domingo, 29 de enero de 2012

Las cosas innombrables del mundo

Por Luz Marina López Espinosa
"La crueldad es uno de los placeres más antiguo de la humanidad"
Federico Nietzsche
Marines contra afganos
Sin embargo Wesas cosas tienen nombre. Una muestra apenas: son el tan horrendo como celebrado holocausto del pueblo palestino, y la nueva moda de la invasión y destrucción de naciones enteras incluyendo sus universidades y hospitales, el asesinato de cientos de miles de sus ciudadanos, la decapitación de sus gobernantes y sus familias, todo por el nuevo crimen internacional de resistirse a someterse al orden económico y político funcional al país más poderoso de la tierra y a sus obsecuentes satélites. Y ese nombre de las cosas innombrables incluye los millones de vietnamitas muertos con las bombas de napalm y el gas naranja en una guerra que todavía no nos han dicho por qué, y que borraron de los libros de historia. Y también el horror de Guantánamo, miles de hombres sin nombre absolutamente incomunicado del mundo, condenado sin juicio a tormentos diarios, sin poder apelar a ninguna autoridad, y sin que entidad humanitaria alguna pueda velar por ellos. Y la cárcel de Abu Ghraib donde el invasor extranjero humilla, somete a vejaciones sexuales y tortura al prisionero del país invadido desnudo, maniatado y vendado mientras los torturadores –hombres y mujeres- celebran.


Hasta llegar a lo innombrable, ultima expresión de la degradación del ser humano: en otro país invadido y destruido en nombre de la democracia y la justicia donde miles de sus habitantes incluyendo niños y ancianos son asesinados cotidianamente, los invasores ríen y hacen el signo de la victoria mientras orinan sobre los cadáveres de sus víctimas.

Y los gobernantes de la tierra, los regentes del universo auto designados tales por la razón de su fuerza, también tienen nombre: son los Estados Unidos de América acompañado en todo por las potencias secundarias subalternas, los países de Europa occidental diciéndole sí a cada delirio de guerra y destrucción de humanidad que decrete el Presidente de turno de la potencia Imperial. Porque esos monarcas absolutistas del mundo o comunidad internacional como se hacen llamar para darle respetabilidad democrática a sus designios, pueden ser muchos pero en realidad son uno solo, uno que es el indiscutido poder hegemónico de los otros cuyos intereses venales cataliza. Ese uno no gratuitamente denominado aún en el lenguaje académico potencia imperial.

Y después nos felicitamos de la evolución del mundo. De las ciencias políticas y sobre todo, del derecho internacional y sus justicieras instituciones: las ONUS, OEAS UNIONES EUROPEAS y OTANES que ordenaron el mundo para la paz, la justicia y la autodeterminación. Sobre todo, para que nunca más haya guerra. Y nos envanecemos en esa larga evolución, de Aristóteles, de Locke, de Hobbes, de Rousseau, de los Enciclopedistas, los Iusnaturalistas, de Francisco de Victoria y de docenas más.

Hasta llegar a este momento, finales del primer mes del año de 2012 cuando es inminente otra guerra., otro delirio y decreto del presidente del imperio, respaldado por las decadentes potencias de Europa, “la comunidad internacional”, quienes así reivindican para sus pueblos la gloria de haber sido parte de los ejércitos vencedores en otra guerra. En realidad, de los victimarios.

Guerras de texto, de libreto, donde lo primero, los medios de comunicación de propiedad indirecta y al servicio directo del poder agresor y de los intereses que alrededor de él convergen, troquela la mente de toda la humanidad con permanentes e incisivas campañas sobre la maldad, peligrosidad y criminalidad de tal régimen y su gobernante. Es entonces una necesidad apremiante de la humanidad poner fin a tal estado de cosas. Ante todo, se trata de una guerra defensiva, porque ese régimen y gobernante podría destruir al mundo., no se le puede permitir. Además, los Estados Unidos podrían ser víctimas de un ataque relámpago que lo borre de la faz de la tierra en siete minutos, dijeron los expertos militares. Inadmisible. Es el interés nacional, es cuestión de sobrevivencia. La comunidad internacional debe reaccionar monolíticamente.

Entonces, la histeria colectiva. Las mentes quedan ya colonizadas para la causa - esa mente el primer campo de batalla del agresor- y hasta las personas ignaras hablan de la necesidad de “intervenir” -bombardear e invadir- Vietnam, y Cuba y Colombia y Panamá y Republica Dominicana y Granada y Mogadicio y Guatemala, la Venezuela de Chávez declarado demente, el Irán de los Ayatolas que derrotaron la tiranía del Sha de Persia, el Irak del amigo y aliado Saddam Husseim que ya no es útil, la libia de Kadhafi decretado terrorista, la Corea del norte de Kim Sung, el Afganistán de los talibanes nombre del terrorismo en el nuevo diccionario y la Siria del presidente Assaf por no ser demócrata y reprimir al pueblo, como si los más sanguinarios criminales y dictadores del mundo no hubieran sido puestos, respaldados y estado al servicio de la misma potencia que hoy con la coartada de los derechos humanos quiere apropiarse de la riqueza política, geoestratégica y económica de numerosas naciones.

Es inminente entonces el ataque a Irán y un amplio signo de interrogación se abre sobre la suerte del mundo, de sus ríos, sus árboles, los bosques y glaciares, y dentro de ello, de nosotros, los que no tenemos intereses en ese ataque que tenemos absolutamente claro, es contra la humanidad. Porque el crimen de hacer la guerra es el más grande y el más grave en el derecho internacional, sólo que esta razón no da esperanzas de prevenirla y menos de sancionarla, por la contundente razón de que en el orden estulto del mundo, los jueces de ese crimen son sus autores.

Y siguen en la lista – a menos que lo de Irán les salga mal…… -, Siria y Corea del Norte. Y no es insólito pensar por milésima vez como desde hace 52 años en la Cuba de Castro, en la Venezuela de Chávez cuya enfermedad hace frotar las manos a los Estados Unidos, sus validos y medios de prensa del patio trasero, en la Bolivia de Evo Morales, en la Argentina de Cristina Kirchner, en la Nicaragua de Daniel Ortega, en el Ecuador de Rafael Correa, en fin…según la necesidad y la coyuntura, donde quiera que espíritus libertarios y patriotas tengan la osada temeridad de reivindicar soberanía, autodeterminación y dignidad ante la potencia que no tiene amigos sino intereses y no conoce aliados sino obsecuentes.

Y no necesariamente en esos casos y naciones mediante bombardeos seguidos de la invasión, sino a través de las múltiples y conocidas formas de intervención y apoderamiento de países en la cartilla que el Estado más agresivo de la historia ha editado para consolidar su poder. Ahí están entonces la organización y financiación de sublevaciones internas y del terrorismo como el minado de los puertos en Nicaragua y las bombas en los hoteles en Cuba., la muy elemental y socorrida de corromper generales para que den el golpe., los paros patronales de la producción como en el Chile de S. Allende y la Venezuela de Chávez., el bloqueo comercial y financiero unilateralmente decretados., el avión presidencial que se accidenta, el helicóptero presidencial que se vuelve a accidentar., las plagas que de pronto y como por ensalmo arruinan la producción agrícola sustento de la economía del país como la caña de azúcar en Cuba., las sanciones económicas del Consejo de Seguridad de la ONU, las resoluciones de la risible OEA, o la terrible guerra mediática con un libreto que se repite infinitamente todos los días en fin…

Entonces nos sentimos a veces desadaptados, extranjeros en el mundo como si fuéramos marcianos aquí depositados por equivocación, porque esto no es lo nuestro, no fue lo que nos ofrecieron, ni por lo que votamos –o no votamos que es la forma de antemano de decirles ¡No! -. Ese orden del mundo lo encontramos infame y nos indign, y lo peor, siendo abrumadoramente los más quienes así lo vemos y sentimos, somos los menos, porque ellos en el entramado de la política, la economía y los medios de comunicación, diseñaron un orden surrealista donde los menos son más, lo injusto es lo justo y lo malo es lo bueno. Y viceversa.
Sin embargo, iPersistiremos! Y Resisteremos!

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