jueves, 1 de abril de 2010

Chávez, el comandante en su laberinto

Por: Israel Colina
Fecha de publicación: 30/03/10 en Aporrea

El cerco político del presidente lo tiene desconectado de la gente y muy conectado a y en los medios, lo cual es un error. En Aporrea por ejemplo, hay gente que lee más las “Reflexiones de Fidel” que las “Líneas de Chávez”. Peor aún, muchos autores poseen más lectores que el propio comandante. El programa “Aló, presidente” más que un monólogo es ya un soliloquio. Desde cuatro a seis y hasta ocho horas puede durar el otrora necesario e imperdible espacio de Chávez. ¿Quién llama a ese programa hoy día? ¿Existe alguna voz popular, llana, rural que pueda hablarle al presidente? La retórica ultracíclica se desgasta. El programa dominical debe llamarse “Habla el Presidente” y su eslogan pudiera ser “Solo para fanáticos”. ¿Quién puede calarse todo ese tiempo frente al televisor o al lado del radio? Un fanático, un obcecado y encima de eso, para quien todo está bien: no hay corrupción, las elecciones del partido son “por las bases”, no hay inseguridad y la economía está pujante, viento en popa.

Es tiempo todavía de enmendar entuertos, de acabar radicalmente con los problemas estructurales y no desgastarse en la dinámica coyuntural que se avizora eterna. Müller Rojas ha renunciado ya al PSUV y a la arena política. Sus más que sabidas y analizadas razones tendrá. Mientras tanto, nos queda al resto de los venezolanos, padecer “ver más de lo mismo” sin espacio para la crítica ni la autocrítica. Ni la oposición mediocre ni el imperialismo yanqui tendrán ya que levantar un dedo para que este “árbol que sembramos” se caiga. Más daño están haciendo los tránsfugas, los oportunistas, los disfrazados, los corruptos, los “vendecontratos”, los “cobracomisiones”, los alcalduchos y gobernadores seudo rojos, los rateros políticos, que esa gente sin patria. Muchos están cumpliendo a cabalidad su papel de alacranes y siguen alejando a Chávez del Pueblo, el mismo que lo eligió, el mismo que se desencanta ante tanta permisividad.

El comandante en su laberinto se niega a refrescar revolucionariamente el gabinete ministerial, para que el barco vaya a puerto seguro. Mientras apueste por quienes sobre el trayecto han sumado derrotas y fracasos sin comprender las parábolas de la experiencia, la turbulencia reinará en todo el camino y como quien dice: “la mar es traicionera” y algunos amigos también. Comandante Chávez, reconéctese con su pueblo y su voz y recuerde que no solo el partido es pueblo, hay pueblo que no milita allí y cree aún en usted. Deslástrese de esos alacranes -usted sabe quiénes son- y no olvide que con ellos, también hay “zorros y camaleones”.

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