Por René Fidel González García
Las sillas han sido, quizás, uno de los símbolos mas omnipresentes en la vida de las últimas generaciones de cubanos. Llevamos, indeleble, el recuerdo de las ediciones de La Edad de Oro y la historia de bebé, con la imagen de una silla alta, mafnífica como una torre, el traveling infinito, hilarante, amargo, de Las doce sillas; la visión alucinantw, misteriosa y tierna de La silla, de Lam; la lúcida profesía de Historia de la silla, de Silvio, o el deicidio, más íntimo y breve de un libro como Habanecer, de Luis Manuel Méndez, que tratocó para siempre la ingenuidad del Meñique tropical, en la metáfora del esperante, en esa banal crueldad de nuestros tiempos.
"Las sillas vacías en Cuba hablan sobre todo del hombre nuevo. Esa sublevación contra nosotros mismos, contra nuestros dogmas e insuficiencias, contra nuestros defectos"
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