lunes, 12 de abril de 2010

Indígenas mexicanos en prisiones de Estados Unidos

EMILIO RENERO

Para miles de indígenas mexicanos, 20.000 según las últimas estadísticas, el sueño americano, "el norte" como se conoce a su vecino estadounidense, se convierte en un infierno, es meterse sin querer y sin saber en una pesadilla de la que resulta muy difícil salir o despertarse.

En la actualidad, los archivos penales de los Estados Unidos están repletos de historias descarnadas y lamentables de miles de indígenas procedentes de México que se estrellaron contra un sistema legal que desconocen portadores de unas contumbres tribales y ancestrales que no tiene nada que ver con las normas del país al que llegan y con el que chocan inevitablemente. Anclados culturalmente en su pasado, se estrellan contra un futuro que no existe, y que se imaginaban promisorio y feliz, lejos de sus aldeas en México, dejando atrás su miserable vida y el abandono sistemático y criminal de unas autoridades mexicanas que no quieren saber nada de levantar la penuria de sus gentes, ni tan siquiera en ocasiones tratar de proporcionarles ayuda consular en su problemas en los Estados Unidos.

La mayoría de esta pobre gente y sus circunstancias dramáticas, sencillamente no existen para el gobierno mexicano. En México nunca pasa nada y a los mexicanos tampoco; todo está bien y los agregados legales y consulares "cumplen" oficialmente sus deberes para con sus ciudadanos, manifiestan de forma ostentosa y circunspecta, cuando son entrevistados por los medios informativos respecto a ello.

Mientras tanto y según las últimas cifras aparecidas recientemente señalan que si en el año 2005 y según la Secretaría de Relaciones Exteriores los procesos legales contra mexicanos en EE.UU. eran de 14.622; en el año 2008 ascendieron a 19.782. Prácticamente 20.000 indígenas como indicábamos anteriormente están tras las rejas actualmente en diferentes estados de la unión americana y presos de un sistema legal desconocido para ellos.

De cada cien mexicanos encarcelados en los Estados Unidos, diez son indígenas, procedentes especialmente de los estados de Guerrero y Oaxaca una de las regiones más pobres y deprimidas de toda América Latina. México cuenta con la mayor población indígena de todo el continente americano con algo más de diez millones de indígenas que hablan más de sesenta lenguas diferentes. El idioma español casi ni lo conocen y junto al desconcimiento del inglés en los Estados Unidos y las costumbres y normas sociales que deben seguir al llegar al "norte" el cúmulo de dificultades con el que se van a encontrar es un muro infranqueable.

El choque cultural junto al desconocimiento del idioma y las costumbres son las causas fundamentales del encarcelamiento de estos indígenas. Al margen de cuestiones de emigración al entrar y residir ilegalmente en los Estados Unidos, aumentan cada vez más entre la comunidad carcelaria indígena los cargos por violación sexual, asesinato y drogas. Como ejemplo, mencionar uno de los múltiples casos, el de Omar, un indígena mixteco de 18 años de edad y condenado a 12 años de cárcel por cargos de violación por mantener relaciones sexuales con una niña de 12 años. para Omar y su familia, no hay delito porque en su cultura, los matrimonios se pactan ya de niños y los hijos de la pareja, llegan en ocasiones cuando estos jóvenes aún no han cumplido los 15 años. Mientra tanto en la cárcel de Woodfor County Detention Center, del estado Kentucky, Omar sigue pensando qué hizo de malo, para estar encarcelado. Un aviso hubiera sido suficiente, para el pobre Omar, pero nunca llegó. Ahora es uno de los 20.000 presos indígenas en los Estados Unidos, víctima simplemente de sus ignoracia y costumbres.

Pero hasta aquí estamos hablando de los que se quedan encarcelados, perdidos en la maraña judicial norteamericana. Otros corrieron con mejor suerte y siguiendo con las cifras, mencionar por ejemplo que en el año fiscal 2006-2007 y, según el Departamento de Seguridad Interna, se repatriaron a México un total de 40.407 indígenas por violaciones de leyes de emigración, casi 14.000 más que en el año anterior. Por su parte, el gobierno mexicano, como siempre, no cuenta con una referencia fiable de sus connaturales presos en los Estados Unidos, aun sabiendo que es "un problema fuerte", según el presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados de México, Marcos Matías Alonso.

Volviendo al desconocimiento de las leyes del país, mencionar la impresión de Odilia Romero del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales en la ciudad de Los ángeles: "Los indígenas no venimos a cometer crímenes simplemente desconocemos el sistema jurídico de Estados Unidos. Tenemos una desventaja histórica que nos enfrenta a cosas muy diferentes: el idioma, la cultura, nos casamos muy jóvenes y la gente nos acusa de violadores, y nos llaman salvajes".

Juicios que rayan la ilegalidad
Evidentemente el desconocimiento de la ley no exime de su incumplimiento. Peter Schreer, director de California First Amendment Coalition, expresa: "Si las personas vienen a este país deben estar preparados para conducir su vida de acuerdo con los fundamentos elementales de la ley. Estados Unidos no puede obviamente adaptar su estatus legal al de otro país, aunque estos emigrantes puedan considerar nuestras leyes ofensivas para su mentalidad". No obstante, y al margen de estas declaraciones contundentes y obvias, el mismo Schreer no tiene inconveniente en manifestar que en su opinión los procesos legales en los Estados Unidos contra los indígenas están rozando la línea de la inconstitucionalidad: "El número de traductores para los juicios es insuficiente y sólo están disponibles para los jueces y los fiscales, pero nunca para los abogados defensores, que están para defender al encausado y si no te puedes comunicar con él pues obviamente no lo puedes defender. Para un encausado indígena que no puede entender lo que ocurre a su alrededor ni entenderse con su abogado es imposible que pueda tener un juicio justo y con garantías".

El gobierno mexicano vuelve a echar el balde de agua fría, el cinismo y el desparpajo habituales con su gente al manifestar en este sentido que el incremento de indígenas en las cárceles de los Estados Unidos es algo simplemente "anecdótico". Daniel Hernández director General de Protección a Mexicanos en el Exterior, manifiesta: "Ni siquiera tenemos una cifra precisa de cuántos mexicanos hay en prisiones de los Estados Unidos. Tenemos versiones anecdóticas de que están subiendo en número pero anualmente no habrá más que un par de docenas de casos anuales". Hernández adornó su perorata con una mentira evidente: "La mayoría indígena es perfectamente bicultural y bilingüe, es decir maneja el español y también la cultura mestiza".

Ante este desparpajo oficial mexicano, surgen voces disonantes como la de la mencionada Odilia Romero: "No es que no sepa (Daniel Herneandez), es que no quiere saber. Creo que por años el gobierno mexicano lo que ha querido es borrarnos del mapa".

El que sí documenta es el gobierno de EE.UU. En el condado de Ventura, en California, el año pasado se registraron 110 procesos legales relacionados con indígenas que necesitaron los servicios de un traductor en donde el 90% fue de origen mexicano. En Oregon se reciben un promedio de tres casos por semana, casi el triple en comparación con cinco años atrás, según el Departamento Judicial.

Las causas y circunstancias de pobreza extrema de estas comunidades indígenas en México empujan a los emigrantes a "jugársela" en todo momento. En sus comunidades son presa fácil del narcotráfico mexicano que todo lo corrompe y extorsiona. El cultivo de la amapola, para los carteles que dominan la zona está a la orden del día en estas y otras comunidades desoladas mexicanas. Presos en su propio país no sólo del temor del narcotráfico sino de las propias autoridades y ejército mexicano, igual de corruptos se ven forzados a emprendar otra travesía no menos peligrosa. O siembran amapola con el riesgo de ser encarcelados o muertos en su propio México o se van al "norte". En cualquier caso sus opciones son siempre extremas y en el filo de la navaja. En sus terruños los indígenas no pueden competir con terratenientes siempre al acecho -y amparados por el propio gobierno mexicano- y con las trasnacionales; la economía doméstica, de pollo, frijol y maíz, no da para más en un medio donde la vida no tiene futuro, si acaso yendo al "norte", siempre al "norte", con el riesgo de engrosar las listas y números anteriormente mencionados.

Seguramente antes de emprender la travesía, no imaginan un posible destino fatal en el país de los sueños, allí donde se produce el dirty secret (secreto sucio) del éxodo indígena mexicano, una realidad que muy pocos quieren ver en su país de origen y reflejarla en guarismos, aunque en muchos estados y tras las rejas de cualquier prisión norteamericana, se dejan escuchar los gritos de los más desfavorecidos, de los pobres de la tierra mixteca, que claman por comida, comprensión y justicia en su México natal y en la primera potencia mundial, donde fueron a estrellar sus vidas en un futuro promisorio muy alejado de su realidad soñada.

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