, además de reconocer que quien le dictaba las condiciones para ejercer su cargo eran los oligarcas, dijo que “cada privatización era como poner un clavo más en el ataúd del comunismo” y realmente tuvieron éxitos en su mortuoria tarea.
¿Una oportunidad para oligarcas cubanos?
Mientras la URSS se disolvía en tiempo record junto con el campo socialista, la administración del Presidente George Bush y los sectores de extrema derecha de la contrarrevolución cubana creyeron estar ante la inmediata capitulación de la Revolución cubana, ya que creían imposible que la Isla (dependiente en más del 60 por ciento de su comercio exterior con la URSS y el campo socialista) pudiera resistir la nueva situación.
En los años de la Guerra Fría las administraciones estadounidenses proclamaron pública y privadamente como condiciones principales para una normalización de las relaciones con la Isla, el rompimiento de sus vínculos estratégicos con la URSS y el campo socialista y dejar de apoyar a los movimientos revolucionarios en el mundo.
Pero en 1991, desintegrado su gran enemigo, esta doctrina fue oportunamente abandonada por EE.UU. y todo el esfuerzo pasó a apretar aún más el bloqueo para acabar de asfixiar a la economía de la Isla y esperar que la dirección cubana como única alternativa de sobrevivencia, imitara en alguna forma los procesos de desmontaje pacífico del socialismo en la URSS y los países socialistas.
Para darle forma jurídica a esa estrategia y perdurabilidad fue aprobada por el Congreso de los Estados Unidos la Ley Torricelli el 23 de octubre de 1992 y promulgada por el ex presidente George Bush, quien proclamó en Miami que sería el primer presidente de EE.UU en visitar a una Cuba libre del comunismo.
En la promoción de esa ley jugó un papel decisivo la Fundación Cubano Americana (FNC), una organización creada el 6 de julio de 1981 en Miami y patrocinada por la CIA para llevar adelante además de acciones terroristas, labores de lobby encabezados por los congresistas de origen cubano Lincoln Díaz Balart e Ileana Ros-Lehtinen para endurecer aún más la política estadounidense contra la Isla y hacer imposible cualquier mejoría de las relaciones bilaterales.
La Ley Torricelli estableció dos sanciones fundamentales al prohibir el comercio con Cuba de las subsidiarias de compañías de Estados Unidos constituidas en terceros países e impedir a los barcos que entren a puertos cubanos traficar mercancías a los Estados Unidos o en sus posesiones durante los 180 días siguientes a la fecha de haber abandonado el territorio de la Isla.
La ley también incluía que ante la eventualidad de que en Cuba se dieran los primeros pasos al estilo de Europa del Este y la URSS, se aplicaría el llamado Carrill II para responder a esas concesiones con una flexibilización calibrada de las presiones económicas y políticas contra el país con el fin de estimular a supuestos sectores reformistas dentro del gobierno cubano.
Pero cuatro años después, con el pretexto del derribo de las avionetas que sobrevolaron el territorio nacional cubano el 24 de febrero de 1996, se aprobaría el 12 de marzo de ese año la Ley Helms-Burton, la jugada más importante de la FNC y la ultraderecha cubana americana para hacer más férreo el bloqueo económico al incluir duras sanciones y persecuciones a terceros países y compañías que comerciaran con Cuba, entre otras medidas bastantes conocidas
También con la Ley Helms-Burton se dilucidaba de forma incontrastable quienes serían los verdaderos dueños del país en la supuesta época pos Castro y truncaba los planes de corruptos y elementos de la contrarrevolución interna de tener la misma suerte de los “oligarcas rusos” llegado el momento de repartirse el botín de la riqueza nacional ante la presunta caída de la Revolución.
En su capítulo III de la ley Protección de los Derechos de Propiedad de los Nacionales Estadounidenses establece que los bienes de todo tipo expropiados o nacionalizados a intereses y compañías norteamericanos por la Revolución, incluyendo la de ciudadanos cubanos en aquel momento y que emigraron a EE.UU u otros países tendrán que ser devueltos por el hipotético gobierno que sustituya a la Revolución, como condición indispensable para su reconocimiento por el gobierno norteamericano y suspensión del bloqueo.
Establece el derecho de nacionales norteamericanos a llevar a cortes de los Estados Unidos a todo extranjero que “trafique” con “propiedades norteamericanas” intervenidas en Cuba, por lo que pueden recibir hasta el triple del valor de la propiedad
El término “traficar” incluye la inversión y explotación en esas propiedades por lo que se interpreta que los descendientes de los antiguos latifundistas o dueños de terrenos urbanos, además de recobrar sus propiedades tendrán derecho sobre todo lo que se construyó o amplió sobre ellas.
De seguir esa lógica todas las industrias viejas y las construidas por la Revolución, instalaciones de todo tipo, educacionales, científicas, recreativas ya tendrían dueños por una u otra vía. Los mismos actualmente residen en EE.UU.
La Refinería Ñico López volvería a las compañía Esso-Shell y la de Cienfuegos, construida después de 1959, caería en manos de los antiguos dueños de los terrenos donde se erigió, quienes por supuesto vendrían del Norte con sus equipos de colaboradores a establecer sus condiciones.
Los campesinos beneficiados por la Reforma Agraria tendrían que volver a pactar con los descendientes de los antiguos dueños de la tierra cómo sería la nueva forma de explotación a que se someterían.
También incluye las viviendas intervenidas y entregadas a sus inquilinos por la Ley de la Reforma Urbana, en las que reside la inmensa mayoría de la población cubana que entonces tendrían que volver a pagar alquileres o ser expulsados de sus casas
El recién nombrado ministro del exterior español Manuel García-Margallo, que comparte los juicios de la ultraderecha española sobre Cuba, hizo unas declaraciones años atrás sobre las consecuencias de la aplicación de estas medidas y dijo: “Una de las cosas que puede ocurrir, es que si cambia el régimen, se produjese una americanización absoluta, que Cuba entonces se convierta en otro Puerto Rico”.
En ese escenario, ¿qué quedaría para los probables candidatos a seguir el ejemplo de los “oligarcas rusos”? O “aquellos burócratas corrompidos, con cargos obtenidos a golpe de simulación y oportunismo que utilizan las posiciones que todavía ocupan para acumular fortunas, apostando a una eventual derrota de la Revolución”, como dijo el Presidente Raúl Castro en las últimas sesiones del Parlamento cubano en diciembre de 2011.
Comparados con las inmensas fortunas de los restauradores del capitalismo en Rusia, serían sus parientes pobres. Harían el papel de auxiliares, aguanta mamparas, empleados, ejecutivos subalternos de los intereses norteamericanos y por supuesto, aportarían una buena parte de los traficantes y especuladores de baja monta que tendrían que esforzarse al máximo para lograr un espacio bajo el sol en un futuro que no será posible.
(Tomado de: Cuba es surtidor)
Por: Jorge Wejebe Cobo
http://eladversariocubano.wordpress.com/2012/01/25/los-jerarcas-rusos-y-sus-parientes-pobres-cubanos
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