miércoles, 10 de septiembre de 2014

«No dejes el futuro en sus manos.» Apoyo de Entrepueblos al Manifiesto “Última llamada”

El primer propósito de este texto que os hacemos llegar es dejar una constancia pública del apoyo desde ENTREPUEBLOS-ENTREPOBLES-ENTREPOBOS-HERRIARTE, a las inquietudes y propósitos que se reflejan en la “Última Llamada”, que son los mismos que nos han venido preocupando y ocupando en los últimos tiempos, tal como intentamos expresar con la publicación “No dejes el futuro en sus manos”.
Siguiendo el hilo iniciado por Jorge Riechmann en su entrada “Mucho con demasiado”, en la que abría algunas reflexiones y posibles tareas para una confluencia en la línea del Manifiesto, quisiéramos plantear algunos puntos de vista entorno a diferentes aspectos que nos parecen imprescindibles para afrontar esa crisis de civilización de la que hablamos.

Pensamos que es importante subrayar la idea de que el leitmotiv esencial del desarrollo que nos ha traído a esta situación ha sido el mantenimiento y la acumulación del lucro y el poder en todas sus facetas. La utilización de determinadas teorías, tecnologías, materias primas, así como la escala y las modalidades en que se ha hecho, no han dependido, ni dependen, fundamentalmente de su utilidad en general, sino de su utilidad específica para acumular beneficios y poder.
Evidentemente, ése no ha sido su único resultado. Pero cualquiera de los logros secundarios del desarrollo, que haya supuesto una mejora de las condiciones de vida de sectores más o menos amplios de la humanidad en todo este tiempo, no han tenido lugar “gracias a”, sino “a pesar de” la lógica espontánea del desarrollo capitalista. Siempre a un altísimo precio en muertes y sufrimientos de la gente de abajo que los ha reivindicado.
Si el problema lo tuviéramos solamente con ciertas teorías, tecnologías o materias primas, sería todo mucho más fácil. Pero el obstáculo principal que impide resolver lo anterior es el sistema de relaciones de poder, autoridad, abuso, privilegios, inequidad, apropiación, etc. que goza una minoría y que, hasta el momento, no nos engañemos, aún legitima la mayoría.
Por eso pensamos que nuestro propósito no será posible sin afrontar el papel clave dela autoridad y el poder patriarcal en el desarrollo pasado y en el decrecimiento que viene, sin una “Gran Transición del poder”, para “deconstruirlo” y socializarlo.
Entre el ecofeminismo constructivista y la economía feminista han desentrañado una parte fundamental de las bases de la vinculación entre las relaciones autoritarias de poder de las sociedades humanas hacia su exterior (naturaleza) y hacia su interior (opresión sexual y social). Para enfrentar esta dimensión del cambio de civilización son imprescindibles esas aportaciones del ecofeminismo y la teoría feminista, pero no lo explican todo. La historia de las vivencias y las luchas contra la dominación sexual heteropatriarcal, social, colonial, étnica, etc. en diferentes generaciones y lugares de nuestro planeta han dado como fruto diferentes corrientes del feminismo transformador, experiencias y aportaciones de colectivos de mujeres que enriquecen significativamente las perspectivas de la emancipación.
Ahora lo que importa es que estos nudos estén bien trenzados, no solamente en la cabeza y en los escritos de unas cuantas compañeras, que admiramos y citamos, sino que también se refleje en los discursos y, sobre todo, en las prácticas de toda la gente (“experta y “no experta”) que queremos cambiar el mundo. En esto también necesitamos colaborar, confluir y ayudarnos mutuamente.
Hoy aún en todos los continentes hay gente gritando que el “progreso”, con su apisonadora de desposesión, apropiación y sufrimiento, sigue su curso en todo el planeta. Y la gente que oímos ese grito intentamos, sin demasiado éxito todavía, hacerlo llegar a nuestra gente, a los colectivos que se organizan y luchan en nuestro país, para reforzarnos y “re-conocer” que formamos parte de una misma lucha, y que ninguna logrará prosperar desde el aislamiento.
Por eso nos parece muy pertinente la referencia en el Manifiesto al informe de Global Witness sobre personas asesinadas por defender el medio ambiente en los últimos años en todo el planeta. Otra referencia recomendable es la plataforma interactiva del Atlas Global de Justicia Ambiental recientemente presentada por investigadoras del ICTA de la Universidad Autónoma de Barcelona. Impresionante, aunque aún muy incompleto, nos muestra la geografía del colonialismo del siglo XXI: persecución, criminalización, impunidad, injusticia, despojo más o menos legal. Y nos tememos que todo esto irá in crescendo también en nuestro entorno más cercano. Lo estamos viendo ya.
La solidaridad internacional, la defensa, el cuidado y la ayuda mutua con la gente comprometida y perseguida por nuestras mismas causas nos parece una de las tareas más ineludibles, tanto ética, como políticamente, si realmente aspiramos a cambiar el rumbo del desarrollo. Y esta tarea, para dejar de ser testimonial y poder ser más efectiva, requeriría la confluencia y las aportaciones coordinadas de un gran abanico de organizaciones y personas que trabajamos en los ámbitos de la ecología, el internacionalismo, el feminismo y la justicia social…
Vivimos en un mundo mucho más complejo que el que dividíamos entre Norte y Sur. Los nortes y sures se transversalizan. Con diferentes intensidades y combinaciones la exclusión, la pobreza, el lucro, el productivismo y el consumismo se asientan desde Nueva York a Shangai, pasando por Sao Paulo, Johannesburgo, Monrovia, Berlín, Moscú, Doha, Bagdad, Gaza, Delhi o en los campamentos de Sudán del Sur.
Como señalaba Pedro Prieto de forma gráfica y contundente en “Un mensaje a los indignados occidentales”, viendo nuestro país en su conjunto, vivimos todavía en la parte privilegiada del mundo.
Pero, a la vez, el paro, el trabajo miserable, la malnutrición, la deuda ilegítima, el acecho de la burbuja extractivista a nuestros territorios, el recorte progresivo de libertades (el de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y sobre sus vidas, por ejemplo) son claros síntomas de nuestra compleja posición como Sur del Norte.
Enfrentar la crisis global desde nuestra realidad no será posible sin construir campos de visión y acción “local- global”, entendiendo esa expresión como un solo término. Y eso implicará también capacidad para consolidar y extender alianzas solidarias internacionales (cercanas y lejanas) para compartir luchas y alternativas.
El decrecimiento, como la ley de la gravedad, no necesita a nadie que lo reivindique. La cuestión no es “decrecimiento o barbarie”, ambos serían perfectamente compatibles. La cuestión está en quién, cómo, en qué plazos y con qué intereses gestione lo queRamón Fernández Durán, en “La Quiebra del Capitalismo Global: 2000-2030”, define como “Declive de la Sociedad Industrial Global”.
En este contexto entendemos y agradecemos a sus autoras el propósito de la “Última Llamada”, como otro intento de hacer consciente a la sociedad, y en primer lugar a importantes sectores de la izquierda política y social, y de los movimientos en los que coincidimos, que el crecimiento económico ya no solamente no es la solución, sino un espeso techo de cristal para las ideas de emancipación social y para la defensa de la viabilidad de una humanidad digna de ese nombre en el siglo XXI.
En este proceso y en esta confluencia que proponéis, podéis contar con nuestra modesta complicidad. ENTREPUEBLOS-ENTREPOBLES-ENTREPOBOS-HERRIARTE

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