Por Reinaldo Iturriza López
Apuesta política del Congreso Internacional "Inventar la Democracia del siglo XXI. Derechos Humanos, cultura y vivir bien" aportar a la construcción colectiva.
Una revolución debe plantearse de manera permanente multiplicar los sujetos y lugares de enunciación. De hecho, es muy difícil consebir una revolución sin un cuestionamiento radical del orden de las jerarquías, sin una impugnación de las posiciones de poder asociadas a ciertas formas de saber.
Existe, por ejemplo, un cierto saber (unas lecturas canónicas, unos fundamentos, unos conceptos elementales) asociados a la cultura política de la izquierda más tradicional, así como un saber-hacer de la militancia política (una forma más o menos cliental de sumar adeptos, vinculada estrechamente con el hábito del sectarismo), que durante algún tiempo permitió a sus portadores ejercer determinadas posiciones de poder; autoerigirse en la "vanguardia" de los pueblos, actuar como agentes civilizadores de las masas bárbaras, dar clases en la universidad, dirigir una institución cultural, aunque siempre en franca minusvalía respecto de los partidos de la derecha tradicional y la influencia de su cultura política, etc.
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