UNA LIBRA DE DEUDA - De Venecia a Nueva York

Por Noé Jitrik

Propongo una lectura diferente de El mercader de Venecia. Para Shakespeare el haber colocado lo sórdido y curel en un prestamista era un lugar que empezaba a ser común en la época o, desde lo teatral, un personaje que generar de inmediato un efecto caricatural y una inmediata respuesta de un público sensible a los estereotipos

Estaba situándose en una zona de múltiples significaciones para su época. Por empezar, si lo que daba lugr al conflito dramático era un compromiso asumido por un mercader -que no era Shylock-, Antonio, un veneciano ennoblecido por un multitud de virtudes, con un prestamista lleno de defectos, salvo el poder e la argumentación, en realidad ponía en escena un enrentamiento que le haría encantao señalar a Marx y sus infinitos comentadores: las dificultades de un sistema comercial -Antonio afronta temporales y remisos clientes- que ya había sentado sus reales en esa Italia preburguesa, con un incipiente sistema financiero: Shylock tiene dinero y lo presta, no es complicado conjeturar que se trata del punto de partida de la cración de los bancos que, no es inútil recordarlo, ganan porque prestan.

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